Martes, 5 de abril de 2011 | Hoy
MUSICA › “SEMINARIOS DE CULTURA TANGUERA”, CON MAESTROS DE LUJO
La serie de clases magistrales que darán el cantor Alberto Podestá, el poeta Horacio Ferrer, el bandoneonista Raúl Garello y los bailarines Gloria y Eduardo apunta a transmitir a los más jóvenes la bohemia en la que se formaron los grandes del género.
Por Karina Micheletto
¿Existirá algo que pueda definirse como “cultura tanguera”? Si por cultura se entiende ese tejido social que da forma a la identidad de un grupo, con sólo escuchar a estos maestros cruzar bromas aparece definida una cultura propia que circula puesta en juego. Reunidos en una mesa de bar de la Academia Nacional del Tango, Horacio Ferrer, Alberto Podestá, Raúl Garello y los bailarines Gloria y Eduardo Arquimbau hablan del pasado, del presente y del futuro, y en el relato de cada historia personal está también una parte importante de la historia del tango. Ellos serán los protagonistas de los “Seminarios de Cultura Tanguera” que ofrece la Academia, todos los martes, desde hoy y hasta fines de julio (ver aparte). Maestros del tango que ahora serán los “profes” de estas clases invitan a descubrir el dos por cuatro de otra manera: desde el relato y el análisis de algunos de los protagonistas fundantes del género.
El cantor Alberto Podestá tendrá a su cargo la primera parte del seminario, los martes de abril, desde hoy a las 19.30. El, que cantó en orquestas como la de Miguel Caló –allí debutó a los 16 años, cuando era la “orquesta de las estrellas”–, y también en las orquestas de Carlos Di Sarli, Pedro Laurenz, Edgardo Donato y Francini-Pontier, puede hablar con autoridad del que será el tema a su cargo: las orquestas típicas y los cantores del ’40, el armado del repertorio y las particularidades de algunas de esas formaciones de la época de oro del género. “Hay muchas cosas que uno ha vivido y que los chicos de ahora quieren saber. Y sí, voy a ser profesor por unas horas. Igual, voy a seguir dedicándome a cantar”, bromea Podestá. A los 85, “el último gran cantor de orquesta”, como es presentado, sigue mostrando su voz en todo el mundo. Acaba de llegar de Colombia, y continúa asombrado por las escenas de fanatismo que vivió en ese país tan tanguero.
En mayo, Horacio Ferrer se ocupará de un tema que también le es propio: la poesía del tango, su origen y su evolución. Pascual Contursi, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Celedonio Flores y Héctor Negro serán algunos de los nombres que ocuparán este repaso. También habrá espacio para una antología de otros poetas con menos “cartel” en la historia más publicitada del tango, pero que escribieron tangos notables. Claro que Ferrer es también un metódico estudioso del género (obras como su monumental diccionario El libro del Tango, de próxima reedición ampliada, dan cuenta de ello), y durante el mes que tendrá a su cargo habrá espacio para su visión sobre esa historia del género.
Los reconocidos bailarines Gloria y Eduardo tienen experiencia en esto de ser “profes”, no sólo en las clases prácticas, también en el estudio de la historia del baile, de la que son fanáticos rastreadores y coleccionistas de videos de grandes bailarines. Con parte de este material –más las performances a su cargo– ilustrarán durante el mes de junio una historia del baile de escenario y de la milonga, desde los orígenes hasta la actualidad. Entre los nombres de grandes bailarines de todas las épocas que recordarán aparecen El Cachafaz, El Mocho, Virulazo, El Tin y Sarita, Julia y Lalo Bello, Carmencita Calderón, y Juan Carlos Copes y María Nieves. Contarán también, entre otros temas, por qué el espectáculo Tango Argentino se menciona como decisivo en la apertura del tango al mundo. Otra historia que pueden contar en primera persona, ya que fueron protagonistas de aquel suceso de los años ’80.
