Jueves, 5 de noviembre de 2009 | Hoy
MUSICA › DIEGO EL CIGALA PRESENTA SU DISCO DOS LáGRIMAS, HOY EN EL GRAN REX
El gitano no oculta su satisfacción por volver a una sala que considera “ideal para mi música”. Mientras prepara un disco de tangos, alienta a bajar sus discos de la web: “Las multinacionales ya se han forrado los bolsillos durante años”.
Por Karina Micheletto
Es el corresponsable de uno de los últimos fenómenos de la world music, aquel sorprendente Lágrimas negras, donde juntó son, bolero, rumba y tango con flamenco, en una música nueva y exquisita, en compañía de la gloria del piano Bebo Valdés. De allí, este gitano de ley salió disparado al centro de la escena mundial, capaz del canto visceral que remite directamente a eso que llaman “raíz”. A siete años de aquel éxito que fue Lágrimas negras, el músico redobló la apuesta con el CD Dos lágrimas. “Olor a ron añejo”, dice que andaba buscando, y para eso volvió a cruzarse con veteranos de la música cubana. Esta noche lo presentará en Buenos Aires –a las 21.30 en el teatro Gran Rex–, en una actuación que tendrá un adelanto significativo para estas tierras: el nuevo disco que ya está grabando el gitano, donde se mete de cabeza en el tango, junto a glorias que esta vez son argentinas, como Rubén Juárez.
Son las seis de la tarde en Madrid y El Cigala se despierta con el llamado de Página/12. “Es que anoche me he quedado grabando hasta las altas”, explica. Las altas son las altas horas de la madrugada, y lo que está grabando es un disco en el que sonarán Troilo, Goyeneche y los Expósito en su registro flamenco. El Cigala lo anuncia y suelta la carcajada, pero jura que se lo está tomando muy en serio. Enseguida el gitano se disculpa: no puede dar mayores datos por ahora, pero sí un par de puntas por las que es posible imaginar de qué viene el disco que ya tuvo un primer germen en aquella memorable versión de “Niebla del Riachuelo”, una de las claves del éxito de Lágrimas negras.
Un par de muestras sonarán en el concierto del Gran Rex: la versión flamenca de “Alfonsina y el mar” –que no es un tango, claro, pero es la obra del folklore argentino traducida a más idiomas, la zamba más conocida en el mundo entero– y “Garganta con arena”, el homenaje que le hizo Cacho Castaña al Polaco Goyeneche. “Las tengo ahí, a medias, pero las voy a tirar”, dice El Cigala, que se entusiasma con “lo bonito que está quedando el disco”, pero, sobre todo, con el invitado de honor que tendrá la grabación, Rubén Juárez. “Un loco, un genio, un mago”, lo define, y es fácil imaginar la potencia del contrapunto entre el cante del Cigala y el bandoneón que Juárez hace cantar junto con él, dos puntos de partida y dos maneras de improvisar diferentes, un mismo fondo de búsqueda. “¡Qué magia cuando venga a grabar en su blanco bandoneón!”, sigue alabando el gitano, en su estilo siempre al borde la hipérbole.
–¿Cómo surgió ese encuentro?
–Nos conocimos en Madrid, en una cena, le empecé a cantar, él me siguió cantando, y nos volvimos locos los dos. Bueno, yo ya estaba un poco loco, y él, ¡ni le cuento! (risas). Yo creo que hay que estar un poco loco para ser tan genio como Rubén, si ese señor fuese una persona como tantas, no podría desarrollar tanta magia alrededor de él. A mí definitivamente me dejó loco cuando me cantó “Volver”. Esa noche me cantó cosas muy profundas y muy bonitas, y me encantaría tenerlo a mi lado.
–Es de imaginar que esa grabación tendrá mucho de improvisación...
–Sí, así trabajo siempre, dejamos que fluya, lo que nos va gustando se va quedando, y mientras tanto vamos viviendo esos momentos de emotividad que van apareciendo, no es que los buscamos. A mí me pasa como a Pica-sso: yo no busco, encuentro. La música se trata de eso, porque cuando más buscas, menos hallas.
–En su página web pone a disposición su discografía completa en forma gratuita. ¿Por qué tomó esa decisión?
–¡Y para qué lo voy a dejar pa’ mí solo, prefiero que todo el mundo lo escuche! El que le guste, que lo escuche, que pueda hablar de los discos, criticarlos, comentarlos. Y luego, si ya la ha escuchado en la web y le gustó mucho, mucho, pues, que lo compre. Esa es la propuesta. Yo no grabo un disco pa’ tenerlo yo mismo, los grabo pa’ que la gente lo escuche. Ya he tenido mis beneficios, y ahora prefiero que la gente pueda escuchar mi música. Luego, si la quiere tener, la puede comparar.
–Entonces, el disco, como negocio, es claramente un objeto secundario para usted. ¿La ganancia del artista hoy pasa sólo por los shows en vivo?
–¡Pues, lo que es por el disco, no ha pasado nunca! Las multinacionales ya se han forrado los bolsillos durante años, siempre se han llenado las arcas ellos y los artistas quedaron en segundo plano. Eso ha empezado a cambiar, ahora que ha tocado el tiempo de la caída. La gente se hace sus grabaciones por lo libre, los artistas tienen sus estudios de grabación, las formas son otras. Yo me harté, y en España edité mi disco por lo libre. Dos lágrimas estuvo en todos los kioscos con el diario El País. Me encantó hacerlo así.
–Usted es amigo de Gabriel García Márquez, hablan seguido por teléfono. ¿Cómo se conocieron?
–¡Me ha nombrado usted a uno de los genios del siglo! ¡Me encanta ese hombre, es una genialidad absoluta, y un ser humano que pa’ qué le cuento! Hablamos por teléfono, sí, y siempre me transmite tanto cariño que inevitablemente cuando corto me quedo pensando: qué suerte que tienes, Diego, mira que es cojonudo poder conocer a una persona de tanta sabiduría. Nos conocimos en México, en un concierto en el Auditorio Nacional, y luego fuimos a un bar muy famoso, el Siqueiros. Allí se inauguraba una muestra de un dibujante también muy famoso, Luis Carreño, que me había hecho una caricatura. Teníamos que tirar los dos de la cortina, y cuando el Gabo vio mi caricatura, se descojonó. Desde entonces quedamos en contacto. Me escribió unas cosas para el disco Dos lágrimas, pero no dio tiempo a incluirlas, porque ya estaba en imprenta. Dios mío, qué honor, me lo mandó de puño y letra suyo, en una servilleta. Lo vamos a utilizar en un video de Dos lágrimas.
–Usted ya estuvo en la Argentina después de cantar tangos. ¿Era como se lo imaginaba?
–Pues, sí, yo me imaginaba que era un país de gente muy caliente, muy campechana, de esos que dan rápidamente cobijo, y de eso no me quedó duda la primera vez que fui, cuando actué en el Luna Park. Mi madre, lo que fue ese lugar repleto los dos días, algo monstruoso. Y luego estuve en el Gran Rex, que es un teatro que me encanta, muy adecuado para ofrecer mi música, así que estoy contento de volver allí.
–¿Y fue a conocer el Riachuelo del que habla “Niebla del Riachuelo”?
–Me encantaría, ¿es un sitio bonito?
–Le diría que algo... oloroso.
–Bueno, no pasa nada, nos pondremos una mascarilla y ya. Pero eso no es lo que pinta el tema, ¿eh? ¡Me está usted cambiando la canción! (risas). A propósito, antes de terminar la nota, ¿le pido un favor? Póngale un título bonito.
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