Domingo, 25 de octubre de 2009 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A MARIAN FARIAS GOMEZ, CANTANTE, MILITANTE Y FUNCIONARIA
La ex integrante de los Huanca Huá, hermana de Chango y flamante directora de Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires, habla de sus proyectos, del peronismo, recuerda a Mercedes Sosa y cuenta por qué estuvo 23 años sin editar discos.
Por Cristian Vitale
Marián Farías Gómez está despiadadamente resfriada. Cuenta que un miércoles, mientras grababa su nuevo disco –el primero en 23 años– en los Estudios ION, miró el control porque se había quedado sin sonido, y notó que no se trataba de un desperfecto técnico. “Lo intuí. Cuando terminé de grabar me lo dijo mi representante: ‘Acaban de llamar, Mercedes está muy mal. No hay regreso’. Me mató. El sábado no pude dormir, y me desperté en el mismo momento que ella moría”, desliza con memoria de corto plazo. Pasó todo el domingo en el velorio, el lunes durmió poco y, de madrugada, apareció la gripe. “Es muy fuerte, hacía seis años que no estaba así. No sé: siento que se fue un pedazo de mí. No puedo creer que no la voy a poder escuchar más en vivo... los discos no son lo mismo, por más que digan que queda su obra. Todos los días camino y me repito ‘no puede ser’. Pensar que se entregó... eso es lo más triste”, se explaya.
La Sosa sería casi un monotema si no fuera porque Marián –65 años, hermana menor del Chango, Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires– lleva unos once trabajando como funcionaria de Cultura en la provincia de Buenos Aires. Hasta hace un mes como directora de Folklore, Artesanías y Comunidades Originarias y hoy, peldaño arriba, como directora de Patrimonio Cultural. Es, también, una de las cantantes más inspiradas que ha dado la música popular argentina. A los 19 años, allá por 1963, ya había puesto su voz en el sintomático experimento renovador del clan (Los Huanca Huá). Tres años después, joven también tuvo el privilegio de cantar la Misa criolla con Ariel Ramírez y de ahí hasta su exilio en España –a causa de su activa militancia en el peronismo– vivió el período más prolífico de su vida musical, con cuatro discos (Marián Farías Gómez, 1967; Marián, 1971; Marián Farías Gómez, 1972; y Cantando, 1975) y giras permanentes por el país.
Una agitada producción que tuvo que esperar hasta su retorno para ser distinguida, precisamente, cuando la Fundación Iones la nombró una de las cinco mejores voces femeninas de la historia del folklore, junto a Martha de los Ríos, Suma Paz, Ramona Galarza y, claro, Mercedes Sosa. “Difícil digerir su ausencia –sigue ella–; la Negra, junto a Manuel Matus, Tejada Gómez y Tito Francia, siguió de verdad el camino que había iniciado Atahualpa Yupanqui, cuando trajo problemática social a la canción. Ellos nos demostraron que la cosa iba por ahí. Es muy fuerte lo que hizo Mercedes, no sólo aquí sino en el mundo entero... es muy fuerte socialmente. Además 74 años... 74 años no es nada hoy.”
La muerte de su máxima referente sorprendió a Marián en los inicios de su flamante designación como directora del Patrimonio Cultural. Su idea base para la gestión que nace radica en “darle una vuelta de rosca” a la actividad en los seis museos que dependen de la cartera: el de Lobos, el Udaondo de Luján, el de Hudson, el Bellas Artes de La Plata, la quinta de San Vicente y el museo histórico de Dolores. “Mi plan es pasar de lo tangible a lo intangible. Se sabe que las direcciones de patrimonio, en general, se fijan más en lo tangible... los edificios, las pinturas, ¿no? Es más, yo tenía un poco de miedo, porque pensaba que los patrimonialistas eran muy duros, pero no: la idea les parece fantástica. Estoy recorriendo museos, hablando con directores y están todos muy embalados con la idea”, sostiene.
–¿Define a la nueva gestión como una continuidad directa de la anterior?
–En cierto sentido, sí. Cuando asumí en folklore dije que su base eran las artesanías porque el hombre, antes de la palabra, se comunicó a través de las pinturas rupestres. Los arqueólogos supieron de la historia de la humanidad gracias a las vasijas, a las ropas que se encontraban y entonces, para mí, lo patrimonial existe porque antes existió lo intangible, que es lo que le da la posibilidad a un arquitecto como Francisco Salamone, por ejemplo, de basar sus proyectos en la idea de lo que genera el pueblo. La idea es unir ambas cosas. No tener los museos solamente para que alguien vaya y mire un cuadro, un coche o una vasija, sólo para decir “qué bonito”, sino también poder contar esa historia. Cómo llega ese objeto a ser, por qué se genera... humanizarlo un poco más.
–¿Qué sería, en concreto, lo que “realiza” la unión de lo intangible con lo tangible?
–Por ejemplo, ir a algún museo como el Udaondo y contar historias con actores, bailarines, escritores, que tengan que ver con un objeto que haya ahí. El argentino no tiene cultura de museos, entonces es difícil que vaya. Y cuando va, no tiene la menor idea de lo que está viendo. Hay que hacerle la historia vívida para que sepa que tal cosa existe porque hubo gente que vivió de tal manera. Una de las ideas que tengo es contar la historia de Dorrego y su mujer... humanizar la historia, que no sea solamente la carroza que usó él, o Rosas o cualquier virrey.
