Lunes, 6 de febrero de 2006 | Hoy
MUSICA › VICENTICO ABRIO EN EL ROSEDAL UN CICLO DE RECITALES GRATUITOS
Ante unas 50 mil personas, el músico mezcló canciones de su actual etapa solista con clásicos de Los Cadillacs.
El rock, una expresión cultural que suele verse atravesada por diferencias generacionales y/o estilísticas, vivió anoche uno de esos encuentros familiares que se potencian cuando el cartelito “gratis” invita a movilizarse. Vicentico demostró, en la apertura del ciclo de grandes recitales gratuitos organizados por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que es un artista ideal para este target integrador de distintos “gustos”. Convocó a alrededor de 50 mil personas de todas las edades y segmentos sociales en el show brindado en el Rosedal de Palermo.
De pronto, en la hermosa tarde-noche en los lagos cambió el eje de atención: la placidez de los botecitos a pedal fue reemplazada por los decibeles de una banda que luce cada vez más potente.
El show de Vicentico fue de menor a mayor. Menos atenta que antes a la necesidad de sonar perfecta y “limpia”, su banda ahora parece haber adquirido otro sabor, pleno de matices y condimentos. La referencia de Los Fabulosos Cadillacs estuvo presente durante todo el recital, aunque no se hiciera explícita en remeras o en banderas (no era un show del lndio Solari). Parte del público, de todos modos, manifestó en varias oportunidades un deseo que no suena descabellado: “Sólo te pido que se vuelvan a juntar...”. Para entonces, el cantante ya los había arengado con la interpretación de temas como Demasiada presión, Los condenaditos y Se despierta la ciudad. Pero fiel a su fama de renegado, cuando escuchó los cantitos contestó, con ese típico tono de voz que denota una suerte de rebeldía resignada: “Bueno, por favor silencio que esto no es una cancha de fútbol. Este fue el único tema de Los Cadillacs que vamos a tocar, para esos inadaptados que piden que nos juntemos”. Fue después de una notable versión de El aguijón, con Vicentico sólo con la guitarra. No cumplió: después llegarían Vasos vacíos, Carnaval toda la vida y Desapariciones, para cerrar finalmente con un tema de su disco solista Los Rayos: Tiburón. El Rosedal había perdido ya su tradicional compostura dominguera.
El recital tuvo algunas perlitas. Por ejemplo la interpretación de El cantante. El tema de Rubén Blades, popularizado aquí por Andrés Calamaro, ya había sido revisitado por Los Cadillacs hace unos años, según confesó Vicentico. Otra canción escuchada anoche también figura en el repertorio de Calamaro: Algo contigo. Vicentico la enganchó con Culpable. No era una noche para andar renegando de los hits.
Vicentico también aprovechó para ofrecer una interesante versión de Live and let Die, demostrando su capacidad para darle nueva vida a canciones ya consagradas. Sobre el enorme camión-escenario comprado especialmente para este ciclo (que continuará con otros pesos pesado de la música popular argentina: el sábado próximo se presentará Luis Alberto Spinetta, y el 18 Mercedes Sosa) y futuros eventos oficiales, se respiraba un ambiente de felicidad y buena onda. Abajo, esa sensación se multiplicó por miles. Cuando todo terminó, la noche les devolvió a los lagos de Palermo su fisonomía habitual.
Informe: Roque Casciero.
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