Es simplemente preciosa: ese amarillo avejentado, la firma del bajista y la leyenda “Paul McCartney Up and Coming Tour”. Pero dan ganas de verla mutilada ya mismo: cualquiera que tenga una entrada para los conciertos del ex Beatle en el estadio de River Plate está dispuesto a verla desmembrada (hoy o mañana) para cambiar ese trozo de papel por una expedición de tres horas al ojo del huracán de la nostalgia del rock y el pop (a veces más orquestal, otras psicodélico, otras folk), de la mano del único compositor Beatle vivo. Paul McCartney está aquí y, por él, hoy y mañana serán días históricos: ésta será la última gira de Sir Paul McCartney. Una lástima.

Como para amenizar la espera, aquellos que puedan llegar temprano hoy al Monumental podrán ver a las 19.30 a Andrés Ciro en plan acústico, junto a algunos miembros de Los Persas, la banda que acompaña su etapa solista. Pero el eje, indudablemente, es Paul. Tocará alrededor de tres horas, más cerca de la cuarentena que de la treintena de temas de Beatles, Wings y sus distintas eras solistas. Una aglomeración de música y emociones que recorre los últimos 50 años de la obra de quien muchas veces fue señalado como el más notable músico moderno, por sobre Elvis, Dylan y John Lennon.

Alguien arriesgó, ayer, que Paul estaba en el hotel Four Seasons, pero no: no bien llegó se lo llevaron a una quinta en Pilar. Entradas no hay más, pero las críticas, Internet y la mística le acercarán una porción de la magia a todo el que no pueda participar del regreso de McCartney a la Argentina, 17 años después en el mismo estadio que en 1993 y, ahora sí, por última vez.