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Jueves, 8 de julio de 2010

MUSICA › CUANDO CARLOS BARRAGáN ES CARLOS DEL MAR, LA TONINA DEL TANGO

“El humor bien usado es veneno puro”

Los jueves a la noche, en el Tasso, el músico –conocido también por su participación en 6, 7, 8 y Tarde negra– se pone en la piel de un tanguero de los años ’40 para interpretar títulos como “Viejo bufa” y “Mi barrio era una mierda”.

 Por Karina Micheletto

He aquí la obra de un hombre esquivo, oscuro, odiado y perseguido. Un verdadero hijo de puta, según la definición de Carlos Barragán, el encargado de desempolvar los viejos tangos que ha dejado para la posteridad Carlos del Mar, la Tonina del Tango, el compositor al que le fue negada la fama, o incluso la mención dentro del género, por haber sido considerado “un delincuente”. Y si obras como “Te tuve que chorear” (1942), “Las ladillas son por vos” (1944), “Viejo bufa” (1946) y “Mi barrio era una mierda” (1943) permanecieron hasta ahora inéditas, llegó el momento de hacerlas públicas. La Tonina ha saltado de la radio al escenario del Torquato Tasso (Defensa 1575), donde su obra suena todos los jueves de julio, a partir de las 22, en la voz de Barragán. Lo acompañan Daniel Iacovino en arreglos y guitarra, y Pablo Sensotera en guitarrón, y actúa también Dema y La Petitera como orquesta invitada.

La Tonina del Tango –“por eso de ‘Del Mar’, y también por su volumen extrovertido”– apareció, como un personaje apenas mencionado, en tiempos en que Barragán compartía un programa vespertino con Jorge Halperín, Gillespi, Osvaldo Príncipi y Lorena Maciel, por Mitre. “Contábamos que Príncipi tenía un boliche, un bodegón infesto en Costanera Sur, Osvaldo’s tragos y encuentros”, cuenta Barragán. “Ahí actuaban una serie de artistas: Olga la Encantadora de Serpientes del Paraguay, Vicente Putti, la voz más delicada del tango; había magos, acróbatas, y en la noche del tango estaba Carlos del Mar, la Tonina del Tango. Sólo anunciábamos que cantaba temas como ‘Con el bombo te dejé’. Por eso los tangos no tienen sorpresa, ya cuentan desde el título de qué van, porque en un principio existía sólo ese título.”

¿Quién es, cómo es Carlos del Mar? Los oyentes de aquel programa recordarán las descripciones de Gillespi, que ahora evoca Barragán: “Un viejo gordo, operado, siempre hinchado por las pastas y la merca. Un pendenciero, un psicópata que hace el mal y no siente culpa, se justifica, se enorgullece. Eso es lo que relata en sus tangos: en el vals ‘Te tuve que chorear’ cuenta que abandona a una novia y le desvalija la casa. Y explica que lo hizo porque no quería vivir suntuosamente. El tipo era una mierda, por eso escribía esos tangos de mierda”.

“Un productor, Pato Gentili, fue el que tuvo la idea de estos tangos con letra –sigue contando el encargado de traer al presente a la Tonina–. A mí al principio no me cerraba, pero él insistió, por eso es mérito del productor. Y ahí empezó el juego de que Osvaldo Príncipi me traía los tangos y yo los cantaba. Gustó, quedó, y el año pasado empecé a mostrarlo en un par de lugares, ya transformado en un show. Ahora ya grabamos el disco, que masterizó de onda, sin cobrar un mango, Lito Vitale”, agradece.

–¿Y cómo fue a parar la Tonina a Tarde negra, el programa de Elizabeth Vernaci?

–Un día me animé a tocar un tango, supongo que porque no tenía otra cosa. Yo vivo en una empanada de humita. Recién ahí me enteré de que hay toda una movida joven alrededor del tango, que a los pendejos les encanta. Enseguida se engancharon con Carlos del Mar. Muchos hasta creen que existió. Es que yo utilizo la fórmula clásica de hablar muy serio de cosas muy estúpidas. Por otra parte, el héroe es un personaje detestable, pero al mismo tiempo es una víctima, porque lo marginan, nadie lo quiere, con todos tuvo problemas. Es un personaje muy jugoso.

Además de su participación en el ciclo de la Rock & Pop, Barragán es una de las caras visibles de 6, 7, 8, el programa que ostenta el extraño privilegio de ser atacado y defendido con la misma pasión militante. Barragán tiene una idea formada sobre la fórmula que ha logrado posicionar este nuevo escenario de trinchera periodística: “Tiene razón Lanata: somos cuatro boludos. ¡Eso es lo que los pone tan furiosos!”.

–Su lugar es especial dentro del programa, porque trabaja con el humor. ¿Eso no lo deja al margen de este tipo de juicios?

–¡Al contrario! Los pone más furiosos. Joaquín Morales Solá, por ejemplo, al que le dediqué una canción, está muy, muy furioso. El humor siempre lastima, y mucho. Bien usado, es veneno puro. Y a veces es muy revelador, más revelador que cualquier argumentación estructurada. En ese sentido, no creo que mi lugar sea más liviano, o menos comprometido, al contrario. Poner la jeta ahí es muy jugado.

–¿Y por qué lo hace?

–Es una decisión... diría de vida, si no fuera porque queda una frase tan fea. Yo nunca milité en ningún partido, y ésta es la primera vez que tuve ganas de defender un gobierno. Ya lo hacía en la Rock and Pop, y no lo pasaba nada bien: con el tema del campo, la gente me llamaba para insultarme, diciendo que me pasaban un sobre. En eso sí noté un cambio: yo hace dos años la pasaba mucho peor. Siento que apoyar al Gobierno dejó de ser una tara de una minoría descarriada, para pasar a ser una opción posible. Lo que sí me sigue sorprendiendo es la furia que genera el programa entre muchos periodistas, la bronca que les da.

–Tal vez porque se apunta con nombre y apellido, como también podría hacerse con los panelistas de 6, 7, 8.

–Totalmente. ¿Por qué no se puede hablar de lo que hacen y lo que dicen los periodistas, con nombre y apellido? Es una verdad que inventaron ellos eso de que no se puede hacer periodismo de periodistas. ¿Qué son, Papas, intocables? Se van a tener que poner las pilas. Tendrán que hacerse responsables de que su laburo es serio. No pueden seguir haciendo cualquier cosa para mantener un laburo.

–Es una línea de debate interesante dentro del periodismo: qué cosas son justificables para no perder un trabajo.

–Todos nos tenemos que comer sapos, obvio. Pero otra cosa es salir a mentir. A mí me encantaría hablar del glifosato en el programa, por ejemplo, pero no es el espacio para ese tema. Ahora, no me van a hacer decir que el glifosato es bueno, o que no hace mal. Me parece que la mentira, o el ocultamiento, es una línea muy clara. Y hay muchos que la cruzan, todo el tiempo.

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“El humor a veces es muy revelador, más revelador que cualquier argumentación estructurada.”
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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