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Lunes, 8 de octubre de 2007

LA NOCHE DE LOS MUSEOS, UNA PROPUESTA QUE SIGUE CRECIENDO

Un peregrinaje por amor al arte

Más de 400 mil personas respondieron a la convocatoria, que permitió recorrer Buenos Aires de punta a punta. La hoja de ruta incluyó exposiciones, teatro, danza, talleres y recitales.

 Por Suyay Benedetti

Finalmente el sol hizo acto de presencia el sábado y su caída acompañó el comienzo del día en que todos los museos se preparaban para recibir a un público atípico en un horario poco común. Más de 400 mil personas concurrieron esta vez a La Noche de los Museos. Alrededor de 300 actividades, entre exposiciones, teatro, danza, performances, talleres y espectáculos musicales nutrieron la abultada agenda, que cerró la noche con una gran fiesta al aire libre en Puerto Madero, frente a la sede de la Dirección General de Museos.

El puntapié inicial fue dado a las 19 por autoridades del Gobierno de la Ciudad en el Museo Sívori. Desde allí salió el recorrido oficial que comprendió la visita al Museo Evita, el Malba, el Palacio San Martín, el Palais de Glace y el Centro Cultural Recoleta. A las 19.30 la ciudad todavía estaba semivacía. El Cabildo, sí, comenzaba a tener sus primeros visitantes. En la puerta, algo que se repetiría a lo largo del recorrido, una chica no repartía los clásicos volantes –programas de la noche–, sino un afiche que hablaba de la emergencia presupuestaria que sufren los museos y los esfuerzos que realizan los trabajadores para mantenerlos abiertos y actualizados.

La calle Defensa estaba cortada para la ocasión y un nutrido grupo se agolpó durante toda la noche frente a la puerta del Museo de la Ciudad, presenciando instalaciones artísticas y bailes típicos. La contemplación y la “fiebre” por los objetos expuestos fueron tan grandes que dentro del Museo de la Ciudad una chica dudaba de si el baño era efectivamente un baño o sólo estaba allí para ser contemplado. Una ayudante de sala se acercó para confirmarle los hechos. A pesar de que todo espacio dentro del recinto fuese un potencial lugar de exposición, sí era un baño, y estaba para usarlo.

En la Manzana de las Luces se podía ver una larga fila de casi dos cuadras que tenía como meta concretar las visitas guiadas por los túneles. A medida que caía la noche las colas comenzaron a ser moneda corriente en cada puerta de los museos. Una muestra de que, frente a la oferta de actividades culturales, siempre hay demanda.

La ministra Fajre señaló, consultada por Página/12: “Los números han superado totalmente mis expectativas. Si bien nosotros sabemos que se trata de un evento del que la ciudadanía disfruta, más de 400 mil concurrentes es un número muy contundente. Creo que éste es un evento que tiene una impronta territorial muy grande y una relación directa con la ciudad. La posibilidad de armar varios circuitos hizo que descentralizáramos la oferta y que muchos más vecinos lo hayan podido disfrutar. Más allá de los museos se veía entre los concurrentes una alegría de encontrarse, de reunirse y de comentar sobre lo que veían”.

Nanni Arias Incollá, de la subsecretaría de Patrimonio, explicó: “Nosotros pensábamos que al haber agregado museos íbamos a poder mantener la misma cantidad de gente del año pasado. Que, de por sí, ya nos había parecido muy importante. Este número demostró que La Noche de los Museos se instaló como una actividad, porque realmente se vio que hay una gran avidez. El número de museos se agrandó también porque las instituciones se acercaron. Eso requirió también que sumáramos recorridos y colectivos”. Y celebró que el tiempo no jugara una mala pasada: “Hizo frío, pero 18.000 jóvenes presenciaron los recitales que se realizaron en el Centro de Museos. Si ha habido una palabra que definió la velada fue diversidad: diferentes museos, diferentes ofertas, para diferentes públicos. No se veía sólo lo estándar. Esta iniciativa sirve también para replicar lo vivido. Las personas que hicieron la recorrida les contarán a sus allegados lo visto, y seguro que ellos vendrán a verlo también”.

Desde las 22 el recorrido obligado llevaba a todo el mundo a caminar con el viento en contra hacia el Centro de los Museos en Costanera Sur. El patio ofrecía una exposición de artistas que realizaban sus obras ante la mirada atenta de los visitantes. Había además una invitación: todos pudieron disfrutar de bateas de arena para hacer esculturas, acercarse a la técnica del grabado y experimentar con moldes ya hechos, o conocer las historias que contaba una chica sobre las delicadas muñecas de trapo que exhibía. Media hora más tarde, la platea improvisada en la calle se aprontaba para ver la película Amalia, de Enrique García Velloso. Un film mudo de 1914 que contó con el acompañamiento musical de La National Film Chamber Orchestra, encabezada por Fernando Kabusacki.

Al finalizar la proyección comenzó la música en el cierre de este año de La Noche... con “Vagabundo”, de Martín Buscaglia. La canción comienza así: “Qué importa saber quién soy, ni de dónde vengo ni hacia dónde voy”. En esencia lo que ocurrió esa noche. Grupos que recorrieron de punta a punta la ciudad de Buenos Aires. Después vendrían los tambores de La bomba del tiempo. Ansiosamente esperados para poder bailar al son de la batucada y espantar el frío que todavía arreciaba. Kevin Johansen, en tanto, cerró la velada ante unas 18 mil personas. 399.182 personas asistieron a los museos. Esa cantidad sumada a la que se acercó a la Costanera Sur, a presenciar el festival de cierre, alcanzó una cifra final de 414.000. Datos para certificar el crecimiento de un encuentro que ya es un clásico de la ciudad.

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El Malba fue una de las etapas del recorrido.
 
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