Viernes, 19 de junio de 2015 | Hoy
CINE ONLINE › STEVE COOGAN, ROB BRYDON Y MICHAEL WINTERBOTTOM
Ninguna se estrenó en Argentina ni se vio por televisión. Pero tanto A Cock and Bull Story como The Trip y The Trip to Italy se consiguen subtituladas en la web y prueban que el humor de Laurence Sterne tiene eximios herederos.
Por Horacio Bernades
Todo comenzó con A Cock and Bull Story, versión cinematográfica de la legendaria Tristram Shandy, considerada una de las novelas más imposibles de filmar en la entera historia de la humanidad. Para llevarla a cabo, el realizador Michael Winterbottom se reunió por segunda vez con su amigo y vecino del norte de Inglaterra, el genial comediante Steve Coogan, protagonista de la recordada 24 Four Hour Party People. Coogan sugirió el nombre de su colega Rob Brydon, sumamente popular gracias a varios programas cómicos de la BBC, para que le hiciera “de Javier Portales” en esa zarpada comedia de época que resultó A Cock and Bull Story.
Allí quedaron establecidos los personajes. El irónico, distante, elegante y amante de los juegos de palabras Coogan volvería a encarnar el humor inglés, como lo había hecho en 24 Hour... (2002). Brydon sería el mismo galés rústico, ingenuo, tosco, ligeramente plomo y superdotado para las imitaciones que venía siendo en la tele. La química funcionó de periquete y tras A Cock and Bull... (2005), Winterbo- ttom volvió a convocarlos para The Trip (2010) y The Trip to Italy (2014). La primera de ellas, una serie de televisión que tuvo su versión para cine. La segunda, película “sola”. Ninguna se estrenó en Argentina ni se vio por televisión. Pero –¡oh, santa diosa Internet!– sí se consiguen online, con los subtítulos bien puestos. Así que es hora de hablar de ellas.
“Mi nombre es Steve Coogan y en esta película hago de Tristram Shandy”, dice el nativo de Manchester, al mejor estilo Kiarostami en Bajo los olivos, en una de las primeras escenas de A Cock and Bull Story. Kiarostami en versión comedia, claro. Si Tristram Shandy es una de las novelas más divertidas jamás escrita, su versión cinematográfica no le va en zaga. Publicados en forma de folletín por Laurence Sterne entre 1759 y 1767, los nueve volúmenes de Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy ponen patas arriba el género novela, cuando el género novela era jovencísimo. Claro, antes habían hecho lo mismo Cervantes en el Quijote y Rabelais en Gargantúa y Pantagruel, ambos ídolos y referentes del irlandés Sterne (1713-1768).
Narrando en primera persona y dirigiéndose al lector en forma directa, entre otras subversiones Sterne se pasa tres tomos anunciando el nacimiento del protagonista. Protagonista que de los nueve volúmenes termina protagonizando dos, porque a la altura del tomo seis de- saparece para siempre. La demora para nacer obedece al carácter digresivo del narrador, que no puede parar de irse por las ramas, demorándose en infinidad de historias hasta llegar al punto. Winterbottom condensa esta pasión por la dilación en una escena de parto que dura varias secuencias. En ella la mamá de Tristram rompe bolsa a grito pelado, asistida por su mucama, mientras en otra habitación el papá, el tío y el médico se enfrascan en interminables discusiones sobre cierto aparejo recién inventado, llamado fórceps.
“Condensar” parece haber sido toda una idea-fuerza para el realizador de In This World (2002) y Camino a Guantánamo (2006), tan famoso por su hiperproductividad como por su flexibilidad en cuestión de temas y estilos. Para concentrar más de 700 páginas en menos de 90 minutos se requiere una mayúscula operación de desagregación, reduciendo algunos episodios y eliminando otros, borrando personajes de un plumazo o estrechando su participación a una única escena. Todo lo cual está perfectamente habilitado por el texto original. En los antípodas de la novela cohesiva y rigurosísima, al estilo clásico, Tristram Shandy se parece más a una suma de módulos que, como los estantes de una biblioteca, se pueden poner o sacar sin dejarla renga. Winterbottom percibió que de infilmable, la obra maestra de Sterne no tenía nada. Salvo para los academicistas del cine clásico, incapaces de concebir algo que no obedezca a las reglas aristotélicas. Pero, ¿por qué pretender filmar de modo clásico una novela que se anticipó a la modernidad en varios siglos?
En A Cock and Bull Story (título que juega con el sentido figurado, “Una historia extravagante”, y el literal, “Una historia de pija y toro”), Coogan hace del protagonista –incluyendo la escena del nacimiento, donde se lo ve bajando por un útero gigante de utilería–, del padre del protagonista y, se supone, de sí mismo. Fidelísima trasposición del transgresor ludismo de Sterne, que excede incluso a lo textual para trastocar con la gráfica misma, la película de Winterbottom mezcla el plano de la trasposición novelística con el de las circunstancias de su rodaje. O, eventualmente, su no rodaje. En la ficción de A Cock and Bull..., tras una reunión del equipo creativo con los productores se decide incluir una historia que ocupa un par de tomos en el original, y que originalmente se había quitado. Para ello convocan especialmente a Gillian Anderson, que hace de Gillian Anderson. La hacen filmar dos secuencias enteras y finalmente dejan todo afuera, para bronca de la actriz.
Rob Brydon hace del tío Toby, uno de los personajes centrales, que vive obsesionado, como un chico con sus soldaditos de juguete, con la batalla de Namur, en la que combatió. Hace también de Rob Brydon, claro, compitiendo con Coogan para ver quién se queda con más escenas. Y quién luce más alto en escena. Para ello Coogan persigue por todo el rodaje a la jefa de vestuario, en busca de un par de zapatos más altos. Las incesantes y muy británicas agudezas entre ambos se mantienen en The Trip (la película y la serie, que consta de doce episodios de media hora) y en The Trip to Italy, que por el momento es sólo película. En ambas Coogan invita a su amigo a acompañarlo en sendos viajes gastronómicos, para una producción periodística encargada por la revista dominical del diario The Observer.
El primer viaje es por el norte de Gran Bretaña, el segundo de la Liguria a la paradisíaca Capri. Coogan, que siempre hace un papel entre playboy y dandy, sufre a Brydon, que compone un tipo aniñado, que se la pasa haciendo imitaciones (geniales las competencias para ver quién imita mejor a Michael Caine o Al Pacino) y tiene escaso roce. “Exageramos los aspectos de cada uno que más se prestan a la comedia”, explicó Coogan al diario The Guardian. “Me gusta jugar con que el personaje que hago podría ser yo mismo, dándole más agresividad. Por lo cual algunas de las conversaciones con Rob son divertidas, mientras que otras resultan muy incómodas. Son verdaderas discusiones, es una exageración de lo que nos pasa en la vida real.”
“Dos escenas de A Cock and Bull... estaban entre las más divertidas de la película”, tercia Winterbottom. “En ellas, Steve y Rob se ‘chicaneaban’ durante una sesión de maquillaje y viendo las proyecciones de la película que habían filmado. Luego de eso nos juntamos varias veces a comer, con el tiempo suficiente como para que los dos divagaran sin problemas, y me pareció lo suficientemente divertido para mostrarlo en una película. Así que los invité a comer, pero ahora para la BBC, aprovechando para recorrer el norte, de donde somos los tres.” Comer yendo de un pueblo a otro, con tiempo para divagar. Y para que Coogan sufra con su nueva novia, a la que ruega un poco de bola por celular. En eso consisten The Trip y The Trip to Italy, y vaya que logran ser divertidísimas.
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