Sáb 28.07.2007
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ENTREVISTA A CLAUDE GIRAUD

La discreta lógica del ocultamiento

El sociólogo francés habla de Acerca del secreto, un libro que invita al debate.

› Por Silvina Friera

La posibilidad del secreto como práctica social es puesta en duda en las sociedades occidentales, sometidas a lo que parece ser el dictado de la información y de la claridad. En su primer libro publicado en español, Acerca del secreto, recientemente editado por Biblos, el sociólogo francés Claude Giraud plantea que el secreto se muestra, se percibe y finalmente se comprende a través de las prácticas, las alianzas, las exclusiones y las pertenencias que son, al mismo tiempo, puestas en escena de lo que se oculta y de lo que se valoriza. Doctor en Sociología (Paris IV Sorbonne) y profesor de la Universidad de Lille (Francia), Giraud es autor de numerosos trabajos en los que ha indagado sobre diferentes aspectos de la vida social que hasta ahora fueron poco investigados. Se ha dedicado especialmente al estudio de las relaciones sociales construidas a partir de los conceptos de compromiso e indiferencia. “El secreto pone en juego nuestra propia existencia y la relación con los otros, pero como está asimilado con la mentira suele ser rechazado”, señala Giraud, de visita en la Argentina, en la entrevista con Página/12.

–¿Democracia y secreto son antónimos?

–Sí, en parte. Para un buen funcionamiento democrático se requiere la verdad en cierto número de hechos y que se pueda acceder a cierto tipo de informaciones. Pero como contrapartida, vivimos en una sociedad que se proclama absolutamente transparente, con una mirada constante de los otros que hace muy compleja la vida. En un sentido el secreto es antidemocrático, pero es algo que al mismo tiempo permite que la democracia funcione. En definitiva, el secreto y la indiferencia tienen algo en común: hay que hacer posibles la indiferencia y el secreto para que sean imposibles las prácticas inquisitoriales. Pero también hay otra dimensión de la práctica del secreto en las democracias: cuanto más se esconde, más se tiene interés en descubrir lo que es ocultado. Alexandre Koyré plantea que en el secreto hay una mística de la verdad.

–Algo de esta “mística de la verdad” se encontraría en los argumentos de una amplia mayoría de ciudadanos, que suele criticar a la clase dirigente por tomar decisiones a “espaldas de la gente”. ¿La política comprende una lógica de secreto?

–Tengo la sensación de que lo político se constituye distinguiéndose de aquello a lo que los políticos representan. Los políticos implementan el secreto porque consideran que a quienes ellos están representando no tienen la capacidad de comprender las cuestiones de la política o bien que podrían ser un obstáculo a la gestión de esa representación. Entonces el secreto se convierte en una suerte de lógica de eficacia política. Pero al mismo tiempo justifica lo político, su representación del mundo y de las cosas. Hay una especie de perversión que es inherente al acto de representar, que obliga a esta distinción y que usa el secreto como se hace en la religión cristiana, como algo que será revelado después. Nosotros no sabemos cuál es la naturaleza de ese secreto, pero lo que sí sabemos es que posteriormente el secreto se convertirá en un lazo social fundador.

–¿Max Weber fue el primer sociólogo en prestarle atención al secreto cuando estudió el funcionamiento de la burocracia?

–Al margen de algunos trabajos de Simmel, los sociólogos no se han interesado mucho por el tema. Incluso el estudio de Weber sobre la burocracia no se concentra tanto en torno del secret, sino en otras cuestiones. Hay una paradoja respecto del secreto que se refleja en la forma escrita. Siguiendo a Simmel, cuanto más se escribían las informaciones, menos se posibilitaban las prácticas del secreto. Pero cuando nosotros miramos cómo funciona la burocracia, constatamos que eso es totalmente falso, porque la burocracia se construye sobre las prácticas del secreto. No es tanto el objeto de secreto lo que es importante, sino la forma en que se lleva adelante el secreto. La conducta desviada no se la considera así hasta que alguien la califica de conducta desviada. Lo mismo ocurre con el secreto. En realidad, no hay nada detrás del secreto; es como un sobre vacío.

–¿Pero cuál sería el rol del secreto en sociedades que proclaman entre sus principales valores la transparencia, la “mística de la verdad”?

–El secreto cumple un papel regulador en las democracias, juega sobre un tiempo resbaladizo porque después de un determinado plazo ese secreto se va a saber, sin importar demasiado su contenido. De hecho es como jugar al ajedrez: mientras las piezas no se caen, podemos seguir jugando. Hay un juego social alrededor del secreto y eso es muy interesante observar.

“Si existiera una sociedad tan transparente, estaríamos bajo una lógica totalitaria”, agrega Giraud. “Es imposible vivir constantemente bajo la mirada de los otros. Vicente Descombes decía que el secreto es algo que puedo decir pero que no puedo decir, lo que implica que hay pensamientos, opiniones e informaciones imposibles de ser revelados”, subraya el sociólogo. “Si se expusiera la vida íntima de los políticos, estaríamos en el riesgo de caer en un sistema totalitario que sería mucho peor que si se ocultaran determinadas cuestiones que los políticos pudieron haber dicho de su vida íntima o de su sexualidad. Es sorprendente ver cómo los norteamericanos se encarnizaron con la vida sexual de (Bill) Clinton –ejemplifica–. Como telón de fondo, percibo una violencia moral que se esconde detrás del puritanismo. Los franceses somos mucho más permisivos que los anglosajones en los asuntos de la moral. Hay que dejar a las personas que vivan sus vidas sin escandalizarse.”

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