La última parte del seminario, durante julio, será dictada por el bandoneonista, compositor, director, orquestador y arreglador Raúl Garello. De todas estas disciplinas, cada una con su especificidad, hablará Garello durante sus clases. “La cinco monedas”, define a estas posibilidades del músico de tango: “Muchos músicos tienen en su haber una sola moneda, serían los ejecutantes, algunos tienen dos o tres monedas, serían los músicos, ejecutantes y directores. Muy pocos tienen las cinco monedas, y de esas que faltan, las del arreglador y el orquestador, voy a hablar en el seminario”, cuenta a Página/12. De “los misterios del bandoneón”, de Pedro Maffia, Julio Laurenz, Aníbal Troilo y Astor Piazzolla, hablará también Garello. A él le entregó la viuda de Troilo en custodia el bandoneón que ahora luce entre las joyas que guarda el Museo de la Academia Nacional del Tango, en este bello edificio que también forma parte de la historia de la Avenida de Mayo, sobre el Café Tortoni.
Alrededor de una mesita de bar dentro de la Academia, con un bello piano como custodio, estos hombres y esta mujer del tango –la bailarina Gloria Arquimbau– charlan entusiasmados sobre las clases que darán y sobre cómo las darán. La charla es sobre tango, desde luego. “A los músicos jóvenes les hicieron falta las orquestas, un Pichuco, un D’Arienzo, un Di Sarli, un Caló... Directores que han impuesto su personalidad”, apunta Podestá. “Mamar ese tiempo de orquesta, tocar con un estilo, con una forma: eso es lo que buscan como locos los jóvenes, su personalidad, y eso es muy importante dentro del tango.” Podestá sabe de lo que habla porque a él han recurrido cantores actuales, como Ariel Ardit, en busca de consejo.
“A mí nadie me enseñó para ir a cantar a una orquesta, eso lo aprendí yo con las orquestas. Me enseñaron mucho los directores, todos me dieron siempre un toque: hacé esto, lo otro, por qué no probás aquello, y así fui aprendiendo. No es que me hayan cambiado la forma de cantar, me enseñaron formas, trucos, yeites”, cuenta. El ejemplo hace reír a todos: “Cuando fui con Di Sarli, lo primero que me dijo fue: ‘Aquí se canta a tiempo’. Sí, maestro. Me probaba y me decía ‘¡A tiempo, a tiempo!’, con el dedo de metrónomo, él tocaba con la izquierda y le daba con la derecha. Y así aprendí a cantar a tiempo. Hay otros que no siguen el tiempo, como Lavié, o como el Polaco, frasean diferente. Lavié sabe muchísimo de eso, se queda un compás, dos compases, y después agarra la melodía, como si nada. Yo no puedo, yo canto a tiempo”.
Los bailarines enseguida tienen algo para decir sobre la importancia del tiempo en el tango: “Lo que pasa que el bailarín necesita el tiempo”, subraya Eduardo Arquimbau. “Cuando uno trabaja en un escenario, no es tan importante el tiempo, te vas metiendo con el pedido musical, pero cuando vas a la milonga y tenés que bailar con una chica que no conocés, lo que hace la unión de la pareja es justamente el tiempo. Por eso en los ’40 todas las orquestas tocaban a tiempo.” “¡Y por eso hasta hoy en las milongas pasan temas de Alberto, no de Lavié!”, apunta Gloria.
La trayectoria de Gloria y Eduardo Arquimbau se remonta a 1960. Ya eran pareja de baile cuando ese año debutaron en el Cine Teatro Opera, y participaron de la revista musical que presentó Francisco Canaro en el Astral. La hoja de ruta de la pareja impresiona porque, aun en las épocas más difíciles para el tango, siguió bailando alrededor del mundo, no sólo como parte de ese suceso mundial que fue Tango Argentino, también en diferentes compañías y emprendimientos personales. Desde hace años, ellos se especializan, además, en transmitir la danza en clases prácticas, pero también dictando cursos de historia del baile del tango, con temáticas como la que incluirán en este seminario.
“El tango tiene una historia que viene de 1800, y nosotros la hemos investigado”, dice Eduardo Arquimbau. “Estudiamos cómo fue evolucionando, cómo se fue desarrollando la danza del tango primitivo, cómo se transformaron los diferentes estilos, cómo apareció el tango tradicional de Firpo, de Canaro, y cómo después vino el tango salón. El tango salón es una maravilla, se divide en dos partes, una es la que viene de Europa, porque el tango fue para allá y después volvió, y se bailó entonces en los salones de la alta sociedad. Es otro camino, porque nunca se dejó de bailar en las orillas, se bailaba de otra forma.” Gloria completa: “Trabajamos los estilos de acuerdo con las décadas: no es lo mismo el tango que se bailaba en el ’30, o en el ’40 o el ’50. Hablamos de cómo se bailaba milonga, cuándo comenzó. Y nuestras charlas son ilustradas con videos, porque somos coleccionistas de eso y tenemos mucho material en filmaciones antiguas”.
