MUSICA › RECITAL DE JOAQUíN SABINA EN LA CANCHA DE BOCA
Ante unas cuarenta mil personas, el cantante español ratificó su vigencia como cantautor popular. La presentación de su último trabajo, Vinagre y rosas, fue apenas una excusa para el repaso de buena parte de sus clásicos, coreados por la multitud.
› Por Karina Micheletto
Hace rato que Joaquín Sabina juega de local por estas tierras, y más precisamente en esta cancha, que según confiesa le provee tanta excitación como nervios previos. Pero si al “Boquita de sus amores”, como describe al equipo que ha merecido hasta el tributo de sus canciones, “no le está yendo tan bien últimamente”, lo suyo, en cambio, es un partido ganado desde el comienzo. Anoche, ante un estadio de Boca repleto, Sabina volvió a confirmar el romance que lo une al público local, provisto de las armas poderosas de un puñado de canciones capaces de trascender al tiempo. La presentación de su último trabajo, Vinagre y rosas, fue apenas una excusa para dar el marco inicial al concierto en el que unas 40 mil personas agradecieron todo lo efusivamente que pudieron desde el “Buenas noches, Buenos Aires” inicial. “No es para nosotros un día cualquiera venir aquí. Pasamos toda la gira soñando con esta noche. La memoria del corazón recuerda cada minuto que pasamos aquí.” Estas palabras de presentación despertaron, como era previsible, el primer “Olé Olé Olé, Joaquín, Joaquín” de los muchos que animaron la noche de la Bombonera.
Bien acompañado por sus escoltas musicales de siempre –Pancho “Varona” y Antonio García de Diego al mando de la banda– y sumando a una corista nueva en esta gira –Marita Barros, en reemplazo de Olga Román– Sabina dio inicio a su show con el tema más rocker de su nuevo disco, que también fue el corte de difusión del trabajo, “Tiramisú de Limón”. El público ya lo asimiló como un himno más de su ídolo. Lo cantó desde el principio hasta el final. Los fans tuvieron un aperitivo antes del show: la presentación de la banda madrileña de rock Pereza. Varona subió al escenario para hacer con ellos “19 días y 500 noches” y “El caso de la rubia platino”.
El anunciado tributo a Sandro y a Mercedes Sosa tomó forma de verso, recurso que Sabina volvió a utilizar varias veces como medio para comunicarse con su público: “Como no es probable que una noche así vuelva a sucedernos ni a ustedes ni a mí, déjenme acordarme del otro verano, de mi amigo el Nano, del petiso Guinzburg, de Adolfo Castelo, de Sandro el Gitano, de la Negra Sosa”. Les dedicó entonces “Con la frente marchita”, su primer hit en la Argentina. Esta metodología discursiva –la de hablar con versos y valerse de rimas varias–, le sirvió a Sabina hasta para ir presentando a su banda.
En la larga lista del repertorio hubo espacio para canciones nuevas, sobre todo en la primera parte del show (por ejemplo “Viudita de Clicquot”, “Agua pasada” y la citada “Tiramisú de Limón”), pero sobre todo para aquellos clásicos indelebles que todos querían corear: “Peor para el sol”, “Medias negras”, “Por el boulevard de los sueños rotos”, “De Dieguitos y Mafaldas” (emblemático en este escenario), “Y sin embargo” y “Aves de paso”, fueron algunos de ellos. Al cierre de esta edición, 40 mil personas seguían celebrando con su ídolo.
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