Mar 26.02.2008
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UNA FIGURA INDIE CON UN PREMIO DEL MAINSTREAM

La ambigüedad de Diablo Cody

› Por Julián Gorodischer

En el balance, La doble vida de Juno sólo se llevó la estatuilla al Mejor guión original para Diablo Cody, esa oveja negra que calza tan bien con las prioridades de la industria. Su propia biografía fue el guión de un best seller (Candy girl) y una película, sobre la base de su historia como desnudista menos pensada. Sus musas son adolescentes desangeladas, salidas del esquema de la familia tradicional y la vida como debe ser vivida. Con La joven vida... rompió el molde habitual para las historias de hijos dados en adopción y embarazos interrumpidos; sólo el melodrama se había ocupado, por lo general, de bajar línea a favor o en contra del aborto.

Y Diablo pateó el tablero, contó una historia agridulce en la que Juno figura en el centro de la escena; recaudó 120 millones de dólares, se colocó doblemente por encima de la que le sigue en entradas vendidas (Sin lugar para los débiles) e hizo de Diablo Cody (el personaje y la guionista) un boom creativo, contratada por Steven Spielberg para guionar la telecomedia The United States of Tara, preparando el terreno para una historia de horror y una comedia femenina, Girly style, como si fuera una versión junior de Sex and the city. No trabaja sobre previsibilidades. “Siento una responsabilidad personal respecto de la representación del adolescente en el cine americano”, declaró al diario El País de Madrid. “Se suele mostrar a chicos únicamente interesados por el sexo y a chicas puramente materialistas. Todo es muy superficial y yo tengo mucha fe en los jóvenes.” La obra de Diablo Cody recrea una extraña ambigüedad que escatima golpes de sensiblería sin convertir sus películas en objetos fríos. La emoción de Juno es siempre contenida y su posición ante el aborto –que la protagonista no realiza, pero sobre el cual no se dicta sentencia moral– es “por la libertad de elección”, según declaró la guionista en el Festival de Cine de Gijón, en España.

El ascenso estelar remite a otras dos figuras conocidas, las de Matt Damon y Ben Affleck, que luego de ganar con En busca del destino (que dirigió Gus Van Sant) pasaron a las ligas mayores de la industria como héroes de acción. La de Guión original parece ser, cada tanto, una categoría reservada a lanzar a nuevas estrellas indie, con frecuencia obsesionadas por genios incomprendidos y familias disfuncionales como las que pueblan las ficciones de Todd Solondz y Wes Anderson. Pero la familia a lo Jason Reitman, que guionó Cody, incluye una novedad que suele ser más propia de los suburbios londinenses de Mike Leigh que de los regodeos neuróticos en Manhattan: antes que desplegar su drama interior, los Mac Guff, el clan de Juno, tienen que resolver el día a día y esos conflictos de familia trabajadora norteamericana empapan la historia, sin subrayados ni moralina, reaccionando contra un statu quo intelectual. “Entiendo –declaraba Diablo Cody– que otras comedias quieran ser películas blancas y familiares, pero en el fondo son conservadoras.”

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