Horacio Ferrer: –¡Y además están las ilustraciones que son ellos mismos! (risas). Porque asistí a una conferencia de ellos en Estados Unidos y hablaban mientras bailaban, cada explicación mínima tenía un ejemplo bailado, era fascinante.
Eduardo Arquimbau: –Y claro, como no tenemos los videos de 1800, hacemos una explicación y después la demostración de cómo se bailaban esos estilos.
Gloria Arquimbau: –A que en los últimos años han salido a dar clases afuera maestros muy importantes, que enseñan muy bien a bailar tango salón.
E. A.: –Y también a que las parejas que tenían “la cosita” para bailar ya han ganado. Porque, además de bailar bien, para el tango hay que tener esa “cosita”, el gusto. La gente que tenía eso acá ya ganó y no puede volver a participar. Los más jóvenes antes tenían dificultades para ganar, porque venía un hombre grande con ese gusto y no permitía que ganara el joven, por más técnica que tuviera. Ahora, dentro de la técnica, el que tiene más gusto gana. Nosotros somos jurados, por eso lo sabemos.
E. A.: –El Tin y Sarita fueron los primeros bailarines de la obra de Troilo, El patio de la morocha, en el teatro Discépolo (el actual Teatro Alvear). ¡Qué estampa El Tin! Pelo negrísimo, blanco de tez, flaquito, tenía un físico privilegiado, bien derechito. Bailaba y las piernas eran como un bandoneón, estaban como separadas del cuerpo. Lo sé porque tuve un traje de él: el primer traje que me puse para bailar. Primero me lo prestó y después me lo regaló. Fue un bailarín de los ’40, vive todavía. El Mocho era anterior.
La conversación se extiende, va y viene. Ferrer destaca un aspecto poco analizado, el impulso que le dieron al tango en el mundo los exiliados durante los ’70 y ’80. “Tantos que amaban el tango, y cuando tuvieron que partir, empezaron a estudiarlo afuera, así el tango pasó a ser una cultura de gabinete. Lo que hicieron los exiliados por el tango en el mundo fue extraordinario, lo sé porque he conocido a estos precursores.” Ferrer relativiza en un punto el peso de la danza como motor del tango en el mundo: “La danza del tango es una maravilla, pero están todos lo otros aspectos de la cultura tanguera. Fíjese por ejemplo María de Buenos Aires: se ha dado en 170 ciudades de 30 países de los cinco continentes. Y no hay baile en esa “operita”, la única versión con baile es la que hicimos en el Cervantes con la coreografía de Oscar Araiz”.
Alberto Podestá: –La poesía del tango es insuperable. Cuántas veces ante una letra pensamos: ¿cómo puede alguien decir esto en tres minutos? ¡Es un argumento de película!
H. F.: –Fíjese la letra de “Como abrazado a un rencor”: “‘Está listo’, sentenciaron las comadres y el varón, ya difunto en el presagio, en el último momento de su pobre vida rea, dejó al mundo el testamento de estas amargas palabras, piantadas de su rencor...”. ¿Cómo se puede escribir eso? Es evidente que esa poesía está a la altura de los grandes clásicos españoles.
Raúl Garello: –El tango no es una música paisajista, lineal, ésa es su profundidad, no es la foto de un paisaje. Por eso cabe el concierto, el dúo canyengue, el ballet, todas las expresiones. Los elementos que han formado este género tienen con qué desarrollar todo un arte. La música y la poesía son muy seductores y han seducido a una cantidad de formaciones, hasta las grandes orquestas, han seducido también a otros géneros. Y hay algo muy importante: sostengo que el tango es un arte de jóvenes. Las fotos de las orquesta del ’40 dan testimonio, si miran las caras de los integrantes de la orquesta de Pichuco, de Di Sarli, son adolescentes, pibes de 20 años.
