Domingo, 4 de mayo de 2008 | Hoy
ENTREVISTA AL ARTISTA PLASTICO CIRUELO
A lo largo de su carrera ilustró tapas de libros, historietas, discos y videojuegos, diseñó personajes para películas y, desde hace tres años, se volcó a la literatura. Hadas y dragones se llama el libro que está presentando.
Por Andrés Valenzuela
“La imaginación es un don que hay que proteger”, comentará Gustavo Cabral, mejor conocido como Ciruelo, casi al final de la entrevista. El encuentro se había concertado a propósito de Hadas y dragones, el libro que está presentando en la Feria del Libro en el stand de A4 Editora, su primera obra decididamente volcada a la literatura tras una larga carrera dedicada a la plástica. La charla con el artista argentino radicado en España, sin embargo, había comenzado en un tono bien distinto.
–Usted es daltónico. ¿No está harto de que le pregunten sobre eso?
(Ríe) –No. Entiendo que pueda llamar la atención que un pintor sea daltónico, y me hacen toda clase de preguntas que escuché millones de veces, pero que me interesa responder cuando tengo tiempo, porque es uno de esos misterios que no tienen respuesta. Conocí muchos colegas daltónicos. En mi caso el problema me ayudó a lograr muy bien diferentes planos, sombreados y claroscuros. Por mi percepción del color, todo se valoriza.
–Lo ayudó, entonces.
–Me di cuenta de que era mi punto fuerte con los petropictos (dibujos sobre las vetas de la piedra), porque ahí descubro formas, porque el color no me distrae y tengo mucho control sobre el volumen. También tengo momentos de percepción extraordinaria de las cosas y no puedo creer lo que estoy viendo. Capaz tengo que quedarme una hora viendo una montaña, o una roca, cosa que a la gente normal no le pasa. Pero con el color soy cada día peor, últimamente les tengo que pedir ayuda a mis hijos.
–Un asunto se repite muchísimo: suelen titular sus notas como “El señor de los dragones”, ¿esto tampoco lo cansa?
–Cansarme no es la palabra. Pero es una generalización que no engloba todo lo que hago, deja mucho afuera. No me molesta necesariamente. Es cierto que el tema de la especialización es muy importante en el campo en el que me muevo, sobre todo en Estados Unidos.
A lo largo de su carrera ilustró tapas de libros, historietas, discos y videojuegos, expuso sus pinturas en Europa y Estados Unidos, hizo petropictos, diseñó personajes para películas y, desde hace tres años, se volcó a la literatura. El formato de libro ilustrado, asegura, es el que lo colma. “Durante muchos años apliqué la ilustración a la idea de otro, hacerla para un libro que yo escribo es un paso adelante en la creación.”
–¿Por qué la incursión en la literatura?
–La cuestión literaria me acompañó siempre, toda la vida escribí, pasa que como no era mi actividad principal no pude pulir la técnica. Me puse a escribir por la sencilla razón de que cuando creo una imagen la imagino con un guión, qué está pasando, quiénes son los personajes, qué están haciendo. Eso es una historia. La literatura está muy relacionada con mi arte. Y la música es el mismo lenguaje. Si literatura y arte son dos modos de explicar la misma idea, la música es la tercera. Muchas ideas me vienen con sonidos. Pero es mi pasión secundaria por una cuestión de tiempo.
–¿Tantas facetas del arte explican por qué el tema del libro es justamente ése, el arte?
–Mi trabajo, mi profesión, es mi obsesión, mi arte, mi vida, y a su vez es mi familia. Es central porque el arte es mi vida. ¿Entonces de qué otra cosa voy a hablar que sepa más, que no sea esto?
–Usted es un poco Kume, el protagonista, ¿no?
–Sí, eso es un poco autobiográfico en un sentido, pero también es la biografía de mis hijos. Que no sé si dibujan todo el día porque me vieron a mí dibujar o porque venían con ese fin. Yo me inclino por la segunda, porque a mí me sorprendieron mucho desde chiquitos las observaciones que hacían y me daba cuenta de que ellos veían el mundo, y mucha gente no lo ve, no pone una atención analítica en lo que está viendo, los artistas somos así por naturaleza. Ellos tienen esa aptitud, tienen pasión por los libros, además y les gusta dibujar, pintar, escribir.
