Domingo, 2 de marzo de 2008 | Hoy
PUBLICAN EN LA ARGENTINA HATE, DE PETER BAGGE
A más de 12 años de la muerte de Kurt Cobain, su figura sigue siendo el emblema de la “generación X”, esa que desde Seattle llegó al mundo a caballito del grunge. Sin embargo, ese movimiento cultural excedía a la música y una de sus facetas más reveladoras fue el comic. Hate, la historieta de Peter Bagge, ayudó a definir una generación norteamericana que se reconoció en sus personas y sus historias llenas de cinismo, representantes de una nueva contracultura. Ahora, de la mano de Domus Editora llega a la Argentina una recopilación de los cinco primeros números de esa serie, en los que su protagonista (Buddy Bradley) llega a Seattle. Una pequeña, imperdible muestra de un artista fundamental de la cultura de la década pasada. Aprovechando la excusa del lanzamiento y las bondades del e-mail, Página/12 pidió a Bagge algunas reflexiones sobre su trabajo, los ’90 y la juventud norteamericana de hoy. Y el hombre que dibuja narices enormes, que es capaz de reírse por correo electrónico y ama el pop viejo, respondió.
–Usted ayudó a definir la generación “X” y el movimiento grunge en los ’90. En retrospectiva, ¿qué piensa de ellos? ¿Todavía los odia?
–(Risas.) Jamás los odié, pero tampoco los adopté o me sentí realmente parte de ellos. Por un lado, soy técnicamente demasiado viejo para ser un “generación X” (supongo que debería haber nacido después de 1964 o algo así), y además los voceros de esa corriente eran demasiado llorones y se quejaban demasiado de cada detallecito. ¡Estaban mucho a la defensiva! Pero por otro lado (el bueno), un montón de lo que antes era formalmente considerado arte o música “under” de pronto consiguió un montón de atención y aceptación.
–Kurt Cobain fue otra figura central del movimiento, ¿qué piensa de él?
–No lo conocí personalmente. Tampoco fui un gran fan suyo, aunque me gustaron mucho algunas de sus canciones y era un cantante muy poderoso. Creo que es una pena trágica lo que le sucedió, aunque no estoy muy seguro de que se pudiera haber evitado.
Hate (editado en Argentina con el subtítulo “Bronca”) presenta a Buddy Bradley, un joven que, hastiado de la vida familiar, decide ir a Seattle a buscarse una nueva vida. Allí alquila un departamento donde convive con algunos perfectos impresentables, sale con una neurótica total y se esfuerza por mantener su trabajo en una tienda de libros. Los jóvenes de la época vieron en Buddy y en sus aventuras un retrato de sus vidas. La paradoja es que la descripción venía de alguien que renegaba del grunge y que se definía como un tipo bastante normal.
–Alguna vez dijo que Buddy era un alter ego suyo, pero diez años más joven. ¿Sigue siéndolo?
–Más o menos. Su vida tiende a reflejar la mía en algunas formas, aunque sin muchos de los detalles.
Hate ya no se centra en la juventud de Seattle, e incluso Buddy se ha mudado. Su vida de adulto lo encuentra viviendo con Valerie (su novia neurótica de siempre), con un hijo y más barrigón, pero sin nada del sex-appeal que invoca Calamaro.
Informe: Andrés Valenzuela.
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