Viernes, 10 de febrero de 2006 | Hoy
MUSICA › MUSICA LOS PREMIOS DE LA INDUSTRIA
Los irlandeses coparon la ceremonia, más un festival de estrellas que una entrega.
Por Roque Casciero
Que no se quejen los U2 si en su inminente viaje a la Argentina les cobran exceso de equipaje: en algún lugar tendrán que poner los cinco Grammy que ganaron en la ceremonia celebrada el miércoles a la noche en el Staples Center de Los Angeles. Bono y compañía se llevaron las estatuillas en todas las categorías en las que estaban nominados: Album (por How to dismantle an atomic bomb), Canción (Sometimes you can’t make it on your own), Interpretación Dúo o Grupo de Rock, Canción de Rock (por City of blinding lights) y Album de Rock. Los irlandeses dejaron frustrados a los dos artistas con más nominaciones (8), Mariah Carey y Kanye West, quienes sólo cosecharon tres estatuillas cada uno. La pianista argentina Martha Argerich también sumó un premio a los dos que había ganado en 1999 y 2004, esta vez en la categoría Clásica Instrumental Solista Acompañada por Orquesta, aunque perdió en la categoría Album de Música Clásica. El ministro de Cultura brasileño, Gilberto Gil, se llevó el de World Music Contemporánea.
La ceremonia de los Grammy, que llegó a su edición número 48, cada vez es menos la entrega de los premios y más un show musical con repercusión internacional. Entre los ganadores de las 108 categorías que premia la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación, sólo once –o sea, los artistas más exitosos– se dieron el gusto de subir al escenario del Staples Center, donde habitualmente es local el equipo de básquet Los Angeles Lakers. Pero tiene su lógica: los Grammy son premios de la industria discográfica para quienes producen mejor para ella, y levantar la estatuilla del gramófono en la transmisión televisiva mundial significa un nuevo envión de ventas para quienes mejor habían hecho ya los deberes en las registradoras. Seguramente U2, Kanye West, Mariah Carey, Kelly Clarkson y John Legend venderán hoy algunos cientos de miles de CD’s más de trabajos que ya salieron hace rato.
En lugar de dedicatorias emocionadas del ganador al mejor Album Tejano, por ejemplo, la transmisión de más de tres horas (que Sony repetirá, con subtítulos, el domingo a las 20) se concentró en las actuaciones de artistas más vendedores. Los primeros en tocar –aunque, tratándose de ellos, siempre será sólo una forma de decir– fueron los animados Gorillaz, que enseguida le cedieron el escenario a Madonna y su Hung up. Los U2 rockearon con Vertigo y dejaron que Mary J. Blige les destrozara a los gritos el clásico One. El anuncio del minishow de Paul McCartney fue el más gracioso y, a la vez, el más racional de la noche: la comediante Ellen De Generes sólo dijo “el artista que viene a continuación no necesita presentación”, dio media vuelta y se fue. El ex Beatle –que perdió en las tres categorías en las que estaba nominado– interpretó Fine line, se electrificó con Helter skelter y luego apareció en el set de Jay Z y Linkin Park para una versión espantosa de Yesterday. Bruce Springsteen aportó el momento más íntimo de la noche con su Devils and dust y regresó al final para un tributo a Nueva Orleans del que también participaron Elvis Costello, Dr. John, Steven Tyler y Joe Perry (Aerosmith) y The Edge (U2), entre otros.
En el rubro homenajes también hubo uno a Sly & The Family Stone, con el propio Sly Stone luciendo un corte mohicano dorado bastante ridículo. El nombre de este pionero del funk apareció ayer en algunos medios estadounidenses relacionado con el de Kanye West, por el maltrato que les ha dado la Academia. West es la mayor estrella del hip hop surgida en este siglo, como se pudo apreciar en la versión en vivo de Gold digger –su dúo con el cantante y actor Jamie Foxx, el de Ray–, al estilo de las marching bands de las universidades estadounidenses. Sin embargo, el año pasado West se volvió con las manos vacías a pesar de las diez nominaciones que tenían, y esta vez sólo ganó en las categorías de rap. “Kanye, el próximo es para vos”, lo consoló Bono tras llevarse el gramófono más codiciado, el de Album.
Mariah Carey, que recompuso su carrera y logró vender cinco millones de copias de su The emancipation of Mimi, mostró su costado más “espiritual” cantando We belong together. Pero, pobrecita, no se dio el gusto de alzar ningún Grammy en cámara, porque los tres que cosechó, que no eran de los más importantes, se entregaron antes de la ceremonia. ¿Se habrá acordado de lo que le sucedió hace una década, cuando se fue sin una sola estatuilla de las seis para las que estaba nominada? Otras chicas exitosas: Kelly Clarkson, salida del reality American Idol, se alzó con dos Grammy (le ganó a Carey y ¡a McCartney!), se puso a llorar cuando agradeció el primero, y tuvo su espacio para cantar en vivo; y Christina Aguilera concretó una suerte de retorno interpretando A song for you, acompañada nada menos que por Herbie Hancock.
“Si esperan que esto no se nos suba a la cabeza, llegaron tarde”, dijo Bono tras recibir uno de los cinco gramófonos que levantó U2 (en total, el cuarteto irlandés acumula 22). También aprovechó para aclarar que la “bomba atómica” del título de su álbum es su propio padre, quien con su muerte “generó una reacción en cadena” en el interior del cantante. Bono, líder de campañas para que se perdone la deuda a países del Tercer Mundo y para frenar la epidemia del sida en Africa, no hizo referencias políticas en ninguna de las ocasiones en las que dispuso del micrófono. En cambio, el veterano compositor Burt Bacharach se quejó de las “mentiras” del gobierno de George W. Bush. Pero fue detrás del escenario, porque su premio por Album Instrumental Pop no estaba dentro de los televisados.
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