Mr. Robot tenía todos los condimentos para convertirse en una serie maldita, pero resultó una maldita buena serie. La entrega ofrece hackers sociópatas, un guión con vueltas de tuerca y un corte estético hiperurbano. Y claro, también brilla el duelo actoral entre Rami Malek –a cargo del protagónico– y Christian Slater, el fantasmagórico Mr. Robot en cuestión. El próximo jueves será el debut de la nueva temporada por Space, con un episodio doble y sin publicidades (desde las 23) precedido por un especial. Además de extras y entrevistas al elenco, en Mr. Robot dec0d3d habrá testimonios de expertos en seguridad informática e intelectuales que darán su mirada sobre lo posibilidad de que haya un evento como el que se ve en la serie. Para las almas inquietas habrá un preestreno de la segunda temporada en un horario muy en línea con la tónica de esta ficción: será el miércoles a las 3 de la madrugada. Hoy y mañana desde las 22, por su parte, habrá una maratón de los episodios hasta aquí. Es un buen y necesario recordatorio de todos los eventos, la deriva de Elliot Alderson y las acciones llevadas a cabo por la “fsociety”. Ese empleado de una compañía de seguridad informática durante el día, tecnoanarco de noche, joven con alucinaciones y adicciones canalizadas del colectivo que provocaba un descalabro en la economía mundial.

“Es un programa raro sobre personajes extraños”, le había anunciado a este diario Sam Esmail, creador de la entrega y primer sorprendido por el impacto generado. Su intención había sido la de hacer un retrato poco caricaturesco del ambiente hacker, y dio con un producto venerado por crítica y público. En parte porque la estética y el formato de edición sigue esa línea una nebulosa como quien ha pasado mucho tiempo delante de una computadora. Otro de los puntos altos está en la actuación de Malek, a quien le basta su mirada para transmitir desamparo, locura y la sapiencia del que se sabe fuerte en su terreno. Hay conexiones con películas como Taxi Driver, V de Vendetta, The Matrix y especialmente con El club de la pelea, referencias que se perciben más bien como diálogos más que falta de originalidad. Ahí está el cover de “Where is my mind?” de The Pixies (central en el clímax del film de David Fincher) sonando en un episodio de la primera temporada. Al final de aquella, Alderson también se preguntaba quién era, donde estaba, más perdido y, paradójicamente, más despierto que nunca. Porque la “fsociety” había llevado el ciberactivismo a una nueva escala embistiendo contra el sistema bancario. “Estamos finalmente libres”, anunciaban en uno de sus videos viralizados tras haber eliminado deudas, borrado ahorros, atacado tarjetas de crédito y máquinas expendedoras de dinero. Mientras que su protagonista había descubierto un rollo de espesor hamletiano en el personaje de Mr. Robot.

Esta temporada retomará la historia tras el shock al sistema del que Alderson fue responsable. El punto es que su mente está en blanco y no recuerda nada de lo que pasó durante las setenta y dos horas posteriores al mismo. Y ahí estarán sus diálogos con Mr. Robot, su verdadero interlocutor, aunque ni el espectador ni el propio Alderson saben si está como ayuda o para llevarlo completamente a la ruina. “Estamos, literalmente, en la externalización de la mentalidad de Elliot y su conflicto interno con Mr. Robot como su otra mitad. En la primera temporada, no sabíamos quién era Mr. Robot ni sus motivaciones. Ahora lo sabemos”, planteó Esmail.

Llenar esos agujeros y ver las consecuencias de su accionar serán las claves de estos nuevos doce episodios. Mientras los hackers festejan su golpe, sugestivamente, las empresas atacadas han reaccionado con calma. Alderson, por otra parte, desdobla aún más su personalidad. El mayor de todos los enigmas, sin embargo, es saber qué aconteció con Tyrell Wellick, el ejecutivo de E Corp, fundamental en la debacle general y en cuyo auto apareció el protagonista. Así y todo Alderson parece saber qué es lo que sigue: la más pura incertidumbre.