Sáb 27.04.2013
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FOTOGRAFIA › MAÑANA SE CELEBRARA EL DIA MUNDIAL DE LA FOTOGRAFIA ESTENOPEICA

Una herramienta con el milagro de la luz

Esta práctica permite capturar imágenes con la ayuda de una caja hermética a la luz, con un agujero del tamaño de la cabeza de un alfiler de un lado y material sensible del otro. Se hizo popular en ámbitos de enseñanza no convencionales y contextos de encierro.

Si algo caracteriza a esta era es un notable interés por el registro de imágenes: cualquier objeto es potencial portador de una lente y, por ende, cualquiera posible “fotógrafo”. De esos parámetros, la fotografía estenopeica retoma sólo algunos, que reforzará en distintas ciudades del Globo (Buenos Aires, incluida), mañana, cuando se celebre el Día Mundial de la Fotografía Estenopeica. Más simple de aplicar que de pronunciar, la técnica permite capturar imágenes con la única ayuda de una caja hermética a la luz, con un agujero no más grande que la cabeza de un alfiler (de ahí su nombre en inglés, Pinhole Day) en un lado y cualquier tipo de material sensible a la luz en el otro. Lo de “caja” es, en realidad, un formalismo. Las fuentes consultadas por Página/12 usan desde botas de lluvia encontradas en la calle hasta cajas de fósforos o latas de tomates. Cualquier objeto es bienvenido en el desarrollo de una “herramienta” que, lejos de jactarse de su excentricidad, estrecha manos con algunos de los rincones menos felices de la realidad social.

Desde hace años, esta técnica polirrubro comenzó a popularizarse en ámbitos de enseñanza no convencionales y contextos de encierro, como cárceles, barrios de emergencia, aunque también en talleres de centros culturales y organizaciones sociales. Su potencia expresiva justifica, en parte, el uso pedagógico que se da en ámbitos en los que la educación se asocia más a la capacitación laboral que a la estimulación y formación artística. “En una cárcel o una villa, donde no tienen acceso a una escuela de fotografía, les permite expresarse en primera persona, contar y mostrar su realidad como quieren, de manera distinta a la de alguien de afuera. La idea es que no sea un tercero el que retrate y cuente cómo viven y qué es lo que hacen”, explica la fotógrafa Alejandra Marín, que desde el ’99 brinda talleres de fotografía para chicos de Ciudad Oculta, y a partir de 2009, a mujeres detenidas en la Unidad 31 de Ezeiza. Allí se sumó a la asociación civil Yo No Fui –iniciativa que empuja proyectos culturales y productivos dentro y fuera de la cárcel–, que el año pasado publicó Luz en la piel, el primer libro de fotos que recopila parte del material de sus talleres.

“Muchas veces –compara–, el fotógrafo de un medio muestra una realidad que no es la que viven los chicos. Por ejemplo, aparecen jugando en la calle o, en verano, mojándose con una manguera, no desde el lado de la pobreza, sino del juego. En cambio, ellos la transmiten de un modo distinto.” Junto a Natacha Ebers, Marín es además una de las organizadoras de la iniciativa que, en Buenos Aires, intenta replicar la celebración global de los aficionados y profesionales del estenopo desde hace tres años. En la Argentina fueron ellas las que, tras participar de los festejos charrúas en 2008, iniciaron la tradición con una variedad de actividades conmemorativas. Las mismas que este año tendrán lugar en Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730), mañana de 11 a 20: talleres para expertos y amateurs, charlas, mesas redondas y hasta una muestra con fotos de autores locales y foráneos (podrán verse hasta el 31 de mayo) serán algunas de las propuestas gratuitas para los interesados de este lado del charco; en 2012 sumaron 200, pero este año estiman que esa cifra se duplicará.

Por fuera de la celebración formal, Marín destaca otra cualidad de la técnica que termina de explicar su cercanía a contextos y ámbitos de bajos recursos. Cuenta que aprendió a usar la estenopeica a la par de los pibes de Ciudad Oculta porque no tenían un mango. “Es muy económica –justifica–, tenés más acceso a los materiales. Hacés un taller de fotografía con una lata o caja de zapatos, un papel fotográfico y químico que son más baratos que un rollo profesional.”

Lo mismo aporta Rocío Reverte, integrante de Cámaras Rodantes, colectivo ideado como proyecto de educación visual itinerante que dicta cursos y talleres en la escuela Isauro Arancibia y para chicos de la Villa 21 a través del Frente Popular Darío Santillán. “Es una herramienta increíble para trabajar con los pibes porque no hace falta demasiado presupuesto. Los pibes de clases bajas muchas veces no pueden tomar talleres pagos. Nos parece copado poder generar una igualdad en educar en imágenes y brindar un espacio de reflexión”, explica la joven, y agrega: “También ayuda al laburo que hacen otras organizaciones: brinda un espacio de contención y empoderamiento. Los pibes hacen algo más interesante que quedarse en una esquina o meterse en algo que no está bueno”.

Cámaras Rodantes será uno de los grupos que expondrá su experiencia durante la jornada estenopeica, a la que también se sumará Micaela Ursomarzo, fotógrafa y estudiante de Pedagogía Social y tallerista en comedores, centros e institutos de menores hace tres años. Actualmente, es docente del curso trimestral de estenopeica dictado por Proyecto 30, iniciativa desarrollada bajo la órbita de Madres de Plaza de Mayo. Al igual que Reverter, define a la técnica como una “herramienta”, una “excusa” para afianzar el vínculo con los chicos: “Suele pensarse que sólo deben tener una formación en oficios para trabajar y nada más. La fotografía les permite tener una mirada artística, les da herramientas para flexibilizar la forma de pensar y expresarse. Lo laboral y lo artístico no van por lugares distintos”, reflexiona Ursomarzo.

“A diferencia de lo que proponen las nuevas tecnologías, la fotografía estenopeica tiene otra impronta. Los chicos lo hacen todo con sus propias manos e incentiva su creatividad”, concede Reverter. Lo mismo destaca Marín: “Desarrolla la reflexión y postura crítica más de lo que permite la fotografía digital, con todo lo inmediato que tiene. Con una cámara estenopeica se puede sacar sólo una foto y luego hay que regresar al laboratorio, revelarla y volver a cargar la cámara para poder seguir. El tiempo que te tomás en decidir qué fotos hacer y cómo la vas a componer genera una reflexión superior y, por eso, es interesante usarlo en el penal”.

Informe: Daniela Rovina.

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