MUSICA › SE AGRAVA LA CRISIS EN EL TEATRO COLON
La Orquesta Estable tocó ayer en la puerta del teatro, en un espectáculo de protesta junto a integrantes de la Filarmónica –la otra orquesta del Colón–, el Coro y el Ballet Estable. No está garantizado el comienzo de la temporada lírica.
› Por Diego Fischerman
La gigantesca muñeca, esencial en la puesta de La Fura dels Baus para la ópera El gran macabro, de Gyögy Ligeti, ya ocupa, monstruosa, el escenario del Colón. La Orquesta Estable, que deberá tomar parte de las funciones, en cambio, estaba ayer, a las 11, tocando en la puerta del teatro, participando de un espectáculo de protesta junto a integrantes de la Filarmónica –la otra orquesta del Colón–, el Coro y el Ballet Estable y convocado por ATE, uno de los dos gremios con representación en el teatro. Mientras gran parte de los empleados escenotécnicos aceptó un arreglo económico suscripto entre el gobierno y Sutecba –el otro sindicato con afiliados en el Colón–, los delegados de ATE (seguidos por gran parte de los integrantes de los cuerpos artísticos) mantienen un paro de actividades desde fines del año pasado. El gobierno suspendió y sumarió a algunos de los participantes en la asamblea que había decidido ese cese de actividades y, además, entabló juicio civil contra los delegados por 55 millones de pesos. Por un lado, la dirección del teatro anunció la temporada de este año, como si nada sucediera. Por el otro, se reclama participación en las paritarias, un aumento del 40 por ciento y el levantamiento de las sanciones.
La obra de Ligeti debería abrir, el próximo 29, la temporada 2011 del teatro. Pero, más allá del aparente triunfalismo y hasta de la valorativa mención del ingeniero Macri en su discurso de apertura de sesiones en la Legislatura, donde reclamó la autarquía en el Teatro San Martín “para que podamos trabajar en él tal como hicimos con el Teatro Colón”, las dudas empiezan por el propio gobierno. De hecho, la venta de abonos para el teatro, cuyo comienzo estaba previsto para anteayer, se postergó sin fecha y recurriendo al vaguísimo “será anunciada a la brevedad a través de los medios de comunicación”. Según dejaron traslucir fuentes cercanas a la mesa chica del macrismo, lo que provocó tal prudencia fue el temor a los juicios que pudieran surgir cuando, después de gastar unos 12.000 pesos por cabeza, los ilusionados compradores se encontraran con que la temporada, o parte de ella, no se realizaría. Y es que a menos de un mes del supuesto estreno ya resulta bastante improbable que la Orquesta Estable pueda habérselas con una partitura con la dificultad de la de Ligeti cuando aún no ha tenido un solo ensayo. En ese sentido, las mismas fuentes confirmaron dos ideas que estuvieron rondando por la dirección del Colón en estos días: contratar una orquesta extranjera o hacer la ópera sin orquesta y acompañada al piano. La inspiración para la primera conjetura fue lo sucedido en 2006 en el Teatro Municipal de Santiago de Chile cuando, ante una huelga de la Filarmónica de esa ciudad, se contrató a una orquesta inglesa. Pero la opción –en este caso la orquesta iba a ser la de Cracovia– fue descartada por temor a las acciones gremiales. Para la segunda, el modelo llegó desde la Scala de Milán, donde una vez el director Riccardo Muti acompañó al piano una función, ante un problema con la orquesta. Es claro que, en ese caso, no se había tratado de algo programado de antemano –y la diferencia no es menor cuando se trata de entradas de más de mil pesos– y, además, Ligeti al piano es más o menos lo mismo que Deep Purple tocado por un conjunto de flautas dulces. En El gran macabro, el timbre, las texturas, las densidades de la orquesta, lejos de ser una vestimenta para la armonía (como en el caso de la mayoría de las óperas de los siglos XVIII y XIX), son un aspecto material e indivisible de la música.
Ante una situación cuya solución no se vislumbra, las posibilidades barajadas por el gobierno son bastante escasas. Saben que no haber logrado mantener abierto el Colón ni siquiera siete meses es una carga pesada en un año electoral. En cualquier otra situación el cierre no les sonaría a mala idea. Pero en este caso, y luego de haber invertido 140 millones de dólares en su refacción, el Colón sin funciones es, además de una afrenta, un bombón de dulce de leche para la oposición. El frente gremial, por otra parte, aparece sumamente complicado. El propio gobierno llevó a los delegados de ATE en el Colón a un callejón sin salida. Forzados por la relación de fuerzas con la conducción central del gremio, de la que son opositores, y por la necesidad de mantener un perfil combativo ante el resto de los trabajadores del teatro, harán cualquier cosa antes que apoyar un acuerdo firmado por Sutecba. No se les escapa, tampoco, la sensación de apremio por la que pasa el Gobierno de la Ciudad por lo que, lejos de retirar sus banderas, presionarán al máximo y no se conformarán con mucho menos que con la cabeza del actual director del Colón, Pedro Pablo García Caffi. Esa salida, por su parte, resultaría bastante grata para varios funcionarios de la primera línea del gobierno y, a muchos de ellos, el sacrificio de esa pieza –a la que para peor no encuentran del todo simpática– les suena como la única vía posible para destrabar el tablero. Tienen, en todo caso, un único problema. Ninguno de los candidatos mínimamente calificados para dirigir el Colón –y ya han hablado con más de uno– acepta hacerse cargo en medio de semejante caos y, por añadidura, con elecciones en pocos meses y un casi seguro relevamiento en el horizonte cercano. Un viejo chiste contaba la historia de un automovilista que preguntaba a otro cómo llegar hasta el centro y obtenía como respuesta un lacónico: “Yo que usted no iría desde aquí”. Como en el cuento, las autoridades querrían un punto de partida distinto. Como el automovilista perdido saben que, de todas las posibilidades, ésa es la única que no está en juego.
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