MUSICA › CAñIZARES, UNA DE LAS GRANDES GUITARRAS DEL FLAMENCO ACTUAL
Hijo de padres andaluces, aunque nacido en Cataluña, reivindica las tradiciones populares y el saber académico. Trabajó con Paco de Lucía, Serrat y Camarón y acaba de grabar una versión para dos guitarras de la suite Iberia, de Isaac Albéniz.
Cuando toda la música clásica de Europa era más o menos igual, la de España ya era distinta. La fuerza del folklore y, en particular, la influencia árabe en el sur, parecía ser allí demasiado fuerte como para ser resistida. Incluso italianos como Domenico Scarlatti o Luigi Boccherini terminaban “españolizados”, y nativos como el padre Soler componían fandangos en la misma época en que desde Hamburgo hasta Nápoles se escribían gigas y gavottes. Ya en el siglo XIX, cuando un francés llamado Georges Bizet quiso hablar de una mujer salvaje eligió una gitana de Sevilla y su música se regodeó en habaneras, y Debussy y Ravel, en los comienzos del siglo XX, encontraron en España el pretexto perfecto para escapar de las escalas habituales.
Los propios españoles, claro, aprovecharon ese impulso. Entre ellos, Isaac Albéniz, autor de una obra fantástica como la suite Iberia, para piano, fue uno de los que logró cristalizar esa estética. Y el guitarrista Cañizares, que hoy toca en Buenos Aires y que acaba de grabar su propia versión para dos guitarras de esa suite, para Sony-BMG, da una nueva vuelta de tuerca: “Albéniz escuchó las músicas del sur español y esos ritmos y esas inflexiones están presentes en su obra. Lo que yo hago es, por un lado, darle el sonido de la guitarra, que es un sonido que en gran medida les pertenece a esas piezas y, por otro, poner un poco más en primer plano esas raíces, porque mi lectura nace desde allí”. Cañizares es uno de los más destacados guitarristas de flamenco en la actualidad. Compositor y arreglador, además de instrumentista, ha trabajado diez años con Paco de Lucía y colaborado con Serrat y Camarón de la Isla, además de haber tocado con Peter Gabriel, The Chieftains, Al DiMeola, Leo Brower, Michael Brecker, Mike Stern y Peter Erskine. Además ha compuesto para cine y para ballet.
Junto a Juan Carlos Gómez en segunda guitarra y Rafa Villalba en percusión, este músico que asegura que “no hay música que no cambie y eso incluye al flamenco”, actuará esta noche a las 21 en el Teatro Avenida (Av. de Mayo 1222). Hijo de padres andaluces, aunque nacido en Cataluña, descubrió la guitarra española de la mano de su padre y su hermano mayor Rafael y a los 10 años ingresó en el Conservatorio Municipal de Sabadell, para continuar sus estudios en Terrasa y Barcelona. En 1982 ganó el Premio Nacional de Guitarra de Jerez y después, junto a De Lucía, comenzó su notable carrera profesional. “Están los tradicionalistas, desde ya, que no admitían que el flamenco pudiera hacerse de manera distinta”, explica a PáginaI12 en una conversación telefónica. “Y Paco De Lucía vino, justamente, a demostrar, con su inmensidad como músico, que se podía ser flamenco y no ceñirse a la tradición de manera literal. Creo que nada sería igual en la música española si Paco De Lucía no hubiera aparecido.” Y así como en el pasado las culturas del sur español tentaron a propios y ajenos, fue justamente De Lucía el que no sólo incorporó elementos que venían de otras músicas, sino que provocó que nombres como los de John McLaughlin o Chick Corea se deslumbraran con el flamenco. “La improvisación no es lo mismo en el jazz y en el flamenco”, dice Cañizares. “En el jazz existe el swing y para nosotros existe el ‘aire’. El guitarrista flamenco, por otra parte, improvisa sobre secuencias preexistentes, las falsetas, y lo que hace, sobre todo, es elegir cuándo y dónde usar cada una.”
Cañizares partió del flamenco y tuvo, después, formación académica. Ni una ni otra tradición, cuenta, se impone a la otra. “Son diferentes miradas, simplemente. Es como si uno tuviera dos enciclopedias para consultar en cada caso. Como las dos son buenas y están bien informadas, no se contradicen, sino que se completan. Una dice algunas cosas que la otra no y la otra abunda en algún detalle que la primera pasaba de refilón. No digo que para todo guitarrista sea obligatorio tener las dos formaciones, Digo, simplemente, que mi propia música sería diferente si me faltara una o la otra. Soy el resultado de ambas. Soy un guitarrista flamenco que también ha escuchado a Albéniz en el conservatorio y soy un concertista que creció tocando flamenco.” Como esos niños a los que se tortura preguntando si quieren más a la mamá o al papá, Cañizares sonríe con indulgencia: “No hay por qué elegir”.
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