–¿Retomó la música como profesión, al fin?
–Sí, el disco que terminé de grabar saldrá en marzo. Le estoy dando vueltas al nombre, quería ponerle Marián pa’ Latinoamérica, pero después de tanto tiempo de no sacar un disco, me parecía medio como fallarle a mi país.
–El último, Pequeñas cosas, es de 1986. ¿Por qué pasaron tantos años?
–Por decisión propia. Las multinacionales que existían en ese momento ponían condiciones que no me interesaban. Después me fui metiendo tanto en Cultura que de golpe un día dije “¿qué estoy haciendo?” y retomé. Fui postergando durante varios años la grabación de un disco hasta que me propuse este 2009 para grabar.
El nuevo disco de Marián es, exceptuando los tres que grabó con los Huanca Huá, y los dos que hizo con su hermano (Marián + Chango y Contraflor al Resto), el quinto de su carrera. La producción es suya, los arreglos y la dirección artística de su sobrino –el hijo del Chango– Juancho Farías Gómez y será editado por Acqua. Se nutre de chacareras y zambas pero –natural, viniendo de donde viene– con un toque diferente. Presentó algunos temas en La Peña del Colorado. “La idea fue de Juancho y me pareció genial –admite Marián, que optó por entregarle la dirección entera a Juancho, y dejarle la mezcla al Chango–. No hay otra, no hay nadie que mezcle como mi hermano... pero preferí dejarle toda la producción a mi sobrino para darle su lugar. Es un músico excelente.”
–Volviendo a su rol político, ¿qué balance hace de su gestión anterior? Sin autofloreo, por favor...
–Yo nunca pongo diez (risas). El otro día, cuando presenté al nuevo director de Folklore –el escritor Raúl Valobra– la gente alababa mi gestión, pero yo decía “hay que mejorar todo, muchachos”. La verdad es que estaba cansada, no veía qué cosa nueva hacer después de tantos años. En muchos momentos pensé en renunciar, no porque me fuera mal sino porque había logrado lo que me había propuesto, y no tenía más ideas. Pero de golpe apareció esto y me renovó.
–¿Qué hechos destacaría como logros, en concreto?
–Creo que jerarquicé la tarea de los artesanos. Cuando llegué, ellos no eran considerados lzaburantes. No se los consideraba gente que podía generar una entrada de dinero en su casa para subsistir y vivir bien, sino que lo hacía como una especie de hobby. Yo quité los contratos misérrimos y les di la jerarquía que les correspondía. Empezamos a hacer talleres de capacitación entre ellos, se logró la Ley del Maestro Artesano, la Ley de Artesanías, y de esta manera se cambió la mirada sobre el artesanado. Me quedó en el tintero un proyecto de ley que presenté, que espero que se debata, que es el de lograr que todos los funcionarios de la provincia que tengan que hacer un regalo institucional, lo compren en el mercado de artesanías de la provincia. No me floreo... todo lo que hice fue porque existían los artesanos. Simplemente conduje.
–¿Fracasos hubo?
–Sí... la relación con ciertas comunidades originarias.
–¿En qué sentido?
–Algunas son muy complejas. Salvo los mapuches del sur de la provincia, que son bárbaros y están muy bien organizados, el resto, en su mayoría, están peleadas entre sí. Los tobas de Derqui, por ejemplo, están súper organizados, pero no los de La Plata o los de Punta Indio. Les he ofrecido el local nuestro toda una semana para mostrar sus artesanías, y los fines de semana los talleres para que trabajaran, pero no vinieron. Se nota que los jesuitas los marcaron. Sí... la gran frustración fue no poder lograr una buena relación con algunas comunidades.
–¿Se sigue reconociendo peronista, Marián?
–El que es peronista, es peronista siempre (risas). Incluso, mi familia lo es desde antes que existiera el Movimiento y cuento por qué: un día llega mi viejo del trabajo y mi vieja le dice: “Enrique, vos sabés que acabo de escuchar en la radio a un hombre que está en la Secretaría de Trabajo y Previsión, que se llama Bordón, Verón...”, no le salía el apellido (risas). Mirá vos... yo todavía no había nacido.
–¿Y en qué línea se ubica entre las que se enfrentan hoy, dentro del movimiento?
–Difícil, ¿eh? Bueno, hay cosas de este gobierno que me gustan mucho, y otras no tanto. Yo no niego el peronismo de los Kirchner para nada, incluso los apoyo, pero me tiro más hacia el lado de Felipe Solá. Lo digo como peronista, pero no soy contraria a este gobierno y tampoco tengo absolutamente nada que ver con De Narváez. A ver: yo soy peronista de pura cepa, movimientista, y no se puede negar el peronismo de Felipe, aunque por ahí se mande algunas cosillas, pero ¿quién no se las manda? Me parece que nos está haciendo falta la autocrítica.
–Está bien, pero ¿como se posicionó ante hechos clave como la ley de medios o la 125?
–Con la de medios, totalmente de acuerdo. El problema del Gobierno con Clarín me importa tres pitos.
–¿Y cómo se pararía ante un eventual tratamiento de la Ley de Entidades Financieras, por ejemplo?
–Tendría que ver bien qué es lo que propone.
–Le va a hacer acordar mucho al ’46.
–De ser así, totalmente de acuerdo: hace mucha falta.
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