Jue 16.09.2010
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MUSICA › HOY SE ESCUCHARá POR PRIMERA VEZ EN BUENOS AIRES EL CONCERT à QUATRE, DE OLIVIER MESSIAEN

Una obra inclasificable y misteriosa

El concierto, perteneciente al ciclo de la Filarmónica en el Teatro Colón, será dirigido por el búlgaro Rossen Milanov. Permitirá conocer la obra de un músico revolucionario, maestro de otros grandes del siglo XX, como Pierre Boulez y Karlheinz Stockhausen.

› Por Diego Fischerman

Escribió una obra que remitía al fin del tiempo en un campo de concentración. Estudió el canto de los pájaros y utilizó sus ritmos y sus alturas para componer gran parte de una obra inclasificable y misteriosa. Fue el fundador del serialismo integral, la escuela que basaba todo lo que sonaría en una pieza en lo que se informaba (no sólo en cuanto a las notas, sino a su forma de ataque, a su intensidad, su duración y su timbre, entre otras cuestiones) en una primera serie de doce sonidos. Y, por supuesto, no fue un compositor serial. Olivier Messiaen, revolucionario y maestro de algunos de los otros grandes revolucionarios de la música del siglo pasado –Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen–, fue, en gran medida, un conservador. La dualidad –el cuerpo y el alma, lo pulsado y lo no pulsado, lo divino y la celebración de lo humano, como en la Sinfonía Turangalila– era parte constitutiva de su obra. Su última composición, el Concert à quatre, quedó inconclusa y fue terminada por su mujer, la pianista Yvonne Loriod. Se estrenó en 1994, dos años después de su muerte, y se grabó en disco en 1995. Hoy a la noche será escuchada por primera vez en Buenos Aires.

Composición atípica ya desde su título “abstracto” –la mayoría de las obras de Messiaen lleva nombres como Las ofrendas olvidadas, Et expecto resurrectionem mortuorum o Tres pequeñas liturgias de la presencia divina–, este concierto para cuatro solistas y orquesta fue pensado desde el comienzo para los intérpretes que lo estrenaron. En este caso, el cuarteto que actuará como solista junto a la Filarmónica de Buenos Aires estará conformado por músicos excepcionales, tres de ellos integrantes de la propia orquesta: el flautista Claudio Barile, el oboísta Néstor Garrote y el cellista Carlos Nozzi. La cuarta será Liza Chung, una notable pianista coreana radicada en Chile. El concierto, perteneciente al ciclo de la Filarmónica en el Colón, será dirigido por el búlgaro Rossen Milanov, y el resto del programa estará conformado por otras dos primeras audiciones en este país: la Improvisación y toccata (del Op. 36), de su compatriota Pancho Vladigerov, y la Sinfonía Nº 2 en La Mayor, Op. 17 del rumano George Enescu.

El Concert à quatre está basado casi íntegramente en modelos tomados de cantos de pájaros de distintas regiones de Europa, Asia y Oceanía pero, ya desde su idea de la función concertante repartida entre varios, es un homenaje a la tradición del barroco. Jean-Philippe Rameau y Domenico Scarlatti aparecen en las intenciones declaradas de su autor junto a Mozart, cuya aria “Venite inginocchiatevi”, que canta Susanna en el segundo acto de Las bodas de Fígaro, proporciona parte del material del primer movimiento. Pero la figura que aparece como referencia obligada es la de otro gran lector del pasado, Maurice Ravel, sobre todo en el segundo movimiento, una bellísima reescritura de la Vocalise que Messiaen había creado en 1935. Dedicado al oboísta Heinz Holliger, a Loriod, el cellista Mstislav Rostropovich, la flautista Catherine Cantin, la Orquesta de la Opera de Bastilla y el director Myung-Whun Chung, dos de ellos, Loriod y Holliger –también un destacado compositor–, fueron quienes, junto al pianista, compositor y director George Benjamin, tuvieron a cargo la finalización del concierto de acuerdo con los apuntes del autor. En rigor, lo que realizaron fue la orquestación de la segunda parte del primer movimiento y la totalidad del tercero, más el agregado de una cadenza final para campanas y cantos de pájaros, tocados en tiempos independientes por cada uno de los solistas.

Milanov, considerado como una de las figuras más prometedoras de las nuevas generaciones de directores, conduce la Orquesta Sinfónica de Princeton y dirige artísticamente a la Orquesta de Filadelfia, además de dos orquestas juveniles, la Symphony in C de Nueva Jersey, en los Estados Unidos, y la Nueva Orquesta Sinfónica de Sofía, en Bulgaria. El fue quien eligió, como parte del concierto, una obra de Vladigerov, un autor nacido en Suiza y graduado en Berlín pero convertido en eminencia de la música búlgara del siglo pasado, que trabajó frecuentemente con materiales de las tradiciones populares de ese país. La Sinfonía Nº 2 de Enescu, por su parte, es una de las obras fundamentales de quien, además de ser el compositor rumano más relevante de la historia, es una figura trascendente en el movimiento europeo asimilable al neoclasicismo de mediados del siglo XX.

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