SERIES › DIEZ EPISODIOS DE ASH VS. EVIL DEAD, POR FOX ACTION
La serie retoma la historia del cazador de demonios con el humor y el terror que caracterizaron a la trilogía de culto concebida por Sam Raimi y protagonizaa por Bruce Campbell. “No creo que haya nada parecido en la tevé actual”, dicen sus protagonistas.
› Por Federico Lisica
Fue justo a la mitad de Noche Alucinante, segundo episodio de la trilogía cinematográfica de Evil Dead concebida por Sam Raimi junto a Diabólico y El Ejército de las Tinieblas, cuando la saga dio con su tono. Y sería un momento clave para la historia del género. Tras la lectura impúdica de un libro mágico, distintos objetos de una casa embrujada comenzaban a reírse a las carcajadas (incluida la cabeza empotrada de un alce) junto a Ash Williams (Bruce Campbell). Nunca el humor había sido tan terrorífico y viceversa. Ese mismo nivel de desparpajo, frenesí y hectolitros de sangre caracterizan a Ash vs. Evil Dead (lunes a las 23 por FOX Action) que marca la vuelta de esta obra de culto ahora en formato de diez episodios televisivos (su señal original, Starz, ya confirmó una segunda temporada). “No creo que haya nada como esto en la televisión. Dura media hora, tenés el horror más puro que da miedo, tenés el gore al estilo Evil Dead, tenés ingenio y humor, es literalmente una montaña rusa. Aconsejo que vayas al baño antes de ver cada capítulo”, apunta la actriz Jill Marie Jones en una teleconferencia con medios latinos de la que participó Página/12. El suyo es uno de los tantos nuevos personajes de este universo donde encarna a una policía que persigue al protagonista.
Porque el centro de la historia es “ese veterano de guerra”, como lo definiera Cambell, el sujeto que perdió una mano luchando contra los deadites y coloca en su muñón una motosierra. No hay Ash sin Campbell. Tipo despreocupado y pagado de sí mismo, que lanza frases como un Elvis de medio pelo (“debo hacer algo de ejercicio, mi corazón está latiendo como el de un quarterback en una fiesta de promoción”). Tal vez sea un tic de cuando Campbell interpretó al rey del Rock & Roll en Bubba Ho-Tep. Y el antihéroe le sale de taquito. Difícil encontrar otro sujeto que pueda pasar de la slapstick comedy al dramatismo con un solo gesto.
Ash pasó las últimas tres décadas dándole la espalda a su historia, trabajando como repositor en un supermercado, escuchando Deep Purple a bordo de su Oldsmobile Delta 88, mintiendo sobre cómo quedó lisiado y buscando sexo sucio en bares de mala muerte. Hasta que retomará su destino con el hacha y la motosierra. Y es lo menos que puede hacer. Ash fue el responsable de desatar un posible apocalipsis al leer pasajes del Necronomicon (libro ficticio creado por H. P. Lovecraft) pasado de marihuana. “Sam Raimi, Bruce Campbell, y el productor Rob Tapertson son como los tres chiflados. Aman ese programa y creo que hay algo de ese formato aquí. A su vez, Sam trata de que todo sea ajustado y verosímil a este mundo”, especifica Ray Santiago que interpreta a Pablo Simón Bolívar, el infaltable ladero del “jefe”. “Lo ve como a un tío copado con el que se puede tomar un par de tequilas. Y lo humaniza porque Ash se empieza a preocupar por los demás”, apunta el actor. “Es el primer compañero latino en un producto de horror de este tipo sea en cine o tevé”, dice un poco en broma y bastante en serio. Porque si hay algo que caracterizó a Evil Dead fue su corrimiento de los límites. Mientras que el personaje de Jones expresa el lado más oscuro de la propuesta, el de Santiago es un Sancho Panza corajudo y querible.
El piloto incluyó guiños para los fans aunque más que parodia autoconsciente, la ficción le hace honor a uno de los emblemas del cine clase B, volviendo la nostalgia una inyección despreocupada y entretenida. Con sus diferencias de presupuesto y formato, hay una conexión entre Ash vs. Evil Dead y la resurrección de la franquicia de Star Wars por J. J. Abrams. En medio de su humor bobo y el miedo bien logrado, hay atinadas observaciones sobre el paso del tiempo, sobre los Estados Unidos resacosos (a pesar de haber sido rodada en Nueva Zelanda), y de la industria audiovisual como un producto destinado al deleite por vísceras y sangre falsa. “Creo que los fans van a estar orgullosos –asegura Jones–. Estuvieron esperando esto por años. El primer episodio fue algo así como Evil Dead para novatos. Explican tan rápido y tan bien su universo que podés disfrutarlo sin haber visto ninguna de las películas.” Ray Santiago se suma a esta idea: “Las cabezas van a rodar. Cuando terminamos de hacer cada episodio me digo a mí mismo: ‘Ok, esto está sucediendo. Realmente está sucediendo’. Nos están colocando en situaciones extrañísimas y sangrientas que los espectadores van a adorar. Es un poco kitsch, y una vuelta al horror más clásico, algo muy original, que no se suele ver así hoy en día. El secreto es que no nos tomamos muy en serio”.
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