Mar 26.05.2009
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MUSICA › EL VIBRAFONISTA GARY BURTON SE SUMA A LA RECREACIóN DEL QUINTETO DE PIAZZOLLA

La reunión de los seis mosqueteros

Uno de los más importantes músicos de jazz de las últimas décadas se enamoró de la música del bandoneonista hace 35 años. Tocó con él en 1986 y 1987 y juntos grabaron un histórico disco en vivo. Ahora llega para volver a darle forma a aquel proyecto.

› Por Diego Fischerman

Entre la anunciada “reunión cumbre” con Gerry Mulligan y el encuentro con el vibrafonista Gary Burton pasaron doce años. Pero lo que los separa es un mundo. En el primer caso, Piazzolla escribió para el famoso saxofonista como si se tratara de un sesionista. El grupo estaba integrado por profesionales italianos –más algún argentino que, como consignó Jorge Andrés en la crítica publicada en su momento por el diario La Opinión, parecía italiano– y todo tenía el tono de una producción comercial, tan internacional como lavada. Estaban, de todas maneras, el bandoneón de Astor y el sonido de Mulligan para hacer que algunos momentos trascendieran con creces el mero proyecto marketinero. Lo que sucedió en 1986, en cambio, fue de una naturaleza totalmente distinta. Por un lado estaba el Quinteto del bandoneonista, con el que venía tocando desde siete años antes. Y por el otro estaba un músico absolutamente comprometido con esa música.

“Piazzolla me dio espacio porque se dio cuenta de que yo conocía su música”, cuenta Burton a Página/12. El vibrafonista, que hoy a las 21 tocará en Buenos Aires una versión remozada de aquel proyecto, relata: “Yo había estado en el ’64 en esta ciudad, junto al cuarteto de Stan Getz, y compartíamos el show, en un lugar llamado Jamaica, con el Quinteto de Piazzolla. Cuando escuchamos al grupo ensayar, no lo podíamos creer. Y después, todas las noches en que estuvimos en Buenos Aires, íbamos con Steve Swallow (el notable bajista que también formaba parte del grupo de Getz) a volver a escucharlo. No había grupos, en ese momento, que sonaran así. La soltura y al mismo tiempo la complejidad de lo que tocaban era increíble. Nos acercábamos a ver las partituras porque no entendíamos cómo podía ser que todo eso estuviera escrito. En esa visita compré todos los discos de Piazzolla que conseguí y después continué haciéndolo. Cada vez que viajaba alguien conocido a la Argentina, le pedía que me llevara discos de Astor. Nos encontramos en París a comienzos de los ’80, cuando él fue a escuchar un concierto en el que tocábamos a dúo con Chick Corea. Y cuando vino a saludarme, le dije que me gustaría hacer algo con él”.

En el concierto de esta noche, en el Teatro Gran Rex, el lugar del bandoneón estará cubierto por Marcelo Nisinman y el de la guitarra por Ricardo Lew. El resto será la vieja guardia del Quinteto: Fernando Suárez Paz en violín, Pablo Ziegler en piano y Héctor Console en contrabajo. Burton, quien revolucionó la técnica de su instrumento e incorporó una concepción pianística al tocarlo con cuatro baquetas, ha tocado con músicos como Keith Jarrett, Ralph Towner o Carla Bley, y fue el descubridor de figuras como Pat Metheny, después de aquella gira con Piazzolla y del disco que grabaron en vivo en el Festival de Montreux en 1987, dedicó dos álbumes más a la música del bandoneonista, Piazzolla Reunion y Libertango y, hace diez años, había estado en Buenos Aires para recrear ese proyecto. “El tango me interesaba”, dice. “Pero cuando descubrí la música de Piazzolla, es decir ese tango que era a la vez sofisticado y moderno, en donde los distintos instrumentos tenían un papel tan importante, descubrí a la vez una música que podía ser mía.” En cuanto a Astor, la posibilidad de tocar con un vibrafonista –y más con un vibrafonista como él– era la concreción de un viejo sueño. A fines de la década de 1950, cuando el Modern Jazz Quartet aparecía como el modelo más acabado de la posibilidad de una música de escucha a partir de tradiciones populares, el vibráfono era, más allá de sus propias virtudes como instrumento, una señal de contemporaneidad y un guiño al oído de ciertos oyentes. De hecho, Piazzolla lo incluyó en su primer quinteto, formado en los Estados Unidos en 1959, donde lo tocaban Eddie Costa o Tito Puente. Y, según cuenta Horacio Malvicino, que tocó con Burton en las ocasiones anteriores, pero esta vez no será de la partida, la razón de que pensara en la guitarra eléctrica y lo llamara a él fue que “era difícil de conseguir un vibrafonista y el instrumento era muy difícil de transportar”.

El dúo de Burton y Corea que Piazzolla escuchó en París y que comenzó esta nueva historia es, por otra parte, una de las reuniones más fructíferas del jazz reciente. Crystal Silence, Duet, In Concert, Zürich, October 29, 1979 y Native Sense (donde un tema se llama “Tango”, por si faltaran datos acerca de la admiración por el género) desembocaron en el reciente The New Crystal Silence, donde ambos revisitan esa especie de homo gestalt en que cada uno no parece ser otra cosa que la otra parte del otro. Burton también homenajea este año a uno de sus grupos históricos, el cuarteto que comenzó con Larry Coryell como guitarrista y por el que luego pasaron Mick Goodrick y Metheny. Junto a este último guitarrista, Steve Swallow en bajo y Antonio Sánchez en batería acaba de grabar Quartet Live. Allí, como en otro de sus dúos inolvidables, el que lo unió a Ralph Towner en Matchbook, aparece una de las cualidades del vibrafonista que sin duda hizo posible tanto aquel encuentro con Piazzolla como esta reencarnación con la que ya se presentó el jueves pasado en el Teatro Argentino de La Plata y el sábado en Rosario. “Me gusta escuchar”, es su explicación. “Tal vez por eso me dediqué mucho a la docencia. No me interesa imponer mi estilo sino ver de qué manera lo que yo tengo para decir puede sumarse a lo que tiene que decir el otro, para que los dos digamos algo más interesante.”

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