Por un rato la conversación parece perder la ilación con el tema convocante. Nada más lejos de ello, quince minutos después queda claro que lo central del arte en la vida de Ciruelo y su familia es inherente a Hadas y dragones que, no en vano, lleva por subtítulo “El arte es magia”. Es el arte, justamente, el hilo conductor de la vida de Ciruelo, que él mismo se encarga de exponer en la entrevista, y el hilo conductor del libro. “Intento inculcar un valor del arte.”
–Yo trabajo en mi casa, ahí está mi estudio. y no podría tener mi estudio fuera como muchos colegas. Mi vida personal está en mi trabajo. La casa me la diseñé y construí a mano, con ello en mente: mi estudio es el cuarto más grande y está en el centro de mi casa. Además, mis hijos vuelven del colegio y yo estoy en casa. Yo quiero que así sea, me parece fundamental.
–Les inculca a sus hijos la pasión por el arte.
–En casa hacemos muchísimas actividades artísticas, musicales, de todo tipo. No hay televisión en casa, no hay videojuegos. Hay toda clase de deportes, tenemos un jardín muy grande. Somos muy familieros, todos mis amigos también. Además, todos mis amigos son músicos, y algunos también dibujan. Todo esto es natural y primordial: hago todo en mi vida para que ello suceda. Te recalco esto porque en las culturas del primer mundo, el trabajo es el trabajo y cuando se termina se van a su casa o al bar y ahí se termina. Para ellos el trabajo es una especie de maldición. Y después están los que son muy fanáticos del trabajo y al revés, pierden contacto con el resto del mundo. Para mí es algo integrado.
–¿Cómo es lo de la tele y los videojuegos?
–Es por una decisión racional. La gente se sorprende, me preguntan si sufren. ¡Y no! Si no saben lo que es ver la televisión. Tampoco hay videojuegos, sí algunos educativos relacionados con la escuela e Internet. Esto es por una serie de cosas que yo vengo viendo, sobre todo en Europa, que se comen el tiempo de la gente, la tv, las maquinitas, pocos estimulan la imaginación, y te meten en unos loops mentales que no generan un mundo de abstracción como te genera un libro. Fijate lo que pasa con los que estamos acostumbrados a leer y vemos una película. Cuando decimos “la película era pobre”, es porque nuestras imágenes mentales eran mucho mejores que la película. Les pusiste olor, caras a los personajes. Eso es un don, un valor que hay que proteger. Hay demasiada información en este mundo vertiginoso, se chupa tu tiempo. El día sigue teniendo 24 horas.
Además de la importancia del arte en la vida cotidiana y la relación de los protagonistas con su entorno, el relato de Ciruelo trabaja mucho sobre la dualidad femenino-masculino. Aparece entre los dragones, niños y niñas, amazonas y artistas transhumantes, magias de hombre y magias de mujer.
“Pinto el mundo de la dualidad. Las dos fuerzas que rigen este mundo tridimensional en que vivimos.”
–Se percibe una inspiración fuerte en filosofías ancestrales.
–Si hay una pregunta que tengo que contestar muy seguido también es “¿por qué dragones? ¿No es una imagen demasiado demoníaca?”. Y en realidad no. Porque para las culturas orientales el dragón no tiene nada de demoníaco, es una entidad muy poderosa relacionada con la tierra. Incluso para las culturas incaica, azteca, maya, mapuche, la serpiente alada, que no deja de ser un dragón, representa justamente la energía del universo y tiene una personalidad y una función muy concretas. La cuestión demoníaca vino con el cristianismo, que simplemente parte del plan de la Iglesia Católica de demonizar algo para contrastarlo con lo que ellos llamaban “bien” y venderte su película.
–Justamente dedica su libro a las culturas precolombinas.
–Muchas cosas que aparecen en mi libro tienen fundamentos mucho más profundos de filosofía, misticismo, culturas y otras cosas. Todo esto hace referencia a ciertas cosas relacionadas con el arte que para otras culturas ancestrales eran normales. Para ellos el arte era parte de la vida, hasta para mantener la salud. Nosotros lo hemos perdido.
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