RICKY GERVAIS HABLA DE THE OFFICE, EXTRAS Y EL ROL DEL HUMOR EN LA PRODUCCIóN TELEVISIVA
“Hago comedia para sacarme algo de adentro. Necesito decir algo y pongo todo en eso”, dice el actor, que en Extras se cruza con un seleccionado de estrellas para dejar una mirada vitriólica.
› Por Roque Casciero
Aunque en los canales de TV de todo el mundo la mayoría de las comedias vengan enlatadas desde EE.UU., cada tanto los ingleses se despachan con algún programa de alto octanaje de risas. En los últimos tiempos hubo muy buenas series como Coupling o Little Britain, pero la que más brilló fue, sin dudas, The Office. Ese programa, construido como un reality show “de oficina”, salió de imaginación de Ricky Gervais, un tipo acostumbrado a mirar de otro modo las situaciones cotidianas y a meter la púa para generar una clase de humor que deja levemente incómodo al televidente. The Office tuvo dos temporadas de seis capítulos y un especial de Navidad, pero en EE.UU. alguien vio el filón: con Steve Carell como protagonista, la exitosa versión norteamericana está a punto de iniciar su quinta temporada. Gervais, mientras tanto, hizo Extras, otra serie sobre un lugar de trabajo: en ese caso, puso el ojo dentro de los sets de filmación, donde un grupo de extras trataba de ganarse la vida mientras soñaba con ese golpe de suerte que los convirtiera en estrellas. La serie, que ya se vio por HBO, llegará al cable básico a partir de abril, los viernes a las 22 por I-Sat. En el primer capítulo, que se verá el 4, la acción es en un set donde el humorista Ben Stiller –que hace de sí mismo– dirige una película “comprometida” sobre la guerra mientras maltrata a todos sus colaboradores. Y a los extras, por supuesto.
“Me resulta más interesante la tensión que hay en el trabajo que la dinámica familiar”, explica Gervais a Página/12. “La mayoría de las series sobre familias son similares, sólo dependen del lado que las abordes. En cambio, hasta The Office no habían existido comedias que trataran realmente sobre el ambiente de trabajo, al menos no de un modo realista. Creo que esta clase de programas interesan porque uno pasa más horas en la oficina que con su familia. Y además me gusta el hecho de que uno no elige a la gente con la que trabaja: no son amigos ni parientes, lo único que tienen en común es que trabajan en el mismo pedazo de alfombra durante ocho horas al día”. Unas cuantas reflexiones parecidas a éstas las decía Tim, el personaje más sensato de The Office, en el especial de Navidad. Porque la serie, además de seguir a los personajes, también les cuestionaba su proceder. “Cuando la hicimos estaba esa moda de los reality shows en la que seguían a gente común que se convertía en famosa”, recuerda Gervais. “The Office, igual que Extras, trata también sobre la fama. Hoy todo el mundo quiere ser famoso, es como una obsesión enfermiza. Me fascina que la gente crea que ahí está la raíz de la felicidad. Para muchísimas personas, si sos famoso, sos feliz”.
–Dejó de hacer The Office y Extras después de dos temporadas, ambas en sus momentos de mayor éxito. ¿Se aburre de las ideas y quiere pasar a la siguiente?
–Me aburro rápido, pero ésa no es la razón principal. Lo que quiero es parar antes de que otra gente se aburra. Vi miles de programas que eran buenos en sus primeras temporadas y que cuando se hacen exitosos, los apuran, los hacen por el dinero o para tener más rating, o se repiten porque tienen temor de que al público no le guste. Yo nunca me preocupé por eso, porque nunca me importó lo que piensa el público sobre mi trabajo, lo hago para mí. Y si hacés algo para vos, sin condicionantes, hay suficiente gente en el mundo que va a apreciarlo. Con The Office y Extras los temas eran bastante universales, y The Office ya se vio en noventa países. Siempre quise que mis programas fueran los favoritos de alguna gente y no el vigésimo favorito de todo el mundo. Esa fue una de las razones por las que los dejé: no quería diluirlos. Por otra parte, hay muchas cosas que quiero intentar, entonces no quiero quedarme atado a una, sería un poco aburrido. Quiero explorar en la escritura, la actuación, el stand up, las películas, dirigir... Un poco de todo porque... Sí, supongo que tiene razón: me aburro muy rápido (risas).
–Con tantos intereses diferentes, ¿qué pone en el casillero de “profesión” cuando viaja al exterior?
