Viernes, 10 de mayo de 2013 | Hoy
FERIA DEL LIBRO › JUAN JOSé PANNO PRESENTó DICCIONARIO FóBAL CLUB, LA IMAGINACIóN AL POTRERO
La charla en la feria, de la que participaron Alejandro Fabbri, Carlos Ferreira y Carlos Ulanovsky, fue como una reunión de amigos que se tiraban paredes entre sí y nombraban formaciones futboleras históricas de memoria, como en una competencia en la que todos aprendieron.
Por Leonardo Ferri
En la misma noche en que Vélez y Tigre recuperaban el partido postergado por la pelea de Sergio “Maravilla” Martínez, en la zona de Plaza Italia se desarrolló otro tipo de partido, uno de esos encuentros que los comentaristas no dudarían en calificar como “demasiado hablado”, pero que sin dudas resultó más entretenido que el disputado en el estadio de Liniers. En la Sala Domingo Faustino Sarmiento de la Feria del Libro fue presentado Diccionario Fóbal Club, la imaginación al potrero (Colihue), un compendio de curiosidades, anécdotas, datos históricos, recuerdos, estadísticas, perfiles y reflexiones en clave de humor, escrito por Juan José Panno e ilustrado por Eduardo Maicas. De este picado literario repleto de gambetas dialécticas y definiciones caprichosas, no sólo participaron los autores, sino que también se sumaron los amigos y colegas Alejandro Fabbri, Carlos Ferreira y Carlos Ulanovsky, autor de uno de los dos prólogos del libro (el otro fue escrito por Román Iucht).
“Panno es un tipo que juega con todo, que tiene sentido del amor, porque para impregnar de humor al otro hay que quererlo”, arrancó Ferreira, haciendo jueguito con algunas palabras como para estar a tono con el libro. Porque Diccionario Fóbal Club es eso, jugar, divertirse con el ir y venir de los significados del lenguaje tribunero, a veces literal y exacto, otras colorido y audaz; pero siempre auténtico. El libro enumera y explica más de 343 palabras y expresiones futboleras y, quizá sin querer, dialoga y dibuja una permanente sonrisa en la cara del lector a lo largo de sus 143 páginas. Este diccionario encuentra (porque sí, cada una constituye un hallazgo) una definición para términos como aguatero, autito (con una imperdible anécdota ligada al loco Bielsa), barrabrava, felicidad, jarabina (un Hrabina pasado por el filtro del Mauro Viale relator), monumental, vuvuzela y patadura, entre otros. Sin menciones directas hacia Boca o River, sí hay entradas para nombres propios como Platense, Grondona, Brazenas, Giunta o Sanfilippo, y también para expresiones como volumen de juego, tres dedos, pulpo Paul, la máquina, cazar mariposas y muchas más.
Tal como explicó Fabbri (o mejor dicho, como comentó), “Diccionario... es un cóctel de conocimientos, humor, dibujos y datos muy difíciles de reunir”. La entrada de “Capitán Beto” puede ser una excusa para hablar de la canción de Luis Alberto Spinetta, pero también para contar la anécdota por detrás de la no-dedicatoria del músico hacia la estrella de River. Es ahí donde se nota la mano del autor, periodista desde 1967 (y de Página/12 desde 1990) y sobreviviente de varios mundiales y redacciones. Cada definición escapa a la obviedad y al lugar común con ternura, nostalgia, lucidez y la sabiduría que traen los años. Mientras que “crack” significa “sonido onomatopéyico que indica que algo se rompió en el molde de los futbolistas convencionales y apareció uno distinto, genial”; términos como “embolsar” tienen más de una acepción: una es “acto de atajar la pelota apretándola contra el pecho, sin dar rebote”, mientras que la otra es “lo que hacen con el dinero ciertos dirigentes de fútbol en transacciones triangulares más turbias que el agua del Riachuelo”. En este diccionario, “cabezazo” no es pegarle a la pelota con alguno de los parietales, sino pegarle en el medio del pecho a un rival, tal como hizo Zinedine Zidane con Marco Materazzi en la final del Mundial 2006.
Diccionario Fóbal Club es una oportunidad para enterarse de muchas cosas desde el humor y la anécdota, pero también desde el saber, sin ningún tipo de formalidad, sólo con la solemnidad de la charla de café que tan bien destilaban los textos de Roberto Fontanarrosa. Quizá por eso, entre historia e historia, Maicas recordó (o mejor dicho, relató) aquella vez que había conseguido llenar ese álbum de figuritas en el que la difícil era Pelé, y que equivalía a una pelota que apenas pudo estrenar con sus amigos de la infancia, porque enseguida llegó el “autito” de la policía y se la llevó. “Esos eran los abuelos de los de la Metropolitana”, bromeó. Y hacia allí derivó la presentación formal, que se convirtió en una reunión de amigos y conocidos que se tiraban paredes entre sí y nombraban formaciones históricas de memoria, como en una competencia en la que nadie gana o pierde, pero todos aprenden. Como dijo Panno para cerrar y citando a Alejandro Dolina, “yo formaría un equipo con amigos, porque uno juega mejor entre ellos, aunque pierda”.
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