Lunes, 8 de noviembre de 2010 | Hoy
MUSICA › BLACK EYED PEAS OFRECIó UN SHOW OSTENTOSO ORIENTADO A UN PúBLICO PREADOLESCENTE
El cuarteto fue seguido por 25 mil personas en GEBA, en un concierto en el que la energía musical que alguna vez tuvo BEP trocó en espectáculo infantil, con coreografías que parecían sacadas de los Power Rangers y cambios de atuendo a lo Matrix.
Por Julia González
Si en el pasado Black Eyed Peas supo cosechar sólo buenas críticas, en el presente el plástico de esta banda no se sostiene en un público adulto. Al menos eso se demostró el sábado en la sede San Martín del Club GEBA. Un derroche de luces que bien se verían desde la luna, comparables a las de Las Vegas, sumado a unos trajes futuristas dignos de Matrix y de V Invasión Extraterrestre hicieron ostentación de una belleza grosera. Y eso sin contar el concepto de videojuego ochentoso que primó a lo largo del show, mezcla de Terminator y La dimensión desconocida. Pero, bien pensado, era de esperar lo que sucedería en el escenario si se prestaba atención al público integrado por adolescentes y sub-12 (acompañados por sus familias), que chillaban como si estuvieran en el Candlestick Park de San Francisco mientras Los Beatles corrían por el medio del campo. “Bienvenidos al fin del comienzo”, clamó la programación de una figura cibernética desde la pantalla gigante, haciendo un juego de palabras que incluía al séptimo disco de la banda, The E.N.D., y el siguiente, que saldrá a la venta a fin de mes, The Beginning.
Los cambios de vestuario se sucedieron a lo largo de las dos horas de show, evidenciando que la estética y la pompa eran las estrellas de la noche. Robots que bailaban y se convertían en parlantes convivían con un ballet que parecía inspirado en la serie de ciencia ficción infantil Power Rangers. Cinco hombres danzaban con la suntuosa Fergie, que se agarraba los pechos, los batía y mostraba un gesto libidinoso evidentemente estudiado. Juntos en el escenario, Will.i.am, Fergie, Taboo y apl.de.ap conectaban con coreografías y puestas teatrales exageradas. Hubo un momento para que cada personalidad brillara por separado. Taboo, completamente de blanco, buscó hermanarse con un campo dividido en vip y general. Pero ni siquiera hablaba bien español: “Qué bonito es la cultura latina. Yo soy mexicano y represento a los argentinos por todo el mundo. Somos gente con mucho honor, ¿verdad?”. Y entonces presentó a un amigo colombiano, Juanes. Nuevamente chillidos, hasta que se descubrió que Juanes “cantaba” desde la pantalla sobre la pista de “La paga”, disparada por el DJ.
En la periferia del campo, promotoras de impecable plateado repartían volantes que invitaban a enviar mensajes a will.i.am, que luego se proyectaron en las pantallas gigantes y que el cantante leyó en medio del show, en un nulo español: “Taboo qué bárbaro eres”, “la estamos pasando bárbaro”, “amo a los BEP son mi vida”, “Peace, love and Peas”, y así. Desde un cochecito, un nene miraba enloquecido la pantalla, zarandeaba sus pies y cantaba. El principio del show fue íntegramente dedicado a las canciones de The E.N.D. y para el final se guardaron esos cartuchos que harían estallar aún más las luces en el cielo. “Pump It” (en la que participaron un guitarrista y un trompetista, entregando tal vez lo más meritorio de la noche), “Don’t Lie”, “Shut Up”, “Where is the Love” (“El amor está aquí, en la Argentina”, leyó Will.i.am una remera que le arrojaron), “Showdown”... Puede que haya sido lo mejor que el niño del cochecito haya visto en su vida: colores, una Kylie Minogue robusta que se meneaba, Power Rangers bailando, y un robot encarnado por “DJ Will.i.am”, que jugaba con su computadora eligiendo introducciones de temas de Nirvana, Michael Jackson y Blur. Pero no se puede negar lo evidente, y es que BED transformó su energía musical en un show infantil.
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