En julio de 2001, cuando la BBC emitió la primera temporada de The office, no hubo demasiado revuelo ni reconocimiento. Fue el boca en boca el que convirtió a la serie de Gervais en suceso, apoyado por el lanzamiento en DVD. Por eso los medios y el público ingleses estaban ansiosos por ver la segunda temporada, que lideró el rating del canal BBC2 en 2002. En diciembre del año siguiente llegaron los dos capítulos del “especial de Navidad” que cerró el círculo. Extras tuvo un impacto similar, además del hecho de que se estrenó con poco tiempo de diferencia en Estados Unidos (fue una coproducción de la BBC y HBO). Entre ambas series, Gervais acumuló dos premios Emmy, tres Golden Globe y siete Bafta (el Emmy inglés), pero él dice que no le presta mucha atención a las estatuillas. “Cuando hice The office no pensaba en ganar premios, ni lo soñaba”, afirma. “Y estaría igual de orgulloso del programa si no hubiese ganado tantos premios, porque lo hice por el trabajo. Amo pensar en algo cómico o triste, escribirlo y que eso llene mi día. Lo que me interesa es el proceso creativo. Obviamente, es mi trabajo y quiero que la gente lo mire, tengo que venderlo para vivir, pero lo más interesante para mí es el proceso creativo. Todos deberían hacer algo creativo, no importa si es jardinería o dibujar algo que nadie va a ver, porque la creación es muy humana: desde que se tallaban figuras en las paredes de las cuevas, el hombre siempre quiso dejar su marca en el mundo. Y sé que tengo mucha suerte de tener a la creatividad como trabajo.”