Jue 16.07.2009
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MUSICA › EL FESTIVAL DE LA FALDA, HISTORIA VIVA DEL GéNERO DESDE EL ’65

Compás ciudadano lejos del Obelisco

El evento, que albergó a todas las grandes orquestas y a los principales maestros, reúne hasta el domingo, en la localidad cordobesa, a un muestrario de los mejores exponentes de la disciplina, desde Mariano Mores hasta Leopoldo Federico.

› Por Karina Micheletto

El festival de tango con más historia de la Argentina queda bien lejos del Obelisco y de la calle Corrientes: está en “el interior del interior del país”, como destacan con orgullo sus organizadores. Desde 1965 la ciudad cordobesa de La Falda es el epicentro de una movida tanguera que en los ’60 y ’70 albergó a todas las grandes orquestas –la enumeración abruma: Troilo, Pugliese, Salgán, Fresedo, y siguen las firmas– y que ya entrado el nuevo siglo ha logrado conjugar viejas y nuevas guardias. La fiesta se reedita, desde hoy y hasta el domingo, con nombres notables: Leopoldo Federico, Mariano Mores, Osvaldo Piro, Rodolfo Mederos, entre los consagrados; Andrés Linetzky, Nicolás Ledesma, Omar Mollo, Ariel Ardit, Alfredo Piro, entre los nuevos exponentes. Muchos de ellos harán lo suyo en producciones especiales, como la que reunirá a tres cantores de orquestas históricas –Alberto Podestá, Osvaldo Ribó y Miguel Cané– y a las orquestas típica y característica, tal como sucedía en los grandes bailes, setenta años atrás.

De la programación del Festival de La Falda se desprende una cualidad distintiva de este encuentro tanguero: la grilla incluye una serie de producciones propias, una apuesta artística que supera la mera acumulación de shows que caracteriza a los festivales. Este año hay varias muestras de ello: la Orquesta Metropolitana de Cuerdas, dirigida por el maestro Osvaldo Piro, actuará con las voces de Omar Mollo, Patricia Barone, Hugo Marcel y Marcelo Santos, quienes ensayaron un repertorio especial para la ocasión (Mollo lo hizo desde Holanda, intercambiando pistas vía mail, antes de los ensayos finales).

Dos producciones rescatan la memoria de las épocas de oro del género: Los cantores del ’40 reúne tres voces de orquestas históricas, las de Alberto Podestá, Osvaldo Ribó y Miguel Cané, quienes recrearán junto al sexteto de Roberto Siri el estilo de las orquestas en las que formaron como cantantes en su época de oro. La otra propuesta es Típica y característica (ver aparte), que propone el encuentro de dos de estas formaciones: la típica de Beba Pugliese –hija del gran Osvaldo–, con tangos del repertorio bailable, y el conjunto de Aníbal Gómez, con dos acordeones, recreando el estilo de Feliciano Brunelli, a quien se recuerda como inventor de la “característica”.

Las orquestas tendrán una presencia destacada en el festival. Además de la Metropolitana y la de Beba Pugliese, estarán Leopoldo Federico, Rodolfo Mederos y Mariano Mores –festejando sus 91 años– con sus respectivas formaciones, con las que hasta hoy siguen mostrando cómo concibe cada uno al género. También estarán la Orquesta Provincial de Música Ciudadana, con Andrés Linetzky como director invitado, y la orquesta del cordobés Jorge Arduh, que celebra con un show despedida todo un hito del género, 60 años de actividad con su formación

Hay más: la quenista Mariana Cayón, cuya música habitualmente transita por el folklore, mostrará Tango del Norte con instrumentos del Altiplano, acompañada por un nutrido ballet. El espectáculo Tres Marías para el tango reunirá tres nuevas voces de Córdoba: las de María Eugenia Acotto, María José Rojas y María Fernanda Juárez. También habrá espacio para las propuestas de Vale Tango, Esteban Morgado, Nicolás Ledesma, y de cantores como Caracol, Ariel Ardit, Esteban Riera y Alfredo Piro, con su homenaje a Alfredo Zitarrosa Guitarra negra, entre otros artistas.

