Sáb 17.04.2010
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MUSICA › EL MEXICANO FERNANDO DELGADILLO Y SU PRIMERA VISITA A BUENOS AIRES

Canciones y naufragios para un trovador

› Por Cristian Vitale

La gacetilla de prensa, con toda la arbitrariedad que implica, claro, la instancia promocional, pinta a Fernando Delgadillo más o menos como un fenómeno: 24 años de carrera, 14 discos, 150 canciones propias, ampliamente reconocido en su país –México–, trayectoria extraordinaria, ¡trovador imprescindible en la agenda de este tiempo!, y una serie de bondades que chocan con una realidad antinómica: nadie, o al menos muy poquitos, lo conoce en Argentina. “Trabajo constantemente en México y es la primera vez que hay una oportunidad seria para presentarme aquí. ¿Dicen que nunca es tarde para empezar, no?”, resuelve él, tajante, ante una paradoja inevitable. Su arribo al país, entonces, deviene como un desafío. Delgadillo intentará revalidar sus pergaminos mañana a las 21.30 en el Teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549) con la excusa de presentar su decimocuarto disco: Desde la isla del Olvido.

“Se trata de un compendio de once canciones y una bitácora. De un disco temático en el que combino temas sentimentales y existenciales vistos a través de la isla desierta, que es otra forma de representar la soledad del yo y el descubrimiento de un universo vivo y aún no tocado por mí”, introduce sobre el flamante trabajo que, en conjunto –disco y textos– narra la historia de un naufragio del yo, físico y emocional. Una forma de exponerse, dicho de otro modo. “Un naufragio es un cambio imprevisto que nos pone bajo otras leyes, otras situaciones para las que uno no está preparado, y en la que nos vemos con nuestros recuerdos para efectuar la supervivencia”, profundiza.

–¿Y por qué se centra en la idea de amor y del mar como concepto? ¿Son tópicos trovadorescos?

–No sé. Yo veo el mar como la vida... Una vida en la que permanecemos a flote. Y el amor es una forma más o menos venturosa de viajar a través del mar, algo así como un bote o un velero, depende.

Delgadillo vive en el Distrito Federal con tres hermanos y una hermana, y se enorgullece de no haber firmado contratos “exclusivos” con cadenas de radio, televisión o discográficas para difundir su extensa obra. Prefiere no clasificar su marca estética bajo ningún género tradicional, y opta, simplemente, por la denominación de “canción informal”. “Siempre que aparece ante mí una canción que me conmueve, me permito aprenderla para estudiarla. Esto lo practico desde la infancia, de modo que la lista de canciones que me muestran diversas formas de expresión es infinita. Por mencionar algunas, pondría el folklore, la trova, el hard rock, el rock progresivo tanto como la poética en cualquier disciplina artística, pero esto no puede denominarse en conjunto... Por eso lo de la informalidad”, explica.

–Es casi un axioma que entre los trovadores aparezcan con mucha frecuencia temáticas sociales. ¿Es libre en este aspecto o se ajusta a la tradición?

–En mis primeros discos sólo trabajaba para la temática social. Pero ahora considero que es sólo una de las materias de una larga lista de canciones para cantar la vida. En este momento es así, a menos que aparezca en mí una solución para ofrecer a los demás. Hoy, como dije, le canto al naufragio de los sentimientos y las emociones... Al amor y al mar.

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