–Nosotros ya no tenemos eso en el pasaporte, pero si alguien me preguntara qué hago supongo que diría que soy comediante. En general, eso es lo que hago, ya sea en TV, cine o libros. Todo está en el campo de la comedia. Obviamente, en The Office y Extras hay un poco de drama, porque queríamos que fuera en formato de sitcom y no sólo con chistes y pelucas graciosas. Queríamos algo que le agregara un costado dramático, que fueran personajes reales. En todo lo que hacemos hay realismo y algo de drama porque eso tiende a durar más. Los chistes no duran para siempre, pero los personajes sí. No queremos ser la gran cosa por un par de años, queremos que nuestro trabajo dure, que en veinte años haya gente que compre los DVD de The Office y Extras. ¡Y no por el dinero! Es por la sensación de que lo que uno hace es valioso y no tiene fecha de vencimiento, como para construir algo así como un pequeño legado que no sea afectado por el paso del tiempo.
–Entonces, ¿no tiene problemas en que haya más temporadas de The Office en Estados Unidos?
–En realidad, hago comedia en persona para sacarme algo de adentro. Necesito decir algo y pongo todo en eso. La razón por la que hice The Office es porque trabajé siete años en una oficina e hice todas mis observaciones ahí. Podríamos haber continuado, pero no queríamos que se metieran otros guionistas y directores, y queríamos seguir con otra cosa. Pero The Office continúa como una franquicia. Hay versiones en Chile, en Canadá, en Alemania, pero son las versiones de otros. No sé, si alguien va a grabar una versión de “Yesterday”, Paul McCartney no se aparece en el estudio y le dice: “No, yo no la haría así”. Pero, a diferencia de lo que me sucede a mí, a él le pagan por eso (risas).
–¿O sea que usted no tiene injerencia en las versiones?
–No me preocupa no estar involucrado en el mismo grado. La versión francesa, por ejemplo, era literal, sólo la tradujeron, como una fotocopia. Ahora estoy involucrado con la alemana y la canadiense, y soy productor ejecutivo de la norteamericana, pero se manejan solos y funciona perfectamente. Y creo que tiene que ser hecha por norteamericanos para norteamericanos, sin mucha interferencia. No conozco Estados Unidos tan bien como los guionistas y productores, así que me parece que tienen que mantener el espíritu, pero hacerla a su modo. Es levemente diferente: son levemente mejores en su trabajo y tienen dientes levemente mejores que los nuestros (risas).
–Si hizo The Office con lo que observó en sus años en una oficina, ¿de dónde sacó las características de los personajes de Extras?
–De los cinco años que llevo en el showbusiness. Extras no fue una sátira sobre el mundo del espectáculo, del mismo modo que The Office no era una sobre la vida en la oficina. Ambos son sobre el comportamiento humano: The Office era sobre la lucha por sobrevivir, porque a nadie le gusta ir a trabajar para otra persona, mientras que Extras es sobre la amistad. En The Office nunca veíamos la vida privada, los sueños y las aspiraciones, mientras que en Extras vemos sus esperanzas y los seguimos en todos los aspectos de sus vidas. Trata sobre cuatro personas. Andy Millman, que dejó su trabajo porque quiere buscar algo glamoroso, conoció a una amiga, Maggie Jacobs, que es simpática pero medio estúpida, pero es su única amiga de verdad. Ella busca romance, alguien importante en su vida, y entonces no se ha concentrado en una carrera y se siente medio perdida. Y también está el agente inservible de Andy, Darren Lamb (Steven Merchant, el socio de Gervais), que no tiene idea de qué hacer y que sólo tiene otro cliente, Barry (Shaun Williamson), en una posición tan mala como la de mi personaje.
–En cada capítulo de Extras hay estrellas invitadas, lo que le agrega interés, pero sobre todo realismo.
–Es cierto. Las comedias y los dramas pueden ser excitantes y divertidos, pero si no son realistas no se te meten en el corazón. Y si vas a trabajar en un set de filmación o de TV, vas a cruzarte con Samuel L. Jackson o Kate Winslet, entonces sólo tengo que preocuparme de que sea divertido cuando suceda. La gente que participó del programa es increíble: David Bowie, Ben Stiller, Robert DeNiro... ¡Increíble!
–Andy siempre dice barrabasadas con respecto a las nacionalidades y las minorías. ¿Qué diría si lo entrevistara un periodista argentino?
–Me parece más probable que David Brent dijera alguna barrabasada.
–Bueno, en el primer capítulo de Extras Andy le dice a una mujer japonesa: “Chinos, japoneses, ¿cómo voy a saber qué son?”.
–Oh, sí (se ríe). No sé... ¿Qué puedo decir de la Argentina? Ustedes tienen a los gauchos...
–Pensé que iba a decir algo sobre Maradona.
–Maradona, ahhhhh... Bueno, si no les gusta Extras, yo no lo escribí: ¡fue la Mano de Dios!
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