Alberto Podestá: –Pichuco tenía 23 años cuando debutó como director de orquesta. Yo debuté a los 16 años. Y en la orquesta, Pontier tendría 23 años, Francini 24. Maderna era un muchacho que tenía 18, 19 años. Era lo normal.
R. G.: –La juventud está en el ADN del tango. Y hoy creo que está metido en todas las generaciones. He escuchado tango desde que iba a la escuela. Sin querer, vas en un colectivo y escuchás silbando al que maneja. O, por lo menos, así era cuando yo era chico.
E. A.: –Cuando nosotros éramos jóvenes brotaba el tango por todos lados. Aprendí a los 12 años porque era lo más normal, todos bailaban tango. Hoy eso no pasa. Podés mirar todo el día la televisión y nunca vas a escuchar un tango, ni en la publicidad. Sin darse cuenta, los chicos se pierden de conocer su música, y los grandes también. Por eso siempre digo que el tango tiene que estar en las escuelas, no para obligar a nada a los chicos, que después podrán elegir, sino para que puedan conocer cuál es su música nacional. Hoy no tienen esa posibilidad.
E. A.: –Cuando repaso esas letras que son poesías sublimes, siempre me pregunto: ¿estos tipos escribían así porque tenían más tiempo, porque se vivía de otra manera, o porque ya tenían la sabiduría? Porque ahora va todo muy rápido, no hay tiempo. Antes la bohemia daba más tiempo.
H. F.: –¡No es una cuestión de tiempo! El que quiere hacer algo, el tiempo se lo hace. Con Gabriel Soria, que también coordina estos seminarios, hicimos la Enciclopedia sonora del tango Las 1001 noches del tango. Son 50 discos con 1001 tangos, en orden alfabético, con todos los datos, fecha de grabación, intérpretes, todo. Ahora voy a reeditar mi Enciclopedia del tango: ya pesaba algunos kilos cuando tenía tres tomos, ahora la amplié y la hice de cuatro tomos, ¡para joder! Con Garello trabajamos cuatro años en una ópera de dos horas, que está esperando ser estrenada. Nos hicimos el tiempo.
R. G.: –Estuve un año para orquestarla, cuando ya estaban todos los versos y las melodías. Porque tiene siete personajes, y hasta los buenos días son cantados.
H. F.: –Pero todos estos chicos que ahora tocan tan bien, ¿de dónde sacan el tiempo? No se toca así si no hay tiempo para estudiar, para darle y darle al instrumento. La bohemia es esto que ves acá, esta Academia que, a pesar del edificio paquete que tiene, es una institución pobre. La presido ad honorem, como debe ser, y toda la gente que colabora aquí pone su forma de bohemia. Esta es la bohemia que se ha transmitido de generación en generación, nosotros la ejercemos de esta manera.
A. P.: –Y ponernos a dar estas clases también es un gusto que nos damos. Nuestra forma de bohemia.
Desde abril hasta junio, todos los martes de 19.30 a 21.30, un maestro del tango contará una parte de la historia del género en estos seminarios magistrales de la Academia Nacional del Tango (Av. de Mayo 833), coordinados por el periodista y estudioso del género Gabriel Soria. Los cupos son limitados y los interesados pueden inscribirse y obtener más información en: [email protected] y seminariosculturatanguera.blogspot.com. Este será el orden de las clases:
Abril: Alberto Podestá: Las orquestas típicas, los cantores del ’40, el repertorio, Miguel Caló, Carlos Di Sarli, Francini-Pontier, Pedro Laurenz.
Mayo: Horacio Ferrer: La poesía del tango, su origen y evolución. Pascual Contursi, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Celedonio Flores, Héctor Negro, entre otros.
Junio: Gloria y Eduardo: Los procesos del baile del tango. El baile de escenario y de milonga. Los estilos en las diferentes décadas. Los bailarines como El Cachafaz, El Mocho, Virulazo. El furor de Tango Argentino. El baile actual, los jóvenes en las milongas, los profesores.
Julio: Raúl Garello: Las cinco monedas del músico de tango. El intérprete, el compositor, el director de orquesta, el arreglador, el orquestador. Los misterios del bandoneón. Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Aníbal Troilo, Astor Piazzolla.
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