Lun 23.03.2015
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SERIES › MURDER IN THE FIRST, CABEZA DE PLAYA PARA TNT SERIES

Por las calles de San Francisco

La nueva señal de TNT dedicada íntegramente a series estrenó su primera producción, un policial que quiere ser como los de antes dentro de un nuevo marco para las ficciones, que abarca tanto al típico policía trastornado como a los tiburones de Silicon Valley.

› Por Federico Lisica

Con Murder in the First (lunes a las 22), TNT Series tuvo su reciente desembarco en la tevé paga. La señal, que durante su presentación a la prensa fue definida por un ejecutivo de Turner como “un spin off” de su hermana mayor, ofrecerá nuevas temporadas de producciones conocidas (Suits, Major Crimes), ficciones de su propia confección (Falling Skies, Under the Dome, The Last Ship), algunas entregas emblemáticas (gran parte de la factoría de CSI) y novedades como este policial estrenado la semana pasada. Novedad, valga la aclaración, en el estricto sentido temporal ya que la creación de Stephen Bochco parece jugar a dos puntas, entre los modismos propios del género para tevé y los que imponen un contexto más sórdido para la ficción actual. Y en el medio hay dos asesinatos a resolver en la ciudad de San Francisco, siempre redituable en términos de criminología catódica. Murder in the First –que se presenta con diez episodios de una hora de duración– ya tiene confirmada una segunda temporada.

Los detectives de homicidios Terry English (Taye Diggs) y Hildy Mulligan (Kathleen Robertson) deben investigar dos muertes que aparentan ser de fácil resolución: un ajuste de cuentas entre dealers y una azafata que se rompe el cuello al caer de una escalera. El punto es que ambas confluyen en Erich Blunt (Tom Felton, en su primer papel notorio tras la saga Harry Potter). El CEO de la empresa de tecnología Applsn tiene todos los aditivos de un villano clásico bajo el manto de la modernidad tecnológica. Es un joven egocéntrico y canchero pero con un temperamento agrio, quien no duda en cachetear a sus subalternos como primera respuesta y sopapear al resto con su labia. Blunt, por otra parte, está a punto de lanzar un software revolucionario y le caen amenazas por fraude cual spam en su casilla de correo. Así que en esta producción también se desarrolla en reuniones con abogados, hay diálogos picantes y referencias varias a los modos de Silicon Valley. Queda claro que el arco de la primera temporada de Murder in the First juega a conciencia con algunos componentes de La red social (David Ficher, 2010).

Si Blunt encaja perfectamente con el identikit del sospechoso, los detectives lo harán con el modelo del oficial perturbado. Los primeros minutos presentan a Mulligan como una intuitiva policía, algo seductora, y madre divorciada, con varias asignaturas pendientes en lo que se refiere al cuidado de su hija (¿alguien dijo The Killing?). Por otro lado, su compañero está a punto de perder a su esposa por un cáncer. Las charlas de despedida con su pareja enferma fueron por lejos lo más flojo del piloto. English es una auténtica olla a presión, no soporta que maltraten a las mujeres, anda cabizbajo, y explota partiéndole la cara a uno de los acusados contra una mesa durante un interrogatorio. Tras el abuso policial, su jefe se robará el registro de video para que no queden evidencias. Por lejos, ese acto brutal –y la consecuencia– fueron el momento más logrado del primer episodio.

En cierto sentido la entrega tiene todos los síntomas del mal de The Wire. Se ha dicho que tras esa serie de David Simon, a cualquier otro intento de representar la vida en una estación policíaca se le notarán los hilos. Y eso sucede en Murder in the First. Aunque al estar concebida por un viejo diablo del género como Stephen Bochco (la inolvidable Hill Street Blues, NYPD Blue), la serie sabe cómo, cuándo y dónde atacar, con gran pragmatismo y recursos ínfimos. Como cuando el mundo de ese oficial se viene abajo y se lo muestra peleando con un cajón de su escritorio. O en esas grandes panorámicas de San Francisco con sus puentes rojos, tranvías, pendientes marcadas y calles perniciosas, en las que los espíritus de los polis encarnados por Karl Malden, Michael Douglas o Clint Eastwood parecen recorrerlas a la caza de algún malhechor.

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