“Este es un mundo en el que ya no podés ser ateo”, dijo Damon Lindelof sobre The Leftlovers, serie de la cual es su ideólogo y ayer tuvo el estreno de su segunda temporada por HBO (irá los domingos a las 23). La producción transita un tópico recurrente por estos días: hechos sobrenaturales donde la fe hace su juego (The Revenants, Los 100, Resurrection). Y en The Leftlovers no se trata únicamente de la temática (la desaparición instantánea de millones de personas en toda la Tierra), sino el modo en el que está presentada con el toque Lost como marca de fábrica (Lindelof fue una sus cabezas creativas). En el primer episodio hubo cabras sacrificadas dentro de un bar, cañerías que simbolizan la boca de la verdad romana, el agua bendita y el fuego impiadoso. Lo impactante es que esas simbologías fluyeron con naturalidad, sin caer en grandilocuencias. Esta temporada plantea un escenario nuevo por razones de fuerza mayor. En la ciudad de Mapleton una secta había causado un “pequeño apocalipsis”, por lo que el relato se reubica en Jarden; aunque reaparecerán varias caras conocidas (el ex policía Kevin Garvey, los hermanos Matt y Nora). ¿Por qué este confín de Texas? Es uno de los pocos lugares en toda la faz de la Tierra donde ninguno de sus 9261 habitantes fueron parte de la “Ascensión”, “El evento” o “La partida”. Hasta ahora.