MUSICA › EL PERCUSIONISTA RAMIRO MUSOTTO HABLA DE SUS PROYECTOS
› Por Facundo García
Se fue a vivir a Brasil hace más de veinte años, pero Ramiro Musotto toca acá y tiene banca. Será porque ofrece momentos para escuchar con tranquilidad y también tramos para bailar por fuera de la consabida división entre música seria y música para pasarla bien. La hinchada local aumenta a medida que el kilometraje del percusionista va sumando sonidos a un experimento que hace convivir instrumentos milenarios con las últimas tecnologías. Y esta noche a las 21, el Niceto Club (Niceto Vega 5510) será testigo de un nuevo encuentro entre este artista mutante y su creciente público.
Lo que se escuchará es un misterio. Es que Musotto es un caso atípico en varios sentidos: es bahiense al cuadrado, porque nació en Bahía Blanca pero desde 1984 vive en Salvador de Bahía. No se quedó ahí. Anda de un lado para el otro, absorbiendo y escuchando. Como puntualizan los que lo conocen, su pulso central está en construir puentes orgánicos entre la electrónica y las manifestaciones rítmicas de la Sudamérica tribal, de los ritos del candombe al canto de niños indígenas guaraníes y de los elementos europeos que él lleva en sí como rioplatense. El cóctel resultante dispara ideas estéticas y también políticas, ya que uno de sus núcleos de inspiración es el interés por demostrar que formas diferentes de percibir el mundo pueden coexistir en armonía. Es más: su último disco, Civilización y Barbarie –que se editó en Argentina hace dos años– se puede leer como una especie de refutación sonora del sarmientismo.
“Esta será una de las últimas presentaciones de esa placa. Ya le hemos tomado cariño, por lo que pienso que será una velada especial”, dice Musotto, que está de regreso luego de seis meses en el viejo continente. “Hubo mucho laburo, pero la temporada todavía no terminó. Para mí los años terminan en el Carnaval.” Con remeras de Evo Morales y el Subcomandante Marcos, la banda de Musotto se presentó últimamente en festivales de rock, jazz y world music, con un éxito que a su vez abrió las puertas de periódicos como Le Monde, Libération, amén de las radios y los estudios televisivos de Europa. Igual, el retorno tiene su encanto. El artista abrirá el 13 de febrero un concierto que ofrecerá Manu Chao en Bahía. A eso hay que agregarle que llega a Sudamérica a días de que se vote la nueva Constitución boliviana. “Estamos en un período intenso. Yo vibro mucho con los diferentes gobiernos que se están formando en Latinoamérica. Ojalá que produzcan novedades”, se esperanza.
Cuando de novedades se trata, Musotto es especialista. Desde sus sampleos de los cantos de los botelleros hasta su rutina de composición apoyada en la informática la suya es, como se ha dicho por ahí, una mirada optimista sobre la relación con la tecnología. El adhiere a la definición, si bien no la toma como absoluta. Está convencido de que con artefactos de última generación se pueden iluminar espacios que pasaban inadvertidos. “Usamos instrumentos nuevos para darle nuevo brillo a instrumentos ancestrales”, sintetiza. Lo mejor del caso es que no se trata de ningún impulso descuidado o pasajero. El percusionista ha desarrollado una prolífica carrera al servicio de grandes músicos, además de tener editados dos discos y un DVD con su proyecto Ramiro Musotto y Sudaka Orchestra. Participó en Canto da Cidade, el exitoso disco de Daniela Mercury, donde el prestigioso productor Liminha le abrió la posibilidad de grabar con Caetano Veloso y Gilberto Gil, y a partir de allí con Gal Costa y María Bethania, entre otros. Consultado acerca de qué es lo que aprendió de los brasileños más allá de la música, él responde inmediatamente, mientras sonríe: “La capacidad de relajar. Porque pese a todo ellos saben cortar, sentarse a tomar una cervecita felices y mandar al mundo a pasear un rato”.
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