Viernes, 25 de mayo de 2007 | Hoy
ENTREVISTA A ACHO ESTOL Y DOLORES SOLA
Hoy y mañana, la agrupación presentará Lejos. Pero la ocasión también servirá para mostrar canciones de Mi película, primer disco del guitarrista.
Por Cristian Vitale
Acho y Dolores, matrimonio en la música y en la vida, se divierten contando entretelones caseros. Cuenta él, Estol, que el Emule de la PC hogareña es una mezcla bizarra de canciones y géneros. Que sus debilidades sinfónicas –Yes, Gentle Giant, Emerson, Lake & Palmer– se entrecruzan con Ricardo Montaner, Los Pasteles Verdes y Roberto Carlos, las de ella. La obliga a excusarse. “Es cierto, pero es porque estoy buscando un repertorio de canciones románticas hasta el empalago con la idea de hacer un disco solista”, aclara. La respuesta de Acho, cizañera, no se hace esperar: “Dale, dale que te gustan”. Solá lo mira, se ríe y marca apenas una diferencia: “Por supuesto que Roberto Carlos y Montaner no son lo mismo”. La mini-polémica va en serio. Acho seguirá alabando la voz ultraafinada de Jon Anderson y Dolores, boicoteándola. “Me aburre, por favor. ¡Cantá en otro registro, cambiá un poco, loco!”, parece decirle Dolores al legendario frontman de Yes, como si estuviera sentado en el bar con ellos. “Como ves, ella sabe tanto de rock sinfónico como yo de Montaner”, dispara Acho y contemporiza: “Podemos decir que el próximo disco de La Chicana va a ser una mezcla de Stravinsky y Los Pasteles Verdes. Base de Yes con voz de Montaner” (risas).
Así, por los márgenes, llegan a lo que los une: La Chicana, grupo de tango que el guitarrista, compositor y director define como punto de intersección entre ambos, más allá de la vida en común. Y que acaba de generar el cuarto disco de su historia, Lejos –que presentan hoy y mañana en el Torquato Tasso, Defensa 1575–, y, de rebote, el debut solista de Acho: Mi película. “En mi disco me paro más en la cosa agreste, zapada y no escrita”, caracteriza él. “En La Chicana es al revés... hay mucho arreglo escrito. Vamos al ensayo, yo reparto partituras y sale una primera versión leída, de la nada.” Acho y Dolores se enamoraron antes de formar La Chicana y aún no tienen hijos. Por ahora, sólo reproducen en discos. Casi siempre en común, pero a veces “extramatrimoniales” como el de Acho. “La idea es atrincherarnos en las diferencias, porque las coincidencias las explotamos en La Chicana. A veces es necesario liberarte de tu socio. Aunque sea difícil enfrentarse solo a las decisiones y las frustraciones. En las sociedades entre dos, cuando uno se deprime el otro te remonta. Siempre digo que los solistas tienen que tener mucho huevo”, sostiene Acho.
Estol define a su debut solista como “un ego-trip”, integrado por canciones que se tenía que sacar de encima más otras que le cajoneaba a La Chicana. Como un disco “canibalizado”. Dolores asiente. “Es así. A veces me mostraba temas en casa, como ‘Milonga de los perros’ o ‘Lo que hay’, y yo me los llevaba para La Chicana. Como tenemos la necesidad de sacar un disco cada tres años, la urgencia de canciones es mayor.” “Esto finalmente me ayudó –sigue Estol– porque salió un disco más coherente, que suena bien distinto al grupo. Es un trabajo de rock raro, folklórico, ajeno.” Mientras Dolores fantasea con el suyo, que planea llamar La Lola sola, Estol profundiza en su película: “Marca un contraste, acá no conversé con nadie de nada. Y no es una onda Acho Estol & Flying Burrito Brothers, donde por ahí desafina el guitarrista y le hacés cargo a la banda. No. Soy yo y me hago cargo. Es una obra personal, individualista y ególatra. No es solo una cantidad de canciones sino una mirada... mi visión sobre el folklore que se inicia con Los Jaivas. Dice mucho de mi niñez, mi adolescencia y mi presente”.
–Lejos, el disco de ambos, no sólo se diferencia de Mi película sino también de los anteriores. ¿Acuerdan?
Acho Estol: –Poéticamente hay una abstracción mayor. Más rockera, y menos narrativa en términos convencionales... creo que estamos llegando al cualquierismo (risas). Todos terminamos llegando en algún momento a ese lugar. En términos de sonido, el cambalache psicohistórico del disco anterior es más technicolor, más de vodevil. En cambio, Lejos es más sudamericano. Mucha gente nos dijo que era más difícil... para mí, es todo lo contrario.
–¿Cómo se cuela el rock sinfónico, concretamente?
A.E.: –En el encuentro entre la música popular y la académica. En los ’70, los hippies tomaban drogas, pero también iban al conservatorio y estudiaban a Ravel. En un punto, es la misma combinación que busca La Chicana, pero aplicada al tango. El tango, De Caro mediante, es una música popular que se encontró con lo académico. Chicos de conservatorio que, a pesar de sus padres, les gustaba el género. Siento que La Chicana tiene mucho de eso: actitud rockera, mucho riff, percusión y, también, contrapuntos barrocos.
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