MUSICA › UNA NUEVA FECHA DEL PEPSI MUSIC, EN EL CLUB CIUDAD
La lista de participantes hacía predecir un tembladeral rockero, pero el temor a la clausura pudo más: Duff McKagan’s, Living Colour, Ratones Paranoicos, La Vela Puerca y hasta la mismísima Aplanadora del Rock lucharon contra un sonido de salón.
› Por Leonardo Ferri
Entre tanto auspicio y sponsoreo, promotoras, stands y marcas varias, hubo un poco –no mucho– de rebeldía rockera. Alguien se animó a alzar su voz respecto del bajo volumen con que sonaron las bandas, consecuencia de la decisión tomada por la Agencia de Protección Ambiental del GCBA, que limitó a 95 los decibeles que deben percibirse desde el mangrullo. Así transcurrió la cuarta jornada del Pepsi Music 2009, con las presentaciones de Divididos, La Vela Puerca, Ratones Paranoicos, Duff McKagan’s Loaded, Living Colour y Nonpalidece, entre muchos otros.
Hard rock bajo el sol no californiano de las cinco de la tarde. Duff McKagan, ex bajista de Guns N’ Roses, volvió a comprobar que, mal que le pese, siempre será un gunner, venga acompañado por Loaded –su actual banda– o por Velvet Revolver, como hizo en 2007. Con la excusa de presentar Sick, su último disco, el rubio y su banda tocaron diez canciones, de las cuales cinco fueron covers. El público escuchó atento los temas de Loaded, pero se entusiasmó con los de aquellos años salvajes, como “It’s so Easy”, “So Fine” y “Dust & Bones”. Al final, un “We love you, Argentina” dejó a todos contentos.
Después de tanta ropa negra y distorsión, Nonpalidece le puso color a la tarde. Acompañados por un sonido claro y un puñado de hits que a esta altura todos conocen, Nonpa hizo mover los pies de las casi diez mil personas que había hasta ese momento. “Reggae en el universo”, “Tu presencia”, “Dangerman” y “¿Para dónde corres?” se van transformando en números puestos de cada festival, reunidos en el carisma y la buena voz de Néstor Ramljak y en la filosa guitarra de Bruno Signaroli.
Living Colour paseó su fusión de funk, rock y hip hop con una lista de temas basada en sus dos primeros discos, Vivid y Time’s Up, y su último trabajo, The Chair in the Doorway. Corey Glover es un cantante versátil, capaz de dar los peores alaridos o de susurrar frases como “life is beautiful behind the sun” (“La vida es bella detrás del sol”). Los neoyorquinos parecían competir por ver quién tocaba mejor que el otro, pero sin dudas el virtuosismo de Vernon Reid con la guitarra se destacó por sobre el resto. Mientras tanto, el canto del público, en temas como “Cult of personality” y “Elvis is dead”, empezaba a poner en evidencia que algo fallaba con el sonido.
Ya con la noche sobre los hombros, los Ratones Paranoicos se subieron al olimpo de las bandas con más hits festivaleros, junto, quizás, a Los Auténticos Decadentes, Los Pericos y Los Fabulosos Cadillacs. La banda de Villa Devoto rockeó con clásicos inoxidables como “Vicio”, “Rock del pedazo”, “La nave” y “Para siempre”, y arriesgó –porque tocar temas nuevos en festivales es arriesgar un poco– con “Cara verde” y “Sacrificio japonés”, este último compuesto con Luis Alberto Spinetta e incluido en su último disco. El retorno del bajista Pablo Memi parece haberle hecho bien a la banda, que sonó prolija y ajustada, junto a un trío de vientos, una armónica y un teclado. El hit personal de Juanse –treparse a la estructura del escenario, eso que le costó una doble fractura hace ya varios años– tampoco faltó.
Aunque la última banda en tocar fue La Vela Puerca, el verdadero cierre de la fecha estuvo a cargo de Divididos. Fue curioso el lineup propuesto por los organizadores del festival, teniendo en cuenta sobre todo que a la banda uruguaya la vio poco más de la mitad de la gente que agitó con el power trío. Si la idea era que mucha gente se fuera antes del final para descomprimir un poco la salida, lo lograron.
Mollo subió al escenario con su clásica mochila, que ya conduce a las más oscuras especulaciones: ¿cuántas tendrá? ¿Qué lleva ahí adentro? ¿Por qué no la deja en el camarín? El comienzo con “Cajita musical”, “Elefantes en Europa” y “El 38” debería haber aplastado cabezas, pero no: el sonido seguía siendo bajo, y se perdía cuando la gente coreaba las canciones. Sabia decisión fue, entonces, bajar un cambio y emprender con el set folklórico: “La flor azul”, “Guanuqueando” y un agradecimiento por escuchar, como retribuyó Mollo. Antes había pasado “Todos”, tema dedicado a las víctimas de la tragedia de Santa Fe. Cuando “Voodoo Chile” y “Paisano de Hurlingham” no complacieron los oídos del guitarrista, llegó la crítica: “Seis meses organizando esto... tendremos que buscar lugares donde se pueda tocar a volumen de rock”. Al final, “Paraguay” y “Ala Delta” recibieron un mayor volumen de entrada por parte de los músicos, que logró sonar como tendría que haber sonado todo el resto.
Los uruguayos de La Vela Puerca comenzaron puntualmente lo que sería una lista de ¡veintiséis! temas, con “Colabore” y “La sin razón”. Los dos cantantes, Enano y Cebolla, agitaban al público, que respondió con banderas y coreando cada canción. Así pasaron “De atar”, “Haciéndose”, “Frágil” y “Zafar”, donde también hicieron referencia al problema del sonido. Al final “El profeta” y “José Sabía” dejaron contentos a todos los que quedaban, que se fueron tranquilos. Por las dudas, sin hacer mucho ruido.
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