Vie 26.10.2007
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OPINION

Recuperar la identidad

› Por Juan Cabandie *

Esta gente estuvo especialmente ocupada en criarme con tal dependencia a ellos, de modo que no pudiera tener espíritu crítico, que no pudiera hacerme muchas preguntas, que no pudiera ser libre. Debía ser obediente, muy obediente en todo ámbito y en todos los matices de la vida cotidiana. Nos criaron bajo las normas cristianas –si entendemos que las fuerzas armadas pregonan el cristianismo, son católicos apostólicos romanos y que la Iglesia fue cómplice–, siguiendo una moral de las buenas costumbres de la familia ordenada, la familia militar. Debían inculcarnos una manera distinta pues estaban criando a los hijos de sus enemigos...

Si analizamos el psiquismo perverso, creo que no estaríamos errados al decir que estas personas se creían magnánimos: tenían el poder de quitar la vida y de dar vida, como si fueran dioses. Quitan vida a los 30.000 desaparecidos y dan vida a nosotros, los 500 chicos robados, apropiándose de la vida de los militantes, de la vida de los hijos de los militantes y sustituyéndoles la identidad. A veces me asombro de cómo logré romper las cadenas. No logro dar con la respuesta justa pero se acercaría al pensar que adentro mío había otra cosa, había otro registro, había y hay un vínculo con mis papás verdaderos, un espíritu avasallador, crítico, revolucionario, transgresor. Eso me sirvió para romper las cadenas que me ataban al disciplinamiento que ejerció esta familia. El hombre que me robó era del Servicio de Inteligencia de la Policía Federal, un tipo muy fascista, que se jactaba de haber hecho allanamientos en los ’70, de haberse robado objetos como discos, guitarras u otras cosas...

Al recuperar mi identidad fui acercándome a la militancia de Abuelas de Plaza de Mayo y la tomé como una causa mía, la hice propia. Porque una sociedad no puede dormir tranquila cuando tiene más de 400 jóvenes que no conocen su identidad. Las Abuelas me dieron un CD y un libro que llaman El archivo de la memoria, entrevistas a personas que han compartido algún momento con nuestros papás, incluso audios y algunas fotos de lugares donde nuestros viejos concurrían. Así conocí el Club Colegiales, donde mis papás se conocieron y a partir del cual se generó el producto de la unión de amor entre ellos que soy yo.

* Texto incluido en la muestra Spazi.

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