UN JUICIO PECULIAR EN ESTADOS UNIDOS
Jeffrey Howell “quemó” canciones de sus discos para usar en su PC y su reproductor digital: no lo enjuician por subir temas a la red sino por realizar “copias no autorizadas”.
› Por David Alandete
Desde Washington *
Las compañías discográficas estadounidenses han llevado la protección de sus derechos a extremos inimaginables. El último paso lo dio Atlantic Records, subsidiaria del grupo Warner y propietaria de los derechos de, entre otros, The Corrs, Missy Elliott y James Blunt. En una demanda contra la familia Howell, de Arizona, la compañía asegura que es delito grabar en el disco rígido de la computadora personal la música de un CD comprado de forma legal.
Jeffrey Howell, un taxista de Scottsdale, guarda cientos de álbumes en su PC: según su versión, todos comprados en tiendas de discos. Todos pasados a su computadora para escucharlos en casa o en su reproductor digital. Pero en 2006 recibió una citación judicial por haberse conectado al programa de intercambio de archivos Kazaa: ahora los demandantes le piden 40 mil dólares. A Howell lo había cazado SafeNet, que trabaja para la Asociación de Empresas Discográficas de América (RIAA, en inglés), conectándose permanentemente a los programas de descarga para detectar infracciones legales. Howell, que no puede costearse un abogado, se defenderá a sí mismo. Ira Schwartz, abogado de Atlantic, asegura en un escrito entregado al juez que pasar música de un CD al disco rígido de la computadora genera “copias no autorizadas”. Los demandantes definen el mp3 como “un formato comprimido que permite la inmediata transmisión de archivos de audio digitales de una computadora a otra por correo electrónico o cualquier otro protocolo”.
El juicio contra los Howell comenzó ayer. En la demanda, Atlantic asegura que “una sola copia puede llevar a millones de descargas a través de programas Peer to Peer (P2P)”. La industria discográfica ataca así al verdadero corazón de la revolución digital: la capacidad de convertir la música de un CD a formato digital. Miembros de la RIAA negaron que su intención sea impedir que los usuarios pasen música a su computadora personal. Pero en su propia web, este organismo asegura que el comprador no tiene el “derecho legal” de “transferir una copia al disco rígido de la computadora o al reproductor portátil”.
En octubre de 2007, un juzgado de Minnesota multó con 126 mil euros a Jamie Thomas, una madre soltera que ofreció 24 canciones a través de Kazaa. El juez estableció que no es necesario demostrar que alguien descargó las canciones de la web para condenar a quien las ofrece. En los últimos años, la RIAA presentó hasta 22 mil denuncias con este mismo argumento.
Así están cambiando las costumbres de los internautas. Un programa P2P, como Limewire o Emule, implica que los contenidos que el usuario se descarga también se ponen a disposición de los demás miembros de la red. Muchos están sustituyendo los programas de intercambio de archivos por el acceso libre y gratuito a blogs. Cientos de ellos, creados en el último año, ofrecen enlaces a páginas donde se puede descargar música gratuitamente. Dos empresas se reparten la mayoría de este mercado, también llamado “alojamiento en un click”. Rapidshare ocupa el número 12 en la clasificación de páginas más visitadas del mundo, según la empresa de mediciones Alexa. A Megaupload le corresponde el puesto 14º. Las discográficas pueden localizar a los administradores de estos sitios web a través de sus direcciones IP. “No puede ser muy difícil encontrar a los dueños de estos blogs”, explica Tracy Medrano, experta en propiedad intelectual de la Universidad de Cornell, en el estado de Nueva York. La RIAA puede, además, denunciar a la empresa que ofrece el alojamiento web. De este modo, compañías como Blogger se pueden enfrentar a denuncias millonarias.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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