Hoy concluye el Salón del Comic, una convención de historietas que presentó una ruptura del formato que viene presentando desde hace años este medio de contacto con los lectores. El referente más cercano y punto inevitable de comparación es Animate, antes conocida como Megacomics, que se realizó en agosto pasado en el predio ferial El Dorrego con una concurrencia total que superó las 20.000 personas.

Lo curioso (e interesante) del caso es que ambos eventos fueron impulsados por la misma gente y apoyados por la mayoría de las editoriales locales del rubro. ¿Por qué, entonces, dos convenciones en tan poco tiempo? La respuesta echa luz tanto sobre los lectores de historieta en el país como sobre el estado de la industria local.

El primer detalle inusual que salta a la vista sobre el presente Salón del Comic es que es una convención dividida en dos. El fin de semana pasado estuvo dedicada al manga (historieta japonesa) y al animé (dibujos animados japoneses), mientras que la de este fin de semana se enfocó en las viñetas vernáculas, europeas y norteamericanas. Normalmente, una convención de este tipo convoca a todos los fans de los dibujos y globitos en el mismo predio, en un gran evento multitudinario. La división, en esta ocasión, obedeció a la “demografía” del ambiente comiquero.

Pablo Muñoz, organizador tanto de Animate como del Salón, comentó las diferencias entre el público seguidor del manga y el aficionado a la historieta tradicional: “El consumidor de manga es muy joven, hay muchas chicas y tiene mucha influencia de la televisión. Con un agregado: sólo leen eso, es muy raro que se aboquen a otro género”, explica. “Es un público más adolescente y festivo, en el que impactan los concursos de disfraces (cosplay) y el karaoke”, agregó.

En comparación, el lector “tradicional” es más receptivo a leer algo de “otro palo” si la propuesta es buena o interesante e independientemente de su origen. Además, el público tradicional “va más a las charlas, talleres y proyecciones”, señaló Muñoz. Por eso, atendiendo a estas diferencias, los organizadores decidieron montar un encuentro orientado a charlas y actividades, personalizando cada una de acuerdo con su público. Por caso, quienes se acerquen hoy al centro cultural de la zona del Obelisco, podrán presenciar encuentros abiertos de editores locales, encontrarse con dibujantes de diferentes estilos plasmando en papel el mismo guión ante el público o discusiones sobre los nuevos soportes digitales y su impacto en la historieta. A destacar también las proyecciones: a partir de las 15 serán en continuado y sobresale una serie de cortos censurados por Warner y Disney.

Además, el invitado internacional para la ocasión, Esad Ribic, dará su última conferencia. Ribic es un dibujante croata que trabaja para Marvel Comics y su último trabajo de fuste fue una miniserie de Silver Surfer tras los guiones de Michael Straczynski (responsable durante años de El Hombre Araña y creador del éxito de ciencia ficción Babilonia 5).

“Una feria grande, como Animate, sirve un montón industrialmente y rinde más económicamente –explica Muñoz–, pero por tanta asistencia la gente no siempre se entera de las charlas, quizá no hay buena acústica o no hay buenas salas para proyecciones.” La masividad, explican en la organización, tiene sus pros y sus contras. El evento “chico” (si 3500 personas en su día pico puede llamarse así) que es el Salón del Comic redunda en algunas comodidades presentes en el Centro Cultural Buen Ayre (Sarmiento 1272) que dejaron sorprendidos a los visitantes (y al cronista). ¡Sillones! ¡Escaleras alfombradas! La sorpresa fue tanta que los cosplay del fin de semana pasado tuvieron un comportamiento “de Mirtha Legrand”.

Para el año que viene, el plan de los organizadores es repetir la experiencia. Otras dos convenciones grandes, como Animate, y otras tantas como el Salón están en carpeta. Es de esperar, sin embargo, que en los eventos de mayor envergadura el público seguidor del manga siga aumentando su proporción, lo mismo que las revistas en las bateas de los kioscos.

A nivel industrial esto tiene un correlato más o menos directo. El año que viene ya no quedarán distribuidores locales con la licencia de historietas estadounidenses, con lo cual el comic “occidental” sufrirá un retroceso. La contracara positiva de esto es el sostenido reverdecer de la historieta local, ayudado por el tipo de cambio y ediciones más accesibles. Aunque todavía le falte mucho para afirmarse definitivamente, el ritmo de publicación de algunas editoriales locales habla de un público hambriento de novedades de calidad con sabor argentino. En esa línea, el jueves se adelantó Imaginadores, un documental sobre la historia del comic local, con entrevistas a varios de nuestros exponentes.

Informe: Andrés Valenzuela.