Miércoles, 22 de marzo de 2006 | Hoy
MUSICA › EL AUGE DE LA GUITARRA EN LA NUEVA ESCENA TANGUERA
Guitarristas de Puente Alsina, 34 Puñaladas y Palermo 5, entre otros, hacen convivir la tradición y los nuevos sonidos urbanos.
Por Cristian Vitale
“¿Enri?, ¿Cómo es que se llama el guitarrista?, ¿Enrix?” Originalmente, esta nota iba a ser una juntada de jóvenes guitarristas de tango. Finalmente, el plan se cumplió en un 90 por ciento. Vinieron Mariano Heler, Leandro Nikitoff, Adrián Lacruz, Felipe Traine, Hugo Rivas, Ariel Argañaraz y Hernán Reinaudo, todos –menos Traine, que tiene 45 años– nacidos de 1970 para acá. Pero se coló un abuelo viviente del género y rompió el molde. Bartolomé Palermo, impulsor del ala modernista del tango con guitarra allá por los sesenta, que tiene 70 años y cierta capacidad para comprender el acercamiento con la nueva generación. Cierta, porque demuestra una absoluta nulidad sobre aquel genio que incendiaba su guitarra mientras él, lejos de Woodstock y Stone free, trataba de darle una vuelta al mayor referente del género: Roberto Grela. Su anécdota siguió así: “Un día apareció una señora en mi estudio de Paraná. Trajo un pibito con aros, pelo largo y mascando chicles, y me dijo que quería estudiar guitarra conmigo. Se apareció con una acústica y le dije ‘no pibe, usted tiene que traer una guitarra española y sentarse bien’. El pibe, de 10 o 12 años, me miró y me preguntó ‘¿tengo que tocar sentado?’. Le respondí que sí, pero cuando me di vuelta lo vi parado con la guitarra colgada hasta las rodillas. Era una pelea, porque yo le decía que así no podía tocar y él mantenía la posición. Era fana de Enrix –reincide– y le dije que no viniera más. No se puede aprender tango así”. Heler, que toca con Bartolomé en Palermo 5 y con Lacruz conforma las guitarras de Puente Alsina, gambetea la situación de la mejor manera posible: “Menos mal que no se le dio por incendiar la guitarra”. Los otros seis se ríen, pero Palermo no entiende de qué va el chiste.
La secuencia transcurre alrededor de una larga mesa del Tasso –donde hoy se presentan Puente Alsina y Palermo 5, y el próximo miércoles, el trío Reinaudo-Rivas-Argañaraz– y demuestra que el encuentro entre dos generaciones de tangueros con guitarra tiene sus bemoles. Rivas, más cerca del empedrado que del siglo XXI, codifica mejor con Bartolomé –una vez le presentaron a Walter Giardino y no sabía que era el guitarrista de Rata Blanca– y hablan como chanchos de Oscar Alemán, Alfredo Gil –el Grela del bolero– y Tito Francia, mientras que el resto es capaz de tender un puente –imaginario al menos– entre Hendrix y Aníbal Arias. “Pertenecemos a una generación que tiene referentes de otras músicas. Acabo de cumplir 30 años y no reniego de mis influencias del jazz y del rock. De Hendrix, Jimmy Page o Ritchie Blackmore. El aporte que podemos hacer es integrar todas esas influencias en el tango, que es una música maravillosa. A todos nos gustan Troilo y Grela, pero tenemos como plus que vivimos y manyamos de otros géneros”, contrapuntea Argañaraz, el más intrépido. Palermo lo mira y ensaya un acercamiento, evitando nombrar de nuevo al cherokee. “Ariel dice lo que siente y hay que respetarlo. Es su forma y si traslada al tango los acordes compuestos del jazz, va a meter cosas buenas.”
Bemoles generacionales al margen, los ocho que rodean la mesa están soldados entre sí por la guitarra tanguera. Casi todos –menos Reinaudo, guitarrón de 34 Puñaladas y Argañaraz– se cruzan en alguna formación con Palermo. Traine –que también secunda al Tata Cedrón– en Palermo 5, en el trío y en el dúo. Heler, Nikitoff y Lacruz en Palermo 5, y Rivas en zapadas eventuales. “Mis referentes son Grela, Palermo, Germán Martínez, Armando de la Vega, soy bastante múltiple. Y Ubaldo de Lío, cuya sombra está en muchos guitarristas de hoy, igual que la de Horacio Malvicino”, repunta Lacruz, tratando de bajar el nivel de rock. Y Rivas, totalmente abstraído de Hendrix, pone las cosas en su lugar: “Para mí, Grela fue Gardel. Todos los guitarristas tienen algo de él. Una vez me dijo que para formar mi propio estilo tenía que tocar mi repertorio. Por eso, siempre les escapo a todas las cosas que hizo Grela. Trato de ir por otro camino para que no digan: ‘este es un imitador’”.
–¿Cómo definen el cruce de generaciones?
Mariano Heler: –Para mí no hay choque, al contrario. Poder tocar con Palermo es terrible, compartir un ensayo o una charla te enseña un montón. Bartolomé Palermo: La nueva generación es extraordinaria. Lo bueno que tiene es que no viene de escuelas de tango, sino de música. Los pibes vienen conociendo muy bien las armonías, el estudio los hace más humildes. Estoy contento de estar con gente joven, sin egoísmos ni competencias, algo que está de más en la música.
Felipe Traine: –Yo he visto a Palermo interesarse por armar una banda con gente joven y he visto cómo los jóvenes llegaban con mucho oficio ya, con mucho tango. Imagino lo que va a dar dentro de 10 años.
Los grupos surgen a borbotones y siguen la tendencia en alza del tango en general: el Quinteto Ventarrón, Las Muñecas, 34 Puñaladas. Agrupaciones que se instalan en lugares claves para un público –tanguero y no tanguero– que se deja cautivar por el sonido de la guitarra. “Hay un mito que indica que el bandoneón es ‘el’ instrumento del tango. Y es verdad, porque es una locura. Pero la guitarra también puede ser central. Desde siempre es un instrumento acompañante que no se puede reemplazar. En el tango folklórico y popular es esencial”, apunta Nikitoff, defendiendo el tango campero. “Hay algo que no se puede soslayar y es que el toque de la guitarra en tango es muy particular”, agrega Lacruz.
–Una limitación que tal vez haya atentado contra su popularidad es que el tango con guitarra “no se puede bailar”. ¿Es inevitable pensarlo así?
B. P.: –No. Yo, al contrario de lo que muchos creen, digo que con la guitarra se puede bailar. No ocurre lo mismo que con el bandoneón, pero una buena rítmica lo posibilita.
Leandro Nikitoff: –Las guitarras pueden tocar tango bailable. Las marcaciones se pueden suplir de una manera y los fraseos también.
Adrián Lacruz: –Es cierto que el combo bailable por excelencia es piano, bandoneón y violín. Con la guitarra hay como una especie de mito... pero se puede bailar. De hecho, cuando fuimos a Europa con el trío estuvimos tocando dos horas y los bailarines bailaron dos horas.
B. P.: –El dueño del local nos pedía que tocáramos un poco más rápido. Después tocamos los tangos clásicos y llenamos la pista. Con Sensitivo de Pugliese explotó todo. Nos quedamos helados, porque acá no se animan a bailar con un conjunto de guitarras.
F. T.: –En Europa, te ponés a afinar y ya están bailando.
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