LITERATURA Y PSICOANALISIS
Hoy empiezan las jornadas Autopistas de la palabra, en la Biblioteca Nacional.
› Por Silvina Friera
“Freud y Lacan han trabajado el texto literario porque el dispositivo del psicoanálisis tiene a la letra escrita en un lugar privilegiado”, señala la escritora y psicoanalista Liliana Heer, codirectora de Autopistas de la palabra, Jornadas de Literatura y Psicoanálisis, cuya tercera edición comienza hoy a las 12, en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), con entrada libre y gratuita. En esta edición, coordinada por Ana Quiroga, en la que se abordará la temática “Las parejas, el eros y el poder, desvíos, encuentros y pasiones”, participarán Horacio González, María Pía López, Amalia Sato, Mónica Sifrim, Alejandra Correa, Diego Bentivegna, Diana Chorne y Víctor Redondo, entre otros. “La apuesta es mantener a raya los tics reductores, evitar las transferencias del texto al caso y huir de las confusiones fatales que llevan a olvidar la distancia que existe entre el autor y el narrador”, plantea Heer a Página/12. “La idea es cruzar textos que nos permitan pensar el poder de la palabra escrita y su movilidad, la resonancia en el tiempo, lo que no cesa de ser nuevo.”
Los libros, analizados conjuntamente por psicoanalistas y escritores, son Tumba de jaguares, de Angélica Gorodischer cruzado con los cuentos de En la zona, de Juan José Saer; Cambio de armas, de Luisa Valenzuela, con La explicación, de Nicolás Peyceré; Canon de alcoba, de Tununa Mercado, con En el corazón de junio, de Luis Gusmán; El affaire Skeffington, de María Moreno, con Nanina, de Germán García, y En breve cárcel, de Sylvia Molloy, con La ciudad ausente, de Ricardo Piglia. “Las parejas y el poder surgió por una realidad prácticamente visible. Si nosotros nos ponemos a pensar los temas que tocamos en las jornadas anteriores, tenemos un paisaje de nuestro país –sugiere la autora de Bloyd, La tercera mitad, Angeles de vidrio y la más reciente Pretexto Mozart–. En el 2002 abordamos los traumas de la crisis y la identidad, en el 2005, el legado y lo nuevo, y ahora este binomio que sería un embudo o consecuencia de dos significantes muy fuertes: la pareja y el poder, que podrían ser pensados como contacto, mordaza o ventana de la construcción público-privado”.
Heer observa que en Tumba de jaguares se pone en evidencia la batalla sin fin del entre dos. “Gorodischer escribe algo así como que tal vez alguien pida una escritora, una esposa, y no le dice que no la toque. Y a esta novela la cruzamos con En la zona, de Saer, donde señala, entre otras cosas, que un poema es un golpe de gracia, como si contar fuera una buena forma de llegar al acto”. La escritora y psicoanalista, miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, precisa que también se desmontarán las “versiones subversivas” del olvido en Cambio de armas. “La protagonista finge aceptar el montaje del sometimiento, parece no entender, soñar, dormir, pero todo eso deviene en quitarle el seguro a la pistola”, subraya Heer, y advierte que hay una tesis sobre el amor en La explicación de Peyceré, “que de alguna manera trabaja la armonía y la desmesura, ahí donde el poder deambula y convierte a la amante en artista”. En En breve cárcel “se narra el encierro, la geografía de reclusión, infancia y muerte, con ecos de ciertas preguntas, algo así como: con los ojos cerrados, ¿qué se ve? o ¿sería mejor enceguecer?”. Heer sostiene que “el vacío potencia remolinos de ficción, y que hay una metamorfosis de lo visible, el rostro humano como si fuera la última trinchera” en La ciudad ausente. Menciona, para ilustrar, una frase significativa de la novela: “Una foto es también un espejo para soñar con la mujer perdida”.
En opinión de Heer, El affaire Skeffington, de María Moreno, está trabajado bajo el aura de Marta Riquelme, de Ezequiel Martínez Estrada. “Es una erótica en los límites del ágape –define la psicoanalista–; la protagonista domina la escena pública sin babas de padecimiento cotidiano.” Y basta con recordar, según la escritora y psicoanalista, una frase de ese libro inclasificable (¿novela? ¿poema?) de Moreno: “Mi abuela pertenecía a los que hacen las leyes y las rompen sin consecuencias”. En Nanina hay una aventura en enunciar el riesgo. “Yo pesqué una frase que me parece increíble –admite la codirectora de las jornadas–: “Había que experimentar toda cosa exterior que fuese mujer o algo parecido, toda hembra. Entre las piernas estaba el secreto, no supimos por qué. Las mujeres tenían dos bocas...”.
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