¿Qué posibilidades hay de que se abran procesos en países centrales, sobre todo en Estados Unidos?

–Esa es una de las preguntas más importantes que nos hacemos todos. Si esa justicia internacional sólo se aplica a tiranos y torturadores del tercer mundo, entonces no es una justicia completa. No tenemos que dejar de lado esos casos. Las víctimas chadianas están muy gratificadas de que trabajemos con ellos, ésa es una realidad. No son, precisamente ellos los que preguntan por qué no lo hacemos, por ejemplo, con un ex funcionario estadounidense como Henry Ki-ssinger, Son, por el contrario, los acusados africanos o latinoamericanos los que dicen “por qué no lo hacen con Ki-ssinger también”. Pero de todos modos es un argumento cierto. Yo escribí un informe en 2005 que se llama Getting away from torture, que presenta los argumentos para abrir una investigación criminal contra Donald Rumsfeld, George Tennet de la CIA y otros responsables de Guantánamo, Abu Ghraib. Nosotros también reclamamos justicia para casos como ésos. Pero sabemos, asimismo, que es mucho más difícil. Es evidente que la lucha para crear las condiciones políticas que permitan juzgar a Rumsfeld o a Kissinger es mucho más ardua. Lo deploramos, por supuesto, pero no por eso dejamos de ayudar a las otras víctimas de los dictadores en distintos lugares del mundo.