¡Uruguayas campeonas!, grita desde su nombre el disco que ya habita las bateas argentinas. Llegaron las jugadoras de la canción oriental, en una antología que muestra unos cuarenta años de historia de la música popular uruguaya asumida por mujeres, que por primera vez se reúnen en una producción. Ellas son Diane Denoir, Vera Sienra, Ana Prada, Estela Magnone, Malena Muyala, el cuarteto vocal La Otra, Samantha Navarro y su grupo La Dulce, Lea Bensassón, Eli-U Pena, entre una serie de veinte uruguayas campeonas que suenan en este disco editado por Lulú Records. El sello fue especialmente creado para la ocasión por el periodista y ahora productor Humphrey Inzillo, haciendo honor al nombre de su hija de cinco meses.

Todo surgió porque a Inzillo le ofrecieron hacer este trabajo para otro sello ya existente, hasta que se dio cuenta de que era más o menos el mismo trabajo –mucho– hacerlo en forma independiente. “Largarme a hacer Lulú Records fue más la celebración de la llegada de mi hija que la planificación de un sello, y la verdad, todavía no está muy claro el futuro”, aclara el periodista, editor de la revista Rolling Stone, que no se imagina investigando demos en los próximos tiempos. Por lo pronto, ese futuro se materializará durante tres sábados de enero en una serie de conciertos gratuitos en la Casa del Bicentenario, que si bien no harán las veces de presentación oficial del disco (no estarán todas las intérpretes) comenzarán a bosquejar la idea de reunir a estas uruguayas campeonas en vivo. Así, el 15 de enero actuarán en Buenos Aires Eli-U Pena y Samantha Navarro, el 22 Lea Bensassón y Martina Gadea, y el 29 Estela Magnone y Ana Prada.

Una aclaración importante: “Aunque la sensibilidad femenina es el hilván que entrelaza estas canciones, ¡Uruguayas campeonas! no es, estrictamente, un disco de género”, se advierte especialmente en el texto que acompaña al disco. “Este fonograma ostenta el privilegio de contar, además, con algunos de los hombres más importantes de la música popular uruguaya en carácter de intérpretes, productores o compositores. Eduardo Mateo, Jaime Roos, Rubén Rada, Fernando Cabrera, Osvaldo Fattoruso, Martín Buscaglia, El Príncipe, Carlos Casacuberta y los hermanos Ibarburu son algunos de los que acompañan a estas veinte mujeres a tocar, cantar y soñar el Uruguay.” Ya en la completa información del arte de tapa (que tiene todos los datos que las compilaciones suelen olvidar, esos que son los que más agradece quien hoy por hoy se toma la molestia de comprar un disco), se anuncia que en este material suenan las percusiones de Fattoruso en “El gran amor”, de y por Mariana Ingold, que Roos está detrás de la producción del disco de Magnone, Rada en el de Navarro, o que, claro, Mateo aparece secundando a Denoir.

Más allá del disfrute de estas canciones que, así reunidas, habilitan una escucha diferenciada, de la posibilidad de volver a recorrer los trabajos de talentosas intérpretes uruguayas, de descubrir a otras tantas de la nueva escena, el disco cobra valor por tratarse de un proyecto novedoso. “Tomando a Diane Denoir como el primer eslabón, con aquellos Conciertos Beat del Teatro Solís a mediados de los ’60 como mojón, siguiendo el eje conceptual del formato canción y la música popular urbana, no había un disco que agrupase a las uruguayas de esta manera”, observa Inzillo. La participación de Vera Sienra, también poeta y artista plástica, una suerte de leyenda oriental que pasó años sin grabar, marca un hito en el mismo sentido. En cuanto a las “nuevas”, la foto del poster central, tomada en el Estadio Centenario, es significativa en este sentido (y para cerrar el círculo de uruguayas campeonas, fue tomada por Matilde Campodónico, hermana del productor y destacada fotógrafa de Uruguay).

Desde que fue tomada esa foto, a fines de 2008, hasta que el disco pudo estar en la calle, hace muy poco, un par de sucesos dejaron claro que el lanzamiento de Lulú Records dio en algún blanco sensible. Algunas asociaciones artísticas que propiciaron toques en Montevideo (y que abren posibilidades como las que sonarán en La Casa del Bicentenario de este lado), algunos cambios en las carreras de las uruguayas en cuestión. Ana Prada, por ejemplo, tuvo una suerte de reconocimiento expansivo en este país. Inzillo tiene otros ejemplos para destacar: “Martina Gadea ni siquiera había grabado su disco. Entre que grabó el tema para la antología y salió finalmente publicada, sacó su disco, ganó un premio como artista revelación, provocó un suceso interesante en la escena uruguaya y se fue de gira a España con Albert Pla, que se hizo fanático de sus canciones”, cuenta.

Otra que acaba de sacar su primer disco, publicado por Bizarro en Uruguay, casi en simultáneo con la salida de la antología, es Carmen Pi. Como ella, son muchas las que aún no fueron editadas por aquí: Gabriela Posada, Martina Gadea, Samantha Navarro, su grupo La Dulce, Vera Sienra. En otros casos, como el de Mariana Ingold, sólo hay viejas ediciones, en CD y en vinilo, de Melopea. Más allá de las grandes posibilidades de Internet y de las escasas posibilidades de conseguir ediciones uruguayas como las de Perro Andaluz, Bizarro o Ayuí (corren tiempos globalizados pero la distribución, se sabe, sigue siendo el problema), un disco de estas características sirve, de paso, para abrir circuitos que todavía son acotados, dejando el resto librado a la curiosidad del oyente.

Casado con una uruguaya, Inzillo reconoce lazos profundos que lo unen a un país que ama. Un viaje con sus padres, cuando tenía diez años, conserva imágenes de una Cinemateca Uruguaya con paredes cubiertas por cajas de huevos, de un paseo por el Parque Rodó que sigue fijado, de formas concretas de felicidad. Otras fueron apareciendo en la adolescencia, de la mano de Jaime Roos, Mariana Ingold, Rubén Rada, Osvaldo Fattoruso. Esta suerte de “aventura en paralelo” que ha emprendido, parece una apuesta por continuarlas. De una forma que también tiene que ver con cierto modo de entender la profesión y el ejercicio de la crítica musical, más como un puente para acercar a otros la música que se ama, que como una vidriera personal. Bienvenidas, entonces, aquí y ahora, ¡Uruguayas campeonas!