VIDEOJUEGOS › TIENDAS ONLINE Y WEBS TIENEN CATáLOGOS SIN CARGO
Aunque hay juegos de última generación que cuestan 1800 pesos, también existen opciones para no tener que desembolsar ni un centavo, desde los centenares de aplicaciones para teléfonos hasta las versiones beta o retro entregadas por los desarrolladores o las plataformas.
› Por Luis Paz
La séptima generación de consolas de videojuegos –la anterior a la actual, que es protagonizada por Xbox One y Playstation 4– revolucionó el mercado. Integrada por Xbox 360, PS3 y el simpático fracaso de la Wii, y perseguida por computadoras cada vez mejor adaptadas para el hardcore gaming, presentó capacidades ampliadas de procesamiento y almacenamiento. Eso implicó juegos más ambiciosos y con mayores presupuestos, derivó en la suba de los costos de producción y redundó en el aumento de los precios de venta, a la par de una mayor inversión en tecnología declarada antipirateo. Así, toparse con una batea argentina de videojuegos para consolas de octava generación puede resultar chocante: devaluación mediante, las escasas copias físicas del GTA V cotizan 1800 pesos y cualquier lanzamiento supera fácil los 1000. Pero hay diversas maneras de conseguir gratuitamente buenos videojuegos y vías legítimas para disfrutar tanto clásicos como novedades de notable calidad.
Meter la mano en el bolsillo es el camino más rápido. En las tiendas de aplicaciones para teléfonos y tabletas hay cientos, algunos muy divertidos y adictivos. La lista empieza en Plants vs. Zombies, Candy Crush o Truco Free, y no termina. Hay tantos que de a ratos pasar pantallas del listado se convierte en el pasatiempo en sí, aunque en tal volumen es frecuente que las ofertas sean redundantes. No obstante, hay muy buenos juegos de casi cualquier tipo: de disparos a zombies (Dead Trigger), de tierna plataforma (Badland) y de peleas, con personajes licenciados de Marvel (Batalla de Superhéroes) y DC (Injustice: Gods Among Us). Es que estudios de cine y TV, sellos literarios y comiqueros, y hasta discográficas, se acostumbraron a promover películas, series, libros y discos vía juegos. La cantante Taylor Swift y el rapero Kanye West tendrán los suyos próximamente, y hace días salió el ocurrente Futurama: Game of Drones, gratuito para iOS y Android.
Estos juegos casuales están forzando la conclusión de que, a esta altura de la partida, toda persona es un gamer en ciernes. Y todo casual game es, a la vez, una noticia en potencia: un gran ejemplo fue Leo’s Red Carpet Rampage, el divertimento para navegadores web que proponía hacer justicia con un Oscar para el CV de Di Caprio. Con juegos como ése o los de la casa local Shitty Games (con delicias 8 bits ancladas en la agenda mediática, como Super Lanatta Bros., Decretator o Chanogeddon), cualquier Chrome, Firefox, IE u Opera se convierte en centro de entretenimiento. También vía Archive.org, sitio que entre otras cosas recopila material web con derechos de autor vencido: en ese indexador hay un millar de juegos para Windows 3.1, títulos recordados del añejo MS-DOS, una gorda carta de arcades y clásicos para PC.
El contenido de Archive.org linda con el de ClasicosBasicos.org, un notable índice de juegos abandonware, un segmento que está en una zona gris de la legalidad. Abandonware es ese software (programas, juegos) que por diversas causas ya no es explotado comercialmente por la empresa que lo creó o por su distribuidora (a menudo porque dejaron de existir). Por ejemplo, los tan entrañables PcFútbol, Defender of the Crown, MDK u Oddworld: Abe’s Exoddus.
Pero para jugar gratis quedando puertas adentro de la legalidad, no todo es obras para el segmento móvil o títulos añejos. Hay movimientos similares en consolas y computadoras que incluyen producciones recientes, algunas con gran presupuesto. La tienda online Steam, líder en PC, y los Store de Xbox y Playstation, también tienen una base estable de obras gratuitas y liberan eventualmente títulos más reputados en ediciones no siempre acotadas. Los hay de esta década, como The Witcher 2 (recientemente en Xbox Live), o de este año, como el popular futbolero PES 2016, que tiene versiones breves gratuitas y multiplataforma para PS3 y 4, y PC. Sin detrimento de aquello, quienes pagan las membresías Xbox Gold o PlayStation Plus acceden a otras ofertas: en enero, por caso, el servicio de Sony regalaba el Grim Fandango.
Otras veces son las propias de- sarrolladoras las que mediante sus servicios entregan algún videojuego. Como Origin, de Electronic Arts, que hasta el 15 de marzo permite bajar gratis Need for Speed: Most Wanted, uno de carreras urbanas tan popular que generó una película e inspiró a los dueños de un lavadero de autos de Bernal para bautizar “I Need a Wash: Most Wanted” a su jabonoso negocio conurbano. O como Sega, que a mediados de febrero cedió en Steam los retro Golden Axe o Jet Set Radio. Y como Atari, que en su sitio comparte sus clásicos Pong, Missile Command, Asteroid y Lunar Lander, con mejoras en los gráficos y el sonido, y modo multijugador desde su sitio web.
Por último, las casas matrices de videojuegos suelen publicar betas o demos abiertos de inminentes lanzamientos. Hace unos días se pudo probar gratis el The Division, uno de los títulos que este año se esforzará por ponerse a cuestas el estado del arte del videojuego para levantarlo otro escaloncito.
No todo son cajitas de plástico con un disco y una paginita impresa por mil y pico de pesos. Pero tampoco todo es la búsqueda del Grial crackeado y el torrent. Si la computación, los videojuegos e internet son permanentemente puestos en el centro de debates más moralinos que legalistas sobre derechos de autor y tales cosas, la industria gamer ha sabido ser creativa para no sólo protegerse activamente sino también para habilitar obras y servicios gratuitos. El resto es discernimiento del jugador, pero sobre este tablero no vale decir que lo bueno sale caro. Ni siquiera que lo bueno salga algo.
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