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Jueves, 26 de julio de 2007

DOS MUESTRAS RECORREN LA PLENITUD DEL PERONISMO

Historia y crítica de Evita

El curador Gabriel Miremont analiza las exposiciones que pueden verse en el museo temático de Eva Perón, a 55 años de la muerte de la llamada “Abanderada de los humildes”.

 Por Oscar Ranzani

La imponente fachada ubicada en la calle Lafinur al 2900 está cargada de historia. Ese viejo palacio perteneció durante la primera parte del siglo XX a una familia hasta que la Fundación Eva Perón la adquirió en 1948, en plena época del primer gobierno peronista y mientras tomaba velocidad de marcha el motor de las reivindicaciones sociales. Desde entonces, se convirtió en un hogar de tránsito que brindaba asistencia a las mujeres en riesgo, generalmente madres solteras. Luego de la caída del peronismo, con la irrupción de la autoproclamada Revolución Libertadora, dejó de prestar servicios, un cierre coherente con la tendencia de las dictaduras a abolir los logros sociales, entre tantas otras cosas.

Tuvo varios destinos hasta que, desde 2000, funciona allí el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, que intervino el edificio para instalar el Museo Evita, inaugurado hace exactamente cinco años. A 55 años de la muerte de la “Abanderada de los humildes”, que se cumplen hoy, y para rendirle homenaje, el espacio inaugura dos muestras, una de las cuales evoca los cinco años de vida del museo. “La idea es contarle a la gente el origen de este museo, cómo se creó, cómo se trabajó para celebrar hoy cinco años de trabajo dando un servicio cultural”, explica el museólogo Gabriel Miremont, curador del Museo Evita y artista plástico que también presenta una muestra propia.

Miremont comenta que cuando Evita inauguró este hogar de madres solteras y mujeres en riesgo deseaba un lugar cálido; no quería que tuviera “la frialdad de un hospital o de una institución, sino que tuviera, como decía ella, cortinas en las ventanas y manteles en la mesa. Por eso, inició esta casa con una impronta españolosa, un pequeño palacio donde a la gente que está pasando un mal momento se le pudiera brindar contención. Y no sólo darle alimento y donde dormir, sino también apoyo espiritual. Esta casa tenía una pequeña capilla en el interior”, detalla. La exposición cuenta con fotografías originales que muestran cómo se recicló la casa, planos, objetos originales como rejas, piezas metálicas, pedazos de puertas, elementos de la arquitectura que pudieron ir rescatando de la construcción original. También hay objetos personales de Eva Perón relacionados con la casa: el acta de fundación del Hogar de Tránsito Nº 2, la fotografía de Eva firmando el acta y el vestido que usó en ese acto. “Tratamos de que no sea simplemente ver la ropa de alguien, sino que la ropa evoque un momento del trabajo, del pensamiento y de la vida de Eva”, afirma Miremont y para argumentarlo recurre a este concepto: “El Instituto es el que le da todo el respaldo intelectual al museo porque las piezas solas evocan una época, pero no cuentan un relato. Entonces, el soporte científico y cultural que constituye el Instituto es importante para el relato del museo, para que se pueda entender la vida y la obra de Eva Perón. Es decir, no es solamente venir a ver objetos, sino entender un mensaje”.

“Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo, y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”, dijo Evita al pueblo en su último 17 de octubre (en 1951). Era la primera vez que se levantaba después de estar veinticuatro días en cama. Esas palabras resonarán en quienes quisieron y admiraron a la mujer más influyente en la historia contemporánea argentina. Es por ello que aún provocan resonancia en Gabriel Miremont, quien tituló su muestra de 40 obras pictóricas trabajadas con distintas estéticas Como bandera a la victoria. Trabajó con dos de los retratos históricos de Eva Perón y generó una obra por repetición de cuarenta imágenes. Uno de los retratos base es el del pintor francés Numa Ayrihnac, que ilustró la primera página de La razón de mi vida y se utilizó como imagen de numerosas obras de la Fundación Eva Perón, ya que fue considerado como el “retrato oficial”. “Esta imagen es favorita de Eva y la repite en afiches, panfletos, obras, como, de alguna manera, marcando la pertenencia, marcando la presencia, en su obra”, comenta Miremont. “Esa imagen que ella rescata autoidentificándose es la que yo resemantizo y trato de traer a la actualidad con técnicas digitales, dibujos, grabado, pintura. La idea es, a través de la imagen del icono, volver a traer al presente la figura, el pensamiento y la obra de Eva Perón”, asegura el artista plástico. La otra imagen en que se basó Miremont para construir sus trabajos no es una pintura, sino una fotografía que se utilizó para fabricar las estampillas del Correo Argentino. La historia cuenta que en una de sus visitas al correo oficial, a Evita le toman esta fotografía de su típico perfil con rodete.

“Lo que yo trato de resemantizar son justamente estas dos imágenes, trabajarlas como un lenguaje moderno, actual, del siglo XXI, digital, de una manera repetida, casi como publicitariamente, que de alguna forma es una suerte de homenaje a lo que fue la gráfica y la estética del peronismo, ya que realmente fue innovadora y moderna”, sostiene Miremont. Al tomar estas dos imágenes, el artista construye un lenguaje comunicacional actual (en eso consiste la resemantización que menciona): se ven imágenes digitales, imágenes digitales intervenidas, cuadros que se mezclan con dibujos y objetos, grabados intervenidos con crayones y pinturas de acrílico. “En todos los retratos traté de mantener dos o tres características. Una es lo femenino. Es una mujer fuerte, con carácter, con un mensaje político claro. La obra transmite ese lado femenino de Evita. A la vez, traté de rescatar y de remarcar lo rígido, lo duro, lo claro, lo parado en un lugar del pensamiento. No hay medias tintas. Las cosas son contundentes como en el pensamiento de Evita”, asegura.

Además se puede visitar la muestra permanente. “El público, en general, lo primero que asocia es que Evita murió joven y fue un velorio realmente mediático. Entonces, cuando uno entra lo primero que encuentra es al mito: que fue buena y que fue mala, este mito dual.” A partir de ahí se puede conocer dónde nació, su infancia, cómo estaba compuesta su familia, su llegada a Buenos Aires para trabajar en la radio y su paso por el cine. Luego llega el momento del encuentro con Perón y el casamiento. Un párrafo aparte merece el rol que desarrolla Evita en la ayuda social y la lucha por conseguir el espacio para lograr el voto femenino y la participación de la mujer. “Se da testimonio también de lo que es la acción social directa: trabajar en hogares, escuelas, hospitales, ayudar a la gente en busca de la justicia social. Finalmente, se cuenta lo que es el renunciamiento político de Evita a la candidatura a vicepresidenta y se hace un racconto de lo que fue la enfermedad, la muerte y los posteriores pasos que sufrió el cadáver”, concluye Miremont.

* El Museo Evita puede visitarse de martes a domingo, de 13 a 19.

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Miremont quiere evocar “trabajo, vida y pensamiento de Eva”, para celebrar los cinco años del museo.
 
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