MUSICA › ENTREVISTA A CHRIS SQUIRE, BAJISTA DE YES
El legendario grupo de rock progresivo repasará temas de su extensa carrera mañana en el Luna Park y el 3 de diciembre en el Gran Rex. “Estamos grabando un nuevo álbum porque queremos seguir hacia adelante”, afirma el músico.
› Por Cristian Vitale
El punto no es “Gates of Delirium”, la maravillosa pieza de 22 minutos compuesta por Jon Anderson, Steve Howe, Patrick Moraz y Chris Squire, que abre Relayer (1974), un pelito después de que a Rick Wakeman le había dado por eyectar de Yes “cansado” del yoga, la comida vegetariana, el orientalismo y los temas interminables del antecesor, Tales from Topographic Oceans (1973). No es esa exégesis épica, antibélica y descomunal que muchos pensaron como la más acabada del grupo británico. No, al menos, para Chris Squire, bajista y único sobreviviente de cuando Yes empezó a existir en un club de Londres, en 1968. Para él es “Perpetual Change”, suya y de Anderson, que cierra The Yes Album, de 1970. “No sé cuál es el mensaje de ‘Gates...’ que le llega a usted –sonríe–, porque la música de Yes significa cosas distintas para cada uno, transmite distintos sentimientos. Pero si hay una canción que funciona como guía filosófica, probablemente sea ‘Perpetual Change’, contrapone, a punto de presentarse mañana a las 21 en el Luna Park (Bouchard y Corrientes), y el 3 de diciembre en el Gran Rex.
Y no escasea en razones, claro. No hay mejor llave para entrarle a una de las bandas más importantes que ha dado el rock británico del siglo pasado que la idea de cambio perpetuo. Yes cambió siempre y en todo sentido. En música, fue del beat “elaborado” a la manera de The Moody Blues, el primer Genesis o los Beatles que configuró el inicial Yes (1969), con versión de Lennon-McCartney incluida (“Every little thing”), a un abismal crescendo sinfónico-progresivo-psicodélico que determinó obras conclusas y magistrales en el primer lustro de los ’70 (The Yes Album, Fragile, Close to the Edge); de la fusión y “apertura jazz” de la época Moraz al clasicismo de alto impacto de Going for the One (1977); del populismo-síntesis de 90125 (1983), el disco más vendedor de su historia, a los cíclicos y sucesivos retornos que la transformaron en una de las bandas más longevas de la historia del rock universal. “Muchos quieren que sólo toquemos material viejo, pero Yes siempre trató de seguir hacia adelante. Es una buena idea que Yes sea una banda flexible y estoy orgulloso de cada uno de nuestros discos. Algunos son bastante diferentes, pero tampoco se puede estar haciendo exactamente lo mismo todo el tiempo. Yes es una banda progresiva y queremos progresar”, se ríe Squire.
También los integrantes acentúan ese cambio perpetuo. El viejo bajista contabiliza 19, pero oficialmente figuran 16, incluidos los dos neófitos que acaban de llegar al país junto a Squire, el baterista Alan White y el guitarrista Steve Howe: Oliver Wakeman –hijo de Rick– y Benoit Davies, un joven cantante canadiense que asumió el desafío de reemplazar la irreemplazable voz lírica y celestial de Anderson. Squire lo vio por Internet, lo convocó a una audición, y el resto dijo sí. “Jon se enfermó hace un par de años de asma y tuvo problemas con su voz y su respiración. En ese momento tuvimos que tomar la decisión de incorporar a alguien para que lo reemplazara porque no sabíamos si iba a recuperarse bien. Entonces decidimos poner a Benoit, que tiene una voz similar a la de Jon. El ha hecho un gran trabajo cantando los temas viejos, pero además, en este momento estamos en el estudio haciendo un disco nuevo con él. Y estoy muy contento, ha sido un progreso”, cuenta Squire a Página/12.
–¿Cómo ha recibido el público a Davies? No es una posición fácil la suya...
–Obviamente, al principio había preocupación acerca de si iba a gustarle al público, pero los fans de Yes se han adaptado a tener una nueva voz. Sí, seguramente hay alguna gente que extraña a Jon, pero en general los fans le han dado la bienvenida a Benoit.
–¿Y usted extraña a Anderson?
–(Duda.) Usted debe recordar que Yes ha tenido muchos miembros a lo largo de los años: creo que ya fueron 19 o algo así (se ríe). No es tan extraño para Yes tener un cantante diferente: Trevor Horn estuvo en los ’80.
–¿Siente que hay similitudes entre éste y aquel período en el que cantaba Horn?
–No. Aquél también fue un momento bueno para la banda... Drama es uno de mis discos favoritos. No sé, la banda sigue adelante con cambios de integrantes. Ahora tenemos a Oliver, el hijo de Rick Wakeman, como tecladista, y eso también es un cambio.
–¿Y por qué no volvió Rick a la banda?
–Porque está muy ocupado con su carrera. En Inglaterra, donde vive, es conductor de programas de televisión, incluso tiene uno de comediantes, y además tiene su propia banda con la que sale de gira. Está muy ocupado... Y Rick es otro que tiene historia de estar en la banda y fuera de ella según el momento. Así que no es tan extraño, tampoco.
–¿Qué cree que tiene para ofrecer esta formación de Yes? Porque estar a la altura de la historia de la banda debe ser muy pesado...
–Estamos poniendo nuestros mayores esfuerzos en el nuevo álbum, como con todos los discos de Yes, y hasta ahora estoy quedando muy contento con los resultados. Tiene los valores clásicos del grupo en cuanto a composición y música. Estamos dentro de la fórmula de Yes, si se lo quiere pensar en esos términos, pero por supuesto estamos en 2010, las cosas cambiaron un poco, ¿no?
–¿Fue muy difícil seguir adelante después de llegar a picos creativos como Close to the Edge, Fragile o Tales from Topographic Oceans? ¿Cree que pueden al menos acercarse nuevamente a esas alturas?
–Bueno, siempre mantengo los dedos cruzados (risas). Por supuesto que es difícil llegar a eso, pero el disco más exitoso de Yes fue 90125, que salió en 1983, así que cualquier cosa es posible.
–¿Y qué hay de Magnification, el último registro?
–Bueno, es un disco muy difícil de evaluar en cuanto a la atención que le prestó el público; hay que recordar que salió exactamente el 11 de septiembre de 2001, así que no tuvo demasiada publicidad: la atención del mundo no recayó precisamente en el nuevo disco de Yes. Igual, el disco me gustó mucho, en especial los arreglos orquestales, y era bueno para tocarlo en vivo. Hicimos una gira por Estados Unidos y Europa con una orquesta, fue un buen momento. Pero no es que no grabamos temiendo otro 11/9 (risas), simplemente fue el curso natural de las cosas. Estoy sorprendido de que haya pasado tanto tiempo. Como seguimos de gira, no habíamos estado en la posición de querer hacer un disco nuevo hasta ahora.
–¿Cuál cree que será el legado de Yes para las nuevas generaciones?
–No lo sé, aunque supongo que después de haber trabajado durante 43 años, definitivamente dejamos el legado de ser persistentes (risas). Hemos hecho mucha música en estos años y todavía es divertido salir de gira y ver cómo la gente disfruta de lo que hacemos. Espero que la gente obtenga sentimientos positivos de la banda: eso es lo más importante.
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