Domingo, 9 de agosto de 2009 | Hoy
MUSICA › EL REGRESO DE WILLIAM ORBIT, MUSICO Y PRODUCTOR ESTRELLA
Estuvo tras las perillas en discos de Madonna, No Doubt y Blur, pero llegó a un punto en el que ya no pudo más. Ahora vuelve a su faceta de músico con My Oracle Lives Uptown, y participa de un proyecto de sets en vivo a bordo de taxis londinenses.
Por Chris Mugan *
En un estudio hogareño en el norte de Londres, los monitores brillan y el prístino equipamiento emite un zumbido asordinado. Todo parece bien, aunque el dueño mira con preocupación hacia un rincón no tan ordenado: allí reposan diversas piezas, un pequeño amplificador, un teclado, una batería electrónica. “¿Puedo meter todo en la parte trasera de un taxi?”, murmura William Orbit. No parece desafío para el productor de Ray of Light de Madonna, 13 de Blur o “Pure shores” y “Black coffee” de All Saints. Ahora fue invitado a participar en el proyecto online Black Cab Sessions, sets en vivo realizados a bordo de los icónicos vehículos de Londres.
En 2006, Orbit volvió tras una pausa de seis años con Hello Waveforms, un álbum con su sonido característico, familiar para los seguidores de su proyecto Strange Cargo o las reversiones de música clásica en Pieces in a Modern Style (la lectura del Adagio para cuerdas de Samuel Barber se convirtió en un hit de discoteca tras ser remixado por Ferry Corsten). My Oracle Lives Uptown (Mi oráculo vive en lo alto de la ciudad) es un trabajo mucho más jovial. El segundo single, “Purdy”, trae toda la propulsión de “Ray of light”, mientras que el primero, “Optical Illusions”, resplandece como sus tracks de All Saints. “¿Y por qué no?” pregunta Orbit con orgullo. “Hoy escucho Ray of light y veo que yo estaba en mala forma. Había tenido crisis familiares, toda clase de cuestiones.” Hoy se siente lo suficientemente locuaz como para explicar por qué la cinta es mejor que la grabación digital, cómo la producción se beneficia de la investigación militar y por qué respeta a los escritores más que a los músicos. Pero todo eso lo ganó con mucho trabajo, tras ser distraído por la producción. “Ya no era divertido. Me ponía nervioso y me la pasaba tomando ginseng y cosas por el estilo, lo que me ponía tembloroso, maniático. La gente no podía entender lo que le decía... y eso no es muy bueno para un productor de grabación. Lo de Madonna me dejó quemado, y estúpidamente me volví a meter en la producción y alejarme de mis amigos. Entonces perdí la confianza, y no podía soportar entrar en un estudio.”
“En la música nadie lee un guión. Ser un productor significa jugar este juego pasivo-agresivo con todos, porque no podés simplemente decir ‘Hacelo así’”, comenta. Pero, ¿acaso los cantantes o grupos no buscan a Orbit para que los lleve por un camino determinado? “Un artista puede venir y decir que quiere experimentar, entrar a mi mundo. Eso me entusiasma, pero durante el proceso se echan atrás. Son tranquilizados por la realidad, o por su propia gente preguntándoles ‘¿Vamos a ganar dinero haciéndolo de esta forma?’ Entonces vuelven a su propia manera de hacer las cosas, que los hace sentir más seguros.” Para Orbit, las cosas llegaron a un extremo mientras trabajaba con No Doubt, que quería filmar en el estudio, algo que Orbit no permitió. “Me di cuenta de que estaba sufriendo de algo así como agorafobia: el mundo exterior era el problema, no podía salir o comunicarme con la gente. No podía armar una frase. Necesitaba volver a estar al control, con lo que pensé que era momento de parar.” No culpa de nada al grupo de ska pop: “Son un adorable grupo de gente, y Gwen Stefani es una de las personas más positivas y amables”.
No es que Orbit haya dejado de producir otros artistas para siempre. “Puedo quejarme de cómo los cantantes intimidan a los productores, pero amo trabajar con ellos. Y si realmente creo en el artista, me bancaré cualquier clase de... me lo bancaré. Pueden ser tan divas como quieran y no lo tomaré personalmente. Sé lo difícil que es ser cantante, así que no me la voy a agarrar con nadie, siempre y cuando pongan el alma y el corazón en lo que están haciendo. Sólo necesito saborear el éxito a través de mi propio trabajo, y me satisface lo suficiente el hecho de que me las arreglé para conseguir cosas en mis propios términos.”
Por ahora, sin embargo, Orbit cortó con los vuelos en primera clase y cambió la enorme casa de Connaught Square (en Londres) por una residencia más hogareña en el relativamente tranquilo Islington. Para redescubrir a su musa, el músico volvió a las labores de DJ. Se compró un par de decks de CD, y se niega a disparar MP3 en una laptop. “No voy a hacerlo, no me parece bien. Me gusta el aspecto físico del asunto.” Zambullirse en la música de baile le trajo nuevamente el ritmo. Es que antes de su trabajo ambient Orbit provocaba terremotos en la escena house inglesa con su banda Bassomatic y su mayor hit, “Fascinating Rhythm”.
“En estos días estoy saliendo más. Comprarme esos decks me hizo escuchar más cosas electrónicas. Y es fácil hacer una versión ambient.” No es que ahora vaya a dedicarse a componer sólo canciones energéticas. “Hacer música dance siempre me pareció un desafío –admite–. No tengo esa propensión natural a construir grooves. Conmigo es ensayo y error. Me encanta trabajar con cantantes; amo la complejidad y la estructura. Quiero que la música revele sus secretos tras cierto tiempo.” Comparado con las tendencias que prevalecen en el dance contemporáneo, que busca ser más duro, rápido y ruidoso, Oracle Lives Uptown suena delicado. “Estoy al tanto de que si ponés mis discos cerca de algunas cosas de hoy suenan tímidos, pero la gente tiene que dejar atrás esa droga del énfasis. Es como tener demasiado azúcar o sal en la comida: después de eso, cualquier cosa parece blanda.”
Orbit también se metió en el mundo de los blogs y Twitter, y en crear su propio video promocional. La ética del Do It Yourself es algo que tardó en meterse en su cabeza. “Me tomó tiempo sopesar la idea, porque la última vez que estuvo vigente, lo de Hacelo Vos Mismo significaba algo diferente. Pero todos me señalaron que no la había pasado muy bien con el lado corporativo de las cosas, así que me compré todos estos juguetes y me di cuenta de que podía llevar a cabo cosas para las que antes necesitaba todo un equipo de gente.” Admite que tiende a colgarse, y que necesita gente que le impida volcarse a más actividades marginales cuando debería estar completando el video para su single, una sesión para la Asian Network de la BBC y los preparativos para un viaje que promocionará la cultura británica en Rusia. La experiencia en el taxi le dispara otras inspiraciones. “Si puedo hacerlo en un taxi, entonces me puedo llevar pads de batería a Siberia y hacer mi set, sin tener que pensar en un show en vivo. Puedo hacer un DJ set reforzado, inventar algo nuevo.” También debe terminar una secuela de Pieces in a Modern Style que será más bailable que el original y se editará en los próximos meses. Hay más Adagios por venir, pero no quiere adelantar nada. Quizás esté saliendo más en estos días, pero William Orbit sabe que el oráculo siempre mantiene algo de misterio.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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