ADRIEN MONDOT
El artista francés habla del show que trajo a la Argentina. Combina malabares con diversas técnicas de arte digital.
“Con esto puedo hacer malabares con el mundo.” “Esto” es una computadora portátil y quien dispara la frase es Adrien Mondot, un artista francés que hoy y mañana presentará a las 21 en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062) Convergence 1.0, un show que combina malabares y la magia del arte digital, expresado en esta ocasión con proyecciones, y bien aderezado con música en vivo.
Mondot vino a presentar el espectáculo en el Festival Internacional del Mercosur (en Córdoba) de la mano de la Embajada de Francia y la escuela de circo El Coreto, a cuyos alumnos brindará talleres sobre su especialidad: los malabares y cómo combinarlos con nuevas técnicas. “El arte digital es una gran herramienta exploratoria. Podés hacer cosas que de otro modo no serían posibles. Yo utilizo el malabarismo digital para explorar nuevos modos de hacer malabares”, señala en la entrevista con Página/12.
–¿No es sólo otro modo de llegar a lo mismo?
–Uso la computadora porque no podría decir las mismas cosas sin ella. Quiero transmitir sueños y pesadillas, y para mí no hay otro modo de hacerlo sin arte digital.
–¿Qué le permite hacer la computadora?
–Bueno, el malabarismo tradicional es acerca de interactuar con objetos reales. Pero cuando uso esta herramienta, puedo hacer lo que quiera: si quiero cambiar la gravedad, lo hago; si deseo que la bola vaya más lentamente, lo hago. Normalmente, hacés malabares con cosas, con esto, puedo hacer malabares con el mundo.
–También con usted mismo.
–Sí, claro, también hago malabares conmigo mismo. Vea.
Enciende su laptop y carga un programa de su propio diseño, “es muy duro intentar explicarle a alguien lo que quiero, porque hay un montón de cosas que no puedo decirlas en palabras”, comenta, que además de malabarista es ingeniero en sistemas.
“Es muy simple: aquí hay una pared (señala una línea blanca en la pantalla), aquí está el escenario (señala una línea verde en el modelo digital) y ahora agregamos las pelotas, que con un toque del teclado se ponen en movimiento”, dice Mondot. Durante los siguientes minutos el malabarista nos llevará en un rápido recorrido por las posibilidades del programa que utilizó para construir las proyecciones que interactúan con él en escena, en lo que llama “realidad aumentada”. Un proceso complejo que, sin embargo, el artista prefiere mantener lo más abierto posible.
–¿Por qué esta necesidad de apertura?
–Lo importante, más allá de las proyecciones, es que estoy allí, yo interactúo con las pelotas. La cellista que toca en vivo, por ejemplo, puede afectar el recorrido de las pelotitas cuando hace sonar su instrumento. De modo que esto puede ser más “reactivo”. Me gusta mantenerlo vivo. Un espectáculo en escena sólo con proyecciones de video no está realmente vivo si no reacciona a lo que hacés.
–Usted reúne en el espectáculo varios elementos de distinto corte: por un lado los malabares, que vienen de antaño, por otro la programación, que es muy reciente, y música en vivo, un elemento muy tradicional del teatro.
–Quería incluir el cello porque me preocupaba que el arte digital pareciera algo frío, o inhumano. Este instrumento es muy hermoso, es suave y cálido, así que podía traer otra sensación a escena, cierto equilibrio. De hecho, tras bambalinas tenemos a alguien que complementa la música desde su computadora.
–En cierto punto del show usted decide romper con esta tela donde proyecta las imágenes y se queda solo frente al público, ¿a qué se debe?
–Porque no estoy detrás escondiéndome, ¡quiero ser real! Mucha gente piensa que la esencia del show es la espectacularidad de ver lo proyectado, lo técnico en conjunción con mi actuación. Pero no es así, no es sólo un ejercicio. Intento transmitir algo más íntimo, más cercano que sólo malabares y computadoras.
Una muestra de ese intimismo se desliza en la entrevista cuando Mondot se descalza y toma una bola de acrílico transparente para la sesión de fotos. Lo que sigue se asemejará a un ritual hipnótico en el que no se sabe bien si el malabarista “crea” la pelota con sus movimientos, o quién ordena los movimientos de los cuerpos, si el propio artista o el objeto (“¡soy yo!”, aclara el francés entre risas). “En definitiva, los malabares son una forma abstracta de expresarse, y es necesario que la gente me vea para que pueda interpretar”, concluye Mondot.
Entrevista: Andrés Valenzuela.
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