MUSICA › CIRO FOGLIATTA HABLA DE SU NUEVO áLBUM, ACORDATE DE OLVIDARME
Andrés Calamaro lo había invitado a tocar y algo se produjo dentro del ex tecladista de Los Gatos: esa tarde decidió volver a armar una banda de rock. El resultado ya tiene forma de disco y mañana, en Makena, será la presentación oficial.
› Por Cristian Vitale
Apenas se enteró de la noticia, el primer impulso de Ciro Fogliatta fue salir disparado hacia el teclado y dejar que las sensaciones traspasaran del alma a las teclas, sin filtro. La noticia era de las malas –había muerto George Harrison–, pero el resultado fue una hermosísima canción de amor. “No hubo duelo ni maceración del dolor. El mismo día me senté y salió. Al principio era instrumental”, cuenta él, aún atravesado por la emoción. La canción, que después tuvo una letra a tono, es una eficaz manera de entrarle por la parte al todo que implica el flamante disco de Fogliatta: Acordate de olvidarme. La canción ocupa el track 11 de 12, y hay una imagen que, más allá del rol central que el tecladista cumplió en los orígenes del rock argentino (nudo Farfisa – Los Gatos Salvajes), le sube algún punto como letrista: allí define a los sonidos de la guitarra del genial Beatle como “cristales de rocas”. “Me imaginé ese sonido de la guitarra de Harrison, tan límpido, potente, claro. Quise decir que sus notas son como cristales de roca: límpidas, duras y puras”, resume.
Si se invierte la fórmula analítica (del todo a la parte), Acordate de olvidarme plasma una preocupación por contar historias de la que Fogliatta había prescindido en sus últimos trabajos, pero, sobre todo, marca un retorno incondicional al rock primal, primario, garajero. Ese que, siguiendo las estelas de Little Richard, hospedó sus intenciones cuando el movimiento estaba en pañales. “Decidí volver al género un día a la tarde, hace tres años, cuando fui a una prueba de sonido en el Club Ciudad de Buenos Aires, donde Andrés Calamaro me había invitado a tocar. No sé qué pasó, pero vi a toda esa gente preparándose para el concierto y me dije ‘voy a armar una banda de rock’”, cuenta. En ese tren, Ciro juntó a varios amigos (Gonzalo Aloras, Juan Carlos Pueblas, Alfredo y Paula Toth, y Juan Moro, entre ellos) y se tomó la patriada en serio: tres años de trabajo y un resultado de regreso a las fuentes que nostálgicos y no tanto tendrán la oportunidad de conocer mañana en Makena (Fitz Roy 1519). “Primero hicimos una preproducción. Ya tenía algunas canciones grabadas y Jorge (Pruneda) me ayudó a elegirlas. Algunas ya estaban secuenciadas con mi teclado Roland Composed”, enmarca.
–(Risas.) “El rap de la City” era un tema que había hecho en broma en mi departamento de Madrid, con el hijo de un vecino con el cual habíamos compartido unas vacaciones en el norte de España. Estaba cantado en inglés, por lo que tuve que hacerle una letra en castellano... La decisión final de incluirlo corrió por parte de Jorge y Alfredo.
–Es la primera frase que canto en el disco. Pertenece a “Balada para una bala”, una poesía de Dalmiro Sáenz. Esa frase, sacada del contexto de la letra, parece una paradoja que se puede interpretar de muchas maneras: como una broma, en serio, dirigida a algún enemigo, o desesperadamente a algún amor imposible.
–Ese amarillo difuso es una muestra de buen gusto, simplicidad y modernismo del diseñador de la tapa... Son todas las lamparitas prendidas, vivencias a full, muchas ideas y sobre todo, amor encendido.
Al puñado de canciones que Ciro concibió completas (“Sinfonía de amor y fantasía”, “Rap en la City”, “Abeja maya”, “Diana”, “Laberintos del pasado”, “Anonimato delirante” y la canción para Harrison) se le añaden un guiño a Nito Mestre (“Distinto tiempo”), otro a su amigo Dicky Campolongo, con quien compartió el grupo Carolina en España junto a Miguel Botafogo y Suri (“Hoy grito los blues”), y el texto de Sáenz, que el ex Gatos se encargó de musicalizar. “Dalmiro me lo obsequió una mañana, hace unos años, en Río Gallegos, y es simplemente genial, siempre me gustó. Enseguida lo puse arriba del piano y salió éste rock and roll”, describe.
–No. Ni la vuelta de Los Gatos ni la de Los Gatos Salvajes influyeron en este disco. Lo que sí está es mi manera de componer, producir, arreglar e interpretar. Se pueden hacer paralelismos con esos grupos, claro. La manera de encarar los arreglos en “Balada para una bala” es muy Gatos Salvajes y “Distinto tiempo” es muy Gatos. Es mi estilo de tocar y producir música de rock.
–El de Los Gatos Salvajes fue muy lindo para mí, siempre fue mi grupo favorito, mi mejor época, y tocar de nuevo esas canciones, más lo bien que salió todo, con DVD en directo incluido, me dejó muy satisfecho. El de Los Gatos fue bueno también. Tocamos canciones que tuvieron mucho éxito, pero falló la organización: apenas hicimos dos conciertos.
–No creo que haya nostalgia en eso. Igual, en todo caso, uno tiene derecho a la nostalgia. Simplemente fue un regalo hermoso poder compartir la música del disco con músicos con los que me une un afecto especial.
–Ninguna. Simplemente se dio así.
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