Jue 18.02.2010
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MUSICA › A LOS 98 AÑOS, MURIO GABRIEL “CHULA” CLAUSI

El fueye perdió a su patriarca

El bandoneonista formó parte de la guardia vieja como músico de Juan Maglio “Pacho”. Tocó con Firpo, con Maffia y con Julio De Caro, entre otros. En los últimos años fue “redescubierto” a partir de su participación en Café de los Maestros.

› Por Karina Micheletto

Tenía 98 años. Cuando acomodaba los pies en su banquito, colocaba el bandoneón sobre sus dos piernas y abría dulcemente el fuelle, tenía la edad de su música. Gabriel “Chula” Clausi falleció en la madrugada del miércoles, tras una inesperada neumonía, en el sanatorio Güemes. Los que lo conocieron, los que trabajaron con él y también los que lo escucharon tocar en estos últimos años de plena actividad tenían la sospecha de que el dato de su edad era pura ficción biográfica: Clausi atravesaba la experiencia de un siglo para actualizarla en un tango vital, impecable. El sueño humano inalcanzable de la madura juventud fue posible para Clausi gracias al instrumento con el que empezó a ganarse la vida siendo un niño, y que aprendió a tocar “casi de un día para el otro”.

Clausi fue “redescubierto” en los últimos años con una serie de hitos que volvieron a poner su nombre en escena: la experiencia del seleccionado de talentos que fue Café de los Maestros, que lo llevó el año pasado a San Pablo, donde Marisa Monte y Gilberto Gil hicieron pública su admiración por el bandoneonista. Allí dejó grabada una conmovedora versión de “Mariposita”, y en el Teatro Colón marcó uno de los momentos más altos de la presentación: su versión de “De puro guapo”, solo con su bandoneón. El nuevo siglo también marcó este “regreso” de Clausi con la edición de discos como Madre, donde mostró su delicado estilo en temas propios y clásicos, o con su participación en las últimas ediciones del Festival de Tango de Buenos Aires. Y con su actuación como invitado de Los Piojos en 2003, una experiencia “de otro palo” concretada a instancias de su amigo Tavo Kupinski. Aquella noche, 60 mil personas terminaron coreando en River el sobrenombre de un patriarca del tango en un megaconcierto de rock.

Antes, su historia como bandoneonista, compositor y arreglador transitó otros hitos: formó parte de la guardia vieja como músico del pionero Juan Maglio “Pacho”, con 17 años integró la orquesta de Roberto Firpo, tocó también durante cinco años con Pedro Maffia, de quien heredó la escuela interpretativa. Formó en las filas de la orquesta de Julio De Caro, conoció a Carlos Gardel, compuso con Enrique Cadícamo, Francisco De Caro, Celedonio Flores, José María Contursi (“En capilla”, “Alfredo Arnold” y “Como anillo al dedo” son algunas de sus composiciones más difundidas). Tuvo además sus propias orquestas, donde dirigió entre otros a un joven Astor Piazzolla. Su producción solista, sin embargo, es la que ha dejado marcado su estilo, con un repertorio que incluye tangos y adaptaciones de música clásica.

“No sé si soy yo que estoy en el cielo, o es el cielo el que está tocando”, se emocionaba Leopoldo Federico, al escucharlo tocar tras bambalinas en su actuación de San Pablo, como parte de la gira de Café de los Maestros. La anécdota la cuenta Gustavo Mozzi, director musical de aquel proyecto y uno de los que recuerda la energía y la vitalidad con que sorprendía a todos los del grupo. La productora Cecilia Orrillo y el periodista Gabriel Soria también resaltan su condición vital: “Nos contaba que le habían ofrecido una gira por China y él decía que el viaje era muy largo, pero no terminaba de dar un no contundente. Estaba esperando dejarse convencer. Se murió con esas ganas tremendas de seguir haciendo cosas”.

Vecino ilustre del barrio de Agronomía, adonde se había instalado tras vivir más de una década en Chile, Chula Clausi siempre recordaba una infancia difícil, el legado de dos de sus hermanos, Pascual y Luciano, de quienes aprendió los primeros secretos del instrumento, el primer tango que aprendió a tocar a los ocho años –“La racha”, de Agustín Bardi, en un bandoneón prestado–, los primeros pesos ganados en pantalones cortos, con los que contribuía a la economía del hogar. De allí en más, Clausi fue un artista a la manera en que lo son los tangueros: lo suyo era narrado sin más ínfulas que las de un trabajo, ejercido con oficio y seriedad. Un trabajo del cual queda una música sin edad, que seguirá sonando más allá del siglo.

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