Miércoles, 14 de octubre de 2009 | Hoy
MUSICA › UN RECITAL A BENEFICIO SIRVIó DE PRUEBA SOBRE “RUIDOS MOLESTOS”
El Satánico Pop Tour de Los Fabulosos Cadillacs tuvo su última parada porteña el lunes en el Ciudad, con Los Pericos y No Te Va Gustar como invitados. Como sobre el club pesa una clausura, hubo inspectores midiendo el nivel de sonido.
Por Matías Córdoba
En algunas oportunidades, los espectáculos solidarios dejan de lado la música. Y en otras, la que queda en un segundo plano es la verdadera causa del recital, que es ayudar al que menos tiene o a alguna fundación de caridad. Esta vez fueron Cáritas y Tzedaká (fundación de la comunidad judeoargentina), dos organizaciones afines que luchan contra la pobreza y la exclusión social, a las que les tocó organizar un show que tuvo de las dos cosas. Primero, porque en ningún momento, desde el escenario, se habló de la “causa” del show, pero sí se habló de “fiesta”. La música y la solidaridad, otra vez, se dieron la mano. Y fueron Los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos y No Te Va Gustar los que armaron la pequeña celebración (pequeña porque los uruguayos y el grupo de Juanchi Baleirón tocaron no más que seis canciones cada uno) que, musicalmente, tuvo sus altibajos, pero también sus momentos de gran euforia entre las 20.000 personas que el lunes fueron al Club Ciudad de Buenos Aires.
Pero, además de música y solidaridad, hubo otra cuestión que se dirimió el lunes en el predio de Núñez. Una de las noticias desagradables de la semana pasada para el público rockero fue la clausura del Ciudad, Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA) y el estadio de River Plate para cualquier tipo de concierto. Por eso, durante el festival solidario dieron vueltas por las inmediaciones inspectores con medidores especiales. También estuvieron allí Graciela Gerola, directora de la Agencia de Protección Ambiental, y Alejandro Gómez, subsecretario de Cultura, quienes inspeccionaron, además del ingreso y el egreso del público, una de las cuestiones que mantiene en vilo a muchos: el alto volumen del sonido. Página/12 entrevistó a una decena vecinos. De diez, la mitad no se quejó en absoluto con respecto a este tema. Y sólo dos denunciaron, básicamente, “invasión”, desmanes y peleas callejeras. Nada de vibraciones ni ruidos molestos, pero los conciertos siguen sin estar confirmados.
“A los organizadores siempre les pedimos requisitos nuevos”, aclaró Gerola. “Por ejemplo, que se coloque un sobrepiso adecuado para que los saltos de la gente no repercutan; una pantalla acústica (que esta vez estuvo dentro del club) y que el sonido, en la zona del mangrullo, no supere los 95 decibeles. GEBA, el club Ciudad y River tienen clausuras preventivas, que se levantan cerca de la fecha de los recitales. Estamos buscando un término medio para no llegar a una decisión drástica, que es la de clausurar definitivamente. Pero eso ya es cuestión de un juez. Lo importante es que estamos buscando reemplazar al Club Ciudad por otro espacio, grande, como el Parque Roca o algún estadio del sur”, dijo Gerola.
Cierre del paréntesis, vuelta a la música y la solidaridad. Los uruguayos No Te Va Gustar abrieron el festival con mucha distorsión en las guitarras. Tienen la particularidad de mezclar, en una canción, un sinfín de propuestas musicales. Así es que pueden ir desde un candombe tradicional a un reggae-rock sólo en un paso. “Al vacío” y “Verte reír” fueron dos ejemplos. Esta última la tocaron con todo el plantel de Los Pericos y aludieron al partido de esta tarde en el Centenario. Juanchi Baleirón dijo: “Que pierda Ecuador. Nosotros empatamos. Y queda todo bien”. La relación entre los dos grupos se terminó de sellar en el set de Los Pericos, cuando todos los integrantes de NTVG tocaron “Runaway”, cantada por Emiliano Brancciari. Después sí, un puñado de canciones: “Lindo día” (un poema laudatorio al faaaaso), “El hombre” (un resabio de existencialismo humanista) y “El gran desfile” (un intento de crítica a un supuesto pasotismo). “Complicado y aturdido” y “Home sweet home” fueron los temas del cierre de Los Pericos. No alcanzaron las seis canciones para disfrutar al grupo.
A Los Fabulosos Cadillacs era lo único que les faltaba: cerrar un espectáculo benéfico. En un año particularmente matador, la banda mostró que sabe lo que le gusta al público, porque siguió con la fórmula que explotó desde su regreso: por sobre todas las cosas, baile, sudor y fiesta. La hosquedad de Vicentico, el virtuosismo de Flavio Cianciarulo, la destreza para agitar a la masa de Sergio Rotman, el repique constante de la batería de Fernando Ricciardi, la inteligencia musical de Mario Siperman, la sorpresa que aporta Matías V. desde la guitarra y el dúo que conforman Daniel Lozano y Hugo Lobo en los instrumentos de viento hacen de LFC, tal vez, uno de los mejores grupos de la escena local.
Después de la gira y los dos grandes conciertos en el Luna Park, Los Fabulosos Cadillacs volvieron a sonar jóvenes, desprejuiciados, sin tenerle miedo a nada. Es por eso que recurren, recién ahora, a canciones como “Contrabando de amor” y “Silencio Hospital” para contagiarles entusiasmo a las familias que se acercan al show solidario. “El aguijón”, “Vos sabés” y “Demasiada presión” sintetizan ese fervor de Buenos Aires que respira el grupo. Cabe resaltar que el show, de 26 canciones, no fue solamente un mero repaso por la historia de la banda. Hubo arreglos nuevos, canciones que se “actualizaron”, pasajes que motivaron el aplauso de la gente, la aprobación y el desencanto (en “Soledad” tuvieron que parar por una gresca en el campo). A pesar del inconveniente, la deuda estaba pagada: la música, otra vez, tendió una mano solidaria.
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