Tradición no popular

Como toda propuesta que implique concentración de gente, el Festival de La Falda pudo haberse suspendido por la amenaza tan temida, la de la gripe A. La organización decidió tomar medidas preventivas –entre ellas la reducción de la cantidad de público que podrá ingresar al Anfiteatro Municipal, donde se realiza el encuentro, de 2000 a 1500 personas– pero seguirá adelante con la edición. La demanda de un público que se mantiene todos los años y que ha incorporado esta fecha como parte del calendario de vacaciones invernales fue el factor que torció la balanza para seguir adelante, explican los organizadores.

“Es un festival que ya tiene su público fiel, desde hace años”, describe a Página/12 el secretario de Turismo de La Falda, Daniel Buonamico. “La mayor parte de ese público viene del interior del país, son fanáticos tangueros, y es el único momento del año en el que esos tangueros pueden ver a sus figuras. Por eso es un festival muy querido por el público fiel que arrastra, y no se suspende: el año pasado para esta época teníamos todas las rutas cortadas, este año tenemos el grave problema de la gripe A, pero no podemos bajarnos. El municipio sigue adelante porque todos nos sentimos comprometidos en esto: acá todos los que trabajamos para hacerlo somos empleados municipales, no se contrata a ningún productor, y desde las luces hasta el sonido contamos con recursos locales”, destaca.

“Mi papá fue socio fundador de este festival, así que estoy con el tango desde los dos años. ¡Conocí a Goyeneche antes que a Karadagian!”, sonríe Buonamico. Con tamaña chapa, el funcionario está en condiciones de definir de manera contundente la realidad del género: “El tango no es popular”, asegura, terminante. “En todo caso es tradicional, pero no popular. ¿Cuánta gente escucha tango en la Argentina hoy? ¿Cuántos comunes mortales –esos que no son tangómanos– pueden cantar una letra de tango entera, sin equivocarse? El tango es ancho, porque hay muchas cosas que pueden llamarse tango y entran todas en la misma palabra. Pero es un espacio cerrado como tal. Sí es popular el baile de tango en el mundo, pero no la música. Es una movida que se reduce a Buenos Aires, y que mira siempre al exterior. Tomemos un exponente cualquiera: Sandra Luna, excelente intérprete, recorrió el país y el mundo, y acá no la conoce nadie fuera del circuito de los tangueros. Al género lo salva su condición de tradicional: tiene una historia y un guión eternos, porque constantemente aparecen nuevos maestros. Pero no arrastra multitudes.”

Desde esa convicción, Buonamico dice que lo que propone La Falda con su festival es “un gran show de tango”, en el que los amantes del género puedan encontrar algo distinto cada noche. El encuentro también tiene una tradición importante que lo avala, y para comprobarlo basta repasar las figuras que pisaron el escenario que lleva el nombre –claro– de Carlos Gardel, en el anfiteatro construido especialmente para este evento –que las fotos históricas muestran emplazado en un lugar desolado–. En 1965, en la inauguración del “Primer Festival Nacional de Tango”, pasaron por allí Troilo, Pugliese, Piazzolla, Mores, Hugo del Carril, Alberto Castillo, Franchini y Pontier, Edmundo Rivero, Argentino Ledesma, Ciriaco Ortiz... Por entonces el festival se extendía nueve noches a puro tango, y en los años siguientes volvieron a actuar estas glorias, junto a otras como Salgán-De Lío y Armando Pontier, por citar sólo algunas.

En La Falda también recuerdan con orgullo los grandes cierres que tenía el festival, cuando subían al escenario las tres orquestas más importantes juntas: Canaro, Fresedo y Basso, por ejemplo, o Troilo, Pugliese y Fresedo, filas de 16 violines o 16 bandoneones, cantantes y directores turnándose, y el público sacándole viruta al piso. Algo así como la postal dorada con la que sueña cualquier tanguero. “Menos Gardel y Julio Sosa, que estaba contratado pero murió unos meses antes, vinieron todos”, se enorgullece Buonamico. Las anécdotas se acumulan: Mariano Mores recuerda cuando actuó en esta ciudad del valle de Punilla con Francisco Canaro, y tenía que hacerse un tiempo para estudiar, porque le faltaba rendir una materia del Conservatorio. Leopoldo Federico alguna vez aprovechó su actuación y pasó su luna de miel en La Falda. Y hay muchos otros que tejieron historias como público, al compás de este festival, que ofrece música y milonga. Historias que podrán reeditarse, mientras suene un fueye en La Falda.

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