MUSICA › RECITAL DE BABASóNICOS EN EL LUNA PARK
En la presentación de Mucho, su último disco oficial, la banda de Lanús desplegó su glamour escénico, alimentado sobre la base de una incorrección ya naturalizada por sus fans, que vienen cada vez más chicos.
Los escalones son 18 y se encienden a medida que Dárgelos los pisa. La escalera, el vestuario y la luz recuerdan a Sid Vicious versionando “My way” en el Olympia parisiense. Dárgelos canta otra cosa, pero con el mismo espíritu: “Cuello rojo, renegado, cuello rojo, ¡bang, bang!”. Las chicas –muy chicas– suspiran y gimotean al recibir los codazos de ellos, que los acompañan con embestidas de caderas: “¡Bang, bang!”. Stop. Rewind.
El primero en aparecer, a las 21.17 del jueves, es Diego Tuñón, chupín negro, musculosa y gafas al tono. Va hasta la cima, donde se unen las dos escaleras cruzadas en el escenario. Panza, remera de jokerman, y Carca, piernas kilométricas en chupines de tiro corto, se quedan a medio camino, en el balcón destinado a la base rítmica. Diego Uma a la derecha (para el ojo del espectador) y Mariano Roger a la izquierda. Un triángulo perfecto.
Ahí está él: “Todo bien con el Diablo, sólo somos amigos, es que anduve negociando algo con él. Y como del intercambio salí vivo, me la voy a festejar hasta que me alcance la ley. ¡A la mierda lo que digan de nosotros!”. El festejo seguirá durante dos horas, con los anfitriones endemoniados, tocando “Sin mi diablo” pegado a “Estoy rabioso”. Arrancan con la furia adolescente que mostraron en Pasto y Trance Zomba. Pasaron 17 años. En Lanús ya no se consigue opio sintético. Gabo ya no está. A ellos ya nadie los espera en la esquina para decirles “ridículos”. Sus cabellos y sus discos vienen cada vez más cortos. Pero cada uno es todavía un “Pendejo”. Pause. Lo han dicho una y otra vez, su propuesta en vivo es: una tríada de temas al palo, uno para bajar. “Las demás” se proponía como perfecta en la escucha de su noveno disco oficial. Lo fue. Fast forward.
“Muñeco” y “Puesto”, de Anoche, ponen la cosa más bailable, calentando las caderas para “Pijamas”, que incluye aquellos personajes de campiña de los que Dárgelos tan bien se apropió en Dopádromo y Babasónica: “Por mi cama pasa un río y en el río un rebaño abreva al sol. Y un pastor inmóvil sentado en tus pies me canta, me encanta”. Tanto que se regocija, agachado al lado de Roger, y con su boca a medio metro de la de una preadolescente: “Entonces deshaz el hechizo que me obliga a arrastrarme entre Guinea y tus sábanas. Nuestra sociedad no ayuda mucho, mientras la pasas bien yo lucho”, le pide en “Cómo eran las cosas”.
Play. Con la perversión de todos a tope, no tienen mejor idea que hacer gala de ello con “Sátiro” (1997), de lo más hard rock de su carrera. Se saben rock y saben de rock tanto como para permitirse sintetizar su sonido en hermosos rockitos midtempo de dos minutos, como “Cuello rojo”. Durante “Escamas” descansan un poco, Diego Uma se sienta, Dárgelos se acerca a las cámaras digitales. Con “El colmo” se hermanan, ahí, en la tarima de la históricamente rezagada base rítmica. Y “Nosotros” les vale el único aplauso intratema de la noche, dedicado claramente a la sutileza de Roger y Dárgelos, que se quedan solos para “Pobre duende”. Ustedes los pedían y ahí los tienen: Babasónicos hoy demuestra su poder ñandú, sin haberse convertido jamás en una estampa estúpida de sumisión. Stop.
“¿Dónde están? Ahí pasó Adrián, ahí va Carca.” Se fueron. La gente de las butacas de la platea cree que puede apretar fast forward y adelantar la espera. Eso si no tienen las manos metidas dentro del pantalón de su pareja, como los rubios de la última fila. Los interrumpen ruidos como de motores. Se hace la luz y los Diegos Uma y Tuñón juegan a Daft Punk, con samplers de muñeca. Es verdad que bajando las escaleras parecen más salidos del videoclip de “Thriller”, pero vale la avanzada, una señal más de que los Babasónicos están demasiado acostumbrados a la vanguardia.
La segunda suite tiene más de Travolta que de Vicious. En “Suturno”, Dárgelos es un clon de Travolta. Obvio, le gusta bailar. Y la camisa apretada de Roger huele a Saturday Night. La composición de personajes para sus temas es en Dárgelos una obsesión cultivada con abono de Spinoza y Burroughs. Y ahora vienen tres de sus más extrañables: el “Carismático”, la “Putita” y el que grita “Soy rock”. Y luego “Irresponsables” descalabra caderas. Lo que no todos los presentes conocen son los otros personajes, “las chicas de Mariano”: Esther Narcótica, Tura Satana, Sharon Tate. El gordo no da más de la emoción, le deja el crío a la madre y se va al pogo, cantando “Esther Narcótica, marchita tu mandrágora ascendió”, como si fuera una de Luis Almirante Brown. Fast forward.
“Saben que si les hablo es para anunciar algo: que se está por terminar el show. Sé que desean que nunca termine, pero me van a tener que insistir mucho.” Es la segunda intervención de Dárgelos en la noche. El “¡Ufa!” de algunas contrasta con el “¡No!” hardcore de los más añosos. Para entonces, ya pasaron “Yo anuncio” y “Yegua”, donde los Babas le sacan la careta al rock y se hacen cargo de su falta de moral. No podía venir otro: “El ídolo”, un magnífico cierre folk rock para Mucho y para la segunda suite. “Cuando yo me muera, haré una fiesta en la que nunca salga el sol, donde amigos y enemigos brindarán porque regrese en la piel de una canción.” Lo autorreferencial es común en la épica dargeliana. Stop. ¿Eject? No.
“Volvimos”. Cómo no iban a volver si estaban haciendo lo que más les gusta. “Bueno, este tema se llama ‘Todo dicho’, es un outtake y no lo vamos a tocar más de dos veces en la vida”. La épica dargeliana: “No suelo mostrarme vulnerable al público, eso me hace más distante. Dejá que esto hable por mí. Si te vas, tendrás que volver por nosotros”. Aunque nadie pensaba irse aún, esperaban la última invitación irresponsable.
“Si querés un empujón, te invito a mi camarín, con hermosas mujeres que regalan desnudez. Aturdido y agrio sin por qué fui recordando el drama que soñé: soñé ser crítico de rock.” Al cronista le cuesta salir del estertor de sentir que Dárgelos puede leer las mentes y elegir los significantes para producir una canción para cada quien. Pero lo logra cuando identifica algo que no estaba allí: “Yo soy el héroe de esta farsa de rock”, inventa Dárgelos sobre el final de “Camarín”. “Así se habla”. Eject.
Informe: Luis Paz.
9-Recital de Babasónicos
Presentación de Mucho
Jueves 10 de julio
Lugar: Estadio Luna Park.
Público: 8 mil
Duración: 2 horas.
Músicos: Adrián Dárgelos (voz), Diego Uma (guitarra, percusión y coros), Mariano Roger (guitarra y coros), Diego Tuñón (teclados, sintetizadores y coros), Diego Castellanos (batería), Carca (bajo).
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