MUSICA › NUEVA PRESENTACION DE ISMAEL SERRANO EN BUENOS AIRES
El año pasado llenó diez Gran Rex. Ahora el madrileño propone, hoy y mañana, dos “recitales populares” en Argentinos Juniors.
› Por Karina Micheletto
A mediados del año pasado fue agregando un Gran Rex tras otro, hasta llenar diez. Una verdadera rareza en el deprimido mercado de la música, que verifica la relación especial que este español ha llegado a establecer con el público local, y que, aclara él, fue creciendo a paso lento. Ismael Serrano vuelve pronto a Buenos Aires: será el cierre de gira de su disco de estudio, Sueños de un hombre despierto, que llevó por unos 130 escenarios de España y Latinoamérica. En ese tiempo también grabó y editó aquellos conciertos del Gran Rex, en el DVD doble que lleva el nombre del espectáculo, Un lugar soñado. Allí el español incluye también su encuentro con Mercedes Sosa (en Mar del Plata, compartiendo su tema “Zamba del emigrante”, además de una larga larga charla), y les dedica un lugar especial a las Abuelas de Plaza de Mayo.
Ahora, el marco es bien diferente al de un teatro de la calle Corrientes: Serrano propone dos “recitales populares”, hoy y mañana a las 21, con un único precio de entrada de 70 pesos, en el Estadio Malvinas Argentinas (el microestadio cubierto del Club Argentino Juniors, en La Paternal, Gutemberg 350). La propuesta es volver a Peumayén (“lugar soñado” en mapuche), esa imaginaria ciudad portuaria que sirve de telón de fondo para las historias que propone el madrileño.
–Habitualmente ha actuado en el contexto más íntimo de un teatro. ¿Por qué decidió ahora dar estos shows en un estadio?
–Quise darles un carácter de celebración. Se trata de un cierre de gira, y tiene ese carácter de despedida. Hicimos lo mismo en España. Habrá un repertorio diferente, pero una puesta en escena similar, manteniendo ese carácter teatral de mis conciertos, esta vez con esa ciudad soñada de fondo. El reto es lograr aun en un estadio ese diálogo que siempre he tenido con la gente, aunque no sea tan explícito como en un teatro, donde puedes ver casi a los ojos a la gente. Será un concierto más festivo y más de repaso de trayectoria, pero apuesto a que sea igualmente íntimo.
–¿Cuál es exactamente ese “lugar soñado” que guía su trabajo?
–Es el lugar que ideé para desarrollar toda la trama, esa ciudad ideal que no se ha deshumanizado. Las grandes ciudades se han deshumanizado en tanto y en cuanto nos han convertido a los vecinos en extraños. Yo crecí en un barrio emblemático de Madrid, donde tus vecinos eran los tuyos. No fue hace tanto tiempo, y eso hoy es impensable. Peumayén, entonces, es una ciudad ideal, donde podemos estar más sincronizados unos con otros. También es una ciudad portuaria, con una mirada hacia el mar, y por lo tanto abierta a los que llegan, a lo exótico, a lo diferente, generosa con quien llega de afuera y dispuesta a darle la bienvenida.
–¿Qué significó para usted compartir un tema con Mercedes Sosa?
–Fue muy emocionante por varias circunstancias. He crecido escuchando su voz, y es una referencia ineludible en la música de Hispanoamérica. Para mí era un sueño cantar con ella, un sueño de siempre. Cuando escribí la “Zamba del emigrante” acudía a mi cabeza su voz, fue algo muy extraño. Sin conocerla personalmente, le mandé el CD, y ella, con generosidad absoluta, me dio el doble regalo de cumplir mi sueño de siempre, y de poder conocerla. Presenciar su forma de trabajo te permite entender por qué es una de las grandes voces, la pasión con la que vive su oficio, el trabajo de interiorización que hace con cada tema... Es única. Fue de esos momentos que le quedan a uno incrustados en la memoria, y que no se van nunca. De esos que te reconcilian con tu oficio. En momentos en que por diferentes circunstancias te replanteas lo que haces, piensas en esto y dices... ¡que me quiten lo bailao!
–Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo siempre están presentes en sus conciertos, también les dedicó un tema.
–Y seguirán estando, siempre que me hagan ese honor. Son otras referencias desde el punto de vista moral, a nivel mundial. Antes de conocerlas personalmente, ya eran referentes para mí. Y conocerlas fue de esas cosas que te reconcilian con el mundo: cuando las conoces de cerca te das cuenta de que la dimensión de su lucha es mayor aún de lo que puedes imaginar desde lejos. Han ocupado un lugar que ninguna hubiera querido ocupar, y se han planteado un reto mayor que el de la lucha por la verdad de sus hijos y nietos: la lucha es por la dignidad del ser humano, eso las convierte en imprescindibles.
–¿Por qué grabó su DVD en la Argentina?
–Se daban varias circunstancias: llevábamos casi un año de gira y digamos que la banda estaba aceitada. Además, había una cantidad importante de conciertos seguidos en el Gran Rex como para tomarnos el tiempo de hacerlo bien, eso facilitaba las cosas desde el punto de vista técnico. Pero fundamentalmente quería dejar constancia de la efervescencia que se vive aquí, la intensidad especial de los conciertos. Para mí, un concierto es algo más que una sucesión de canciones: hay un diálogo con el público, está la palabra, lo teatral... En eso también va la tradición del juglar, que yo busco asumir.
–¿Qué explicación le encuentra a esa conexión especial con el público argentino, con tanta demanda en sus conciertos?
–Es una relación que se ha ido cultivando con los años, y que ha ido creciendo muy de a poquito. La primera vez que actué aquí fue en una Trastienda, para menos de mil personas. Luego un teatro Maipo pequeñito, luego un Opera, hasta que se dio la oportunidad de un Gran Rex. Y siempre dando continuidad a las visitas, todos los años cruzábamos el océano. Hemos compartido momentos difíciles también, crisis económicas y sociales. Y además he tenido la oportunidad de recorrer la Argentina, hemos ido de Norte a Sur, o a la costa, a ciudades grandes y pequeñas del país. Para mí, eso también forma parte de la esencia de este oficio, la gira, el recorrer, es fundamental. Tanto, que he sentido la necesidad de llevar un diario de viaje, que voy actualizando en mi página cuando puedo. Muchas de esas experiencias finalmente se han convertido en canción. Uno viaja con el deber de ser permeable. Es verdad que el ritmo de este oficio muchas veces no te permite profundizar todo lo que quisieras en los lugares y su gente. Pero el reto, para mí, es girar y no estar de paso.
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