PAGINA/12 PRESENTA MAÑANA UN DISCO DE LEOPOLDO FEDERICO
Un fueye que vive al galope
De antología reúne grabaciones con lo mejor del repertorio del bandoneonista, compositor y director de orquesta. Incluye temas propios y clásicos de Gardel y Piazzolla, entre otros.
Por Karina Micheletto
Considerado uno de los mejores intérpretes de bandoneón, también autor de varias piezas recordadas, director de una orquesta cuya permanencia elevó a la categoría de misión, compañero de escenario de creadores como Di Sarli, Caló, Maderna, Grela, Gobbi, Salgán, Piazzolla o Julio Sosa, a Leopoldo Federico podrían caberle las adjetivaciones del tipo “gloria viva del tango” que suelen utilizarse en algunos casos. Si no fuera porque la vitalidad de este músico de 78 años, que sigue sorprendiendo al frente de su orquesta a pesar de los contratiempos de todo tipo, inhabilitarían adjetivaciones que tienen más que ver con el pasado que con el presente. Página/12 presenta con su edición de mañana la reedición del CD De antología, que reúne grabaciones de lo mejor del repertorio de Federico, realizadas en la gira que realizó en 1999 a Japón, uno de los puntos centrales en la formación de su orquesta.
“Japón es un punto muy importante para mí”, aclara Federico, y la frase adquiere dimensión si se tiene en cuenta el dato de que fue en su primera gira a Japón, en 1976, cuando el músico tomó la decisión definitiva de retomar su orquesta, que se transformaría en el vehículo más importante de desarrollo de sus ideas musicales. “El recuerdo que se repite gira a gira es el del hermoso trato de la gente, que está ávida de nuestro tango. Todas las giras que hice allí fueron inolvidables y me dejan siempre con las ganas de volver, no sé si lo podré llegar a hacer, pero mientras tanto guardo los mejores recuerdos”, dice Federico, que tiene las paredes de su despacho en la Asociación Argentina de Intérpretes (entidad que preside) llenas de posters de giras por ese país. En el registro que se escucha en el CD, Federico está acompañado por su orquesta de siempre: Nicolás Ledesma al piano, Damián Bolotín al frente de la fila de violines, Diego Sánchez en cello, Horacio Cabarcos en contrabajo, Antonio Príncipe y Héctor Lettera en los bandoneones, más la voz de Carlos Gari. En aquel viaje también los acompañaron los bailarines María y Carlos Rivarola.
“Tenemos muchos seguidores, pero ojo, entre los japoneses que están con el tango, que no son todos, como la gente cree”, aclara el músico en diálogo con Página/12. “No es masiva la cosa: ¡si tuviéramos ganados para el tango a los 130 millones de japoneses que hay, me quedo a vivir allá! Igual, con un 1 o 2 por ciento de tangueros que hay, de gente que sabe tanto o más que los porteños de tango, es suficiente para ir a tocar a teatro lleno. Yo me encontré con japoneses que me pidieron volver a firmar algún disco del ’76 y que me mostraron que ya tenían una firma mía de ese entonces. Fui a peñas y vi fotos y material de la historia del tango que es difícil que tenga algún coleccionista de acá. Tal es el nivel de fanatismo”, describe Federico.
El repertorio de esta edición De antología incluye un homenaje a dos autores e intérpretes que marcaron extremos fundacionales del tango: Carlos Gardel y Astor Piazzolla. Del primero, se incluyen versiones instrumentales de Arrabal amargo, Volver, Por una cabeza y Melodía de arrabal, todos compuestos por el morocho con su compañero autoral, Alfredo Lepera. La selección de Piazzolla es también de clásicos de clásicos, como Libertango o Adiós Nonino. Federico trabajó con Piazzolla tanto en la Orquesta del ’46 como en el posterior Octeto Buenos Aires. Los dos bandoneonistas se admiraban mutuamente y también pasaron por una pelea que se cristalizó en un intercambio epistolar reproducido en el documental Por la vuelta, de Cristian Pauls: “Es que Piazzolla siempre me estaba insistiendo con que debía cambiar mi onda. ‘La década del ’40 pasó, no podés seguir tan tradicionalista’, me decía. Y yo le discutía que hacía lo que sentía”, explica Federico. “Un día se cruzó y me mandó una carta, mal, muy enojado. Pero al final se arrepintió y me escribió otra carta donde se disculpaba. ‘Que Dios te bendiga, y a tus manos también’, me escribió. ‘Al final –me decía– parece que le estoy hablando a una novia’.”
En De antología hay dos temas compuestos por el propio Federico: Retrato de Julio Ahumada y Al galope. El primer tango fue compuesto en honor a su colega bandoneonista, que había compartido la primera gira a Japón con la orquesta, cuando falleció. “Le había puesto Al Negro Julio, como le decíamos cariñosamente, pero cuando tomé conciencia de que iba a adquirir estado público, preferí darle un nombre más formal”, explica. Al galope, cuenta Federico, fue rescatada del olvido por José Libertella y paulatinamente popularizada desde entonces. “Esa milonga la compusimos con Domingo Rulio, era parte de un cuarteto que teníamos en los ’60, Pa’ que bailen los muchachos. Había hecho varios temas con onda antigua para tocar con el conjunto y, entre otras cosas, escribí Al galope. Yo ya me había olvidado de que existía, hasta que un día Libertella, después de una gira con Tango Pasión, me llamó para contarme del éxito que tenía esa milonga. Así que se me ocurrió incluirla en mi repertorio y ahora la estoy tocando con continuidad. Y, mire usted, hay muchos bailarines que la piden: es decir que hay temas que renacen y que encuentran su camino casi por casualidad”, analiza.
El disco, igual que aquella serie de conciertos de la gira japonesa, finaliza con el tango que más suena alrededor del mundo: La cumparsita. Se sabe: cuánto más escuchado ha sido un tema, más difícil es hacerle decir algo distinto, encontrarle nuevas versiones. Pues bien, Leopoldo Federico y su orquesta hacen sonar de nuevo a La cumparsita (cualquiera que lo haya escuchado o que haya escuchado la notable Selección del Tango, que integra Federico, lo sabe). La cumparsita suena de nuevo con sutilezas en el piano de Ledesma, en un solo de cello o en la fila de violines, con quiebres y respiraciones, con otros énfasis y brillos. “Esa Cumparsita es mi caballito de batalla”, admite Federico. “Yo la cambié un poco y le agregué más solos que en la original. Es una versión muy parecida a la que hacíamos cuando acompañábamos a Julio Sosa y él recitaba los versos. Hay tangos que tienen un efecto especial para un show, sirven para poner un moño. Yo no puedo salir de ahí. Por lo menos, hasta que se me ocurra